⛓ 42

9 0 0
                                    


⛓ Cuarenta y dos ⛓


Tres meses después de que llego a casa, manejo al hospital para ver a
Woohyun.

No sé si quiera verme. No ha tratado de contactarme desde que regresé. Duele después de la violencia emocional que experimentamos juntos, pero tampoco es como si yo lo haya tratado de contactar. Me pregunto si le dijo todo a Ray. Tal vez esa es la razón…

No sé qué decir. Como sentirme. ¿Aliviado porque ambos sobrevivimos? ¿Hablamos de lo qué pasó? Lo extraño. A veces, deseo poder regresar, y eso es enfermo. Siento como si tuviera el Síndrome de Estocolmo, pero no por una persona, por una casa en la nieve.

Me estaciono en un lugar y me siento en mi auto por al menos una hora, amasando el caucho del volante. Llamé por adelantado, así que sé que está aquí. No sé qué se va a sentir el verlo. Sostuve su cuerpo mientras moría. Él sostuvo el mío. Sobrevivimos algo juntos. ¿Cómo te quedas de pie y sacudes la mano de alguien en el mundo real cuando han estado juntos en una pesadilla?

Abro la puerta de mi auto y choca contra el lado de una camioneta ya golpeada. —Lo siento —le digo a la puerta antes de alejarme.

Las puertas del hospital se abren y tomo un momento para mirar alrededor. Nada ha cambiado. Sigue estando demasiado frio aquí; la fuente aun rocía un chorro torcido al aire que huela a antiséptico. Las enfermeras y los doctores cruzan sus caminos, historiales médicos apretados contras pechos o colgando de las manos. Todo quedó igual mientras yo estaba cambiando. Volteo mi rostro hacia el estacionamiento. Quiero irme, quedarme fuera de este mundo. Nadie más que Woohyun sabe cómo es eso. Me hace sentir como la única persona en el planeta. Me enoja. Necesito hablar con él. Él es el único. Camino. Luego estoy en el elevador, deslizándome lentamente hacia arriba a su piso. Probablemente esté en sus rondas, pero esperaré en su oficina. Solo necesito unos poco minutos. Solo unos pocos.

Camino rápidamente una vez que las puertas se abren. Su oficina está a la vuelta de la esquina y pasando la máquina expendedora. —¿Sunggyu?
Doy vuelta. Ray esta parada a unos metros. Está usando un uniforme negro y un estetoscopio cuelga alrededor de su cuello. Luce cansada y hermosa.

—Hola —digo.

Nos quedamos parados mirándonos por un minuto antes de romper el silencio. No esperaba verla aquí. Fui estúpido. Un descuido. No vine aquí para incomodarla. —Vine a ver a…

—Lo buscaré por ti —dice rápidamente. Estoy sorprendido.

Observo mientras se voltea y trota por el pasillo. Tal vez él no le dijo todo. Tampoco hablará con las estaciones de noticias. Mi agente me llamó después de regresar, queriendo saber si podría escribir un libro detallando lo que me había pasado, lo que nos había pasado. La verdad es que no sé si volveré a escribir otro libro. Y nunca diré lo que pasó en esa casa. Es todo mío.

Cuando lo veo, duele. Se ve muy bien. No el hombre esqueleto al que le di un beso de despedida. Pero hay más líneas alrededor de sus ojos. Espero haber puesto unas cuantas ahí.—Hola, Sunggyu —dice.

Quiero llorar y reír.

—Hola.

Hace señas hacia la puerta de su oficina. Tiene que abrirla con una llave. Woohyun entra primero y enciende la luz. Miro rápidamente por encima de mi hombro para ver si Ray está al acecho en cualquier lugar. Gracias a Dios, no lo está. No puedo soportar sus cargas por encima de las que ya estoy cargando. Nos sentamos. No es incómodo, pero tampoco es como la hora del té y las galletas.

Woohyun se sienta detrás de su escritorio, pero después de un minuto, viene y se sienta a mi lado. —Regresaste al trabajo —digo—. No pudiste quedarte lejos.

Vena Sucia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora