⛓ Dieciséis ⛓
La mañana siguiente estaba nevando.
Una loca nevada de febrero que cubría los árboles y techos de mi vecindario con una capa color crema. Vagué de cuarto en cuarto, deteniéndome en las ventanas para mirar las diferentes vistas. A eso del mediodía, cuando me cansé de mirar, y sentí el inicio de un pesado dolor de cabeza en mis ojos, me convencí a mí mismo de salir afuera. Será Bueno para ti. Necesitas el aire fresco. La luz del día no tiene dientes. Quería tocar la nieve, sostenerla en mi mano hasta que me quemara. Quizás podría limpiar los últimos meses de mi cuerpo.
Caminé pasando de largo el gancho donde estaba mi chaqueta y abrí la puerta principal. El aire frío golpeó mis piernas y se metió bajo mi camiseta. Eso era todo lo que llevaba puesto. Sin capas de suéteres, sin calzas debajo de los pantalones. La
delgada camiseta color crema colgaba suavemente como una segunda piel. Estaba descalzo mientras apoyaba los pies en la nieve. Cedió bajo el peso con un suave suspiro mientras daba unos pasos. Mi padre habría enloquecido en caso de verme. Mi padre que me gritaba que me pusiera unos zapatos si aparecía en la cocina descalzo durante el invierno. Podía ver las marcas de ruedas que llevaban a un lado del camino donde Woohyun había estacionado. Podría haber sido el cartero. Volví la vista atrás para fijarme si había un paquete en la entrada. Nada. Era Woohyun. Estaba allí. ¿Por qué?Me dirigí al medio del jardín de entrada y tomé algo de nieve, aplastándola en mi mano, mirando alrededor. Entonces lo vi. Una parte de la nieve había sido limpiada de mi parabrisas. El auto que yo nunca estacionaba en la cochera, aunque ahora desearía haberlo hecho. Había algo bajo mi limpiador del parabrisas. Llevé mi puñado de nieve, deteniéndome cuando llegué a la puerta del conductor. Cualquiera podría pasar por mi casa y verme medio desvestido, sosteniendo nieve en mi mano y mirando mi Volvo cubierto de nieve. Había un cuadrado marrón debajo del limpiador. Dejé caer la nieve, y cayó en un trozo semi rígido junto a mi pie. El paquete era delgado, envuelvo en papel de compras que di vueltas en mis manos. Había escrito algo en él con marcador azul. Su escritura se movía por el papel en líneas libres y desordenadas. Escritura de un médico, la que verías en un historial clínico, o en una receta de medicamentos. Entrecerré los ojos, limpiándome las gotas de nieve sobrantes de mi mano con un gesto ausente.
Palabras. Eso había escrito.
Lo llevé adentro, abriéndolo. Había un compartimento de un lado del sobre. Metí un dedo adentro y saqué un disco compacto. Era negro. Genérico, algo que había hecho él
mismo.Curioso, lo puse en mi estéreo y apreté reproducir con el dedo de mi pie mientras me recostaba en el suelo.
Música. Cerré los ojos. Un solo de batería profundo, la voz de una mujer… su voz me molestaba. Era emocionante, pasando de increíblemente cálida a dura con cada palabra. No megustaba. Era demasiado inestable, impredecible. Era bipolar. Me puse de pie para apagarla. Si este era el intento de Woohyun de meterme en su música, tendría que intentarlo de nuevo con algo menos…
Las palabras, de repente se engancharon en mí, colgando en el aire; podría haber pataleado y no se habrían salido de mi mente. Escuché, mirando el fuego, y entonces cerré los ojos. Cuando acabó, lo puse de nuevo y escuché lo que intentaba decirme.
Cuando quité el disco del reproductor y lo volví a meter en su sobre mis manos temblaban. Lo llevé a la cocina y lo metí en mi cajón, debajo del catálogo de Neiman Marcus y el fajo de boletas atadas por un elástico.Estaba agitado. Mis manos no paraban de moverse, tirando de mis labios, metiéndose en mis bolsillos, volviendo a salir. Necesitaba desintoxicarme por lo que me retiré a mi oficina para limpiar la soledad sin colores. Me acosté en el suelo y miré el techo. Normalmente el blanco me
calmaba, me limpiaba, pero hoy las palabras de la canción me estaban atrapando. ¡Voy a escribir! Pensé. Me puse de pie y me dirigí al escritorio.Pero incluso cuando el documento de Word en blanco apareció ante mi, limpio y perfecto, no pude volcarle nada encima. Me senté mirando el cursor. Parecía impaciente mientras me parpadeaba, esperando que encontrara las palabras. Las únicas que podía oír eran las de la canción que Nam Woohyun había dejado en mi parabrisas. Invadieron mi espacio de pensamiento en blanco hasta que cerré la computadora y volví a marchar escaleras abajo al cajón. Saqué el sobre de papel madera de su escondite debajo de catálogos y facturas, y lo llevé a la basura. Necesitaba algo para distraerme.
Cuando miré alrededor, lo primero que vi fue el refrigerador. Me hice un sándwich con el pan y los cortes fríos que Woohyun tenía guardados en mi cajón de vegetales, y lo comí sentado con las piernas cruzadas en la mesada. Para toda su mierda de salva a la tierra con híbridos y reciclando, era un fanático de la gaseosa. Había cinco variaciones de bebidas infestadas de conservantes, carbohidratos, que te comían el estómago. Tomé la lata roja y la abrí.
Me lo bebí todo mirando la nieve caer. Luego recuperé el disco de la basura. Lo reproduje diez veces… ¿o veinte? Perdí la cuenta.
Cuando Woohyun entró en algún momento después de las ocho, estaba envuelto en una manta frente al fuego, con los brazos abrazándome las piernas. Mis pies descalzos se movían al ritmo de la música. Se detuvo en seco y me miró. Yo no levantaba la mirada, porque la tenía enfocada en el fuego. Se movió a la cocina. Lo oí limpiando el desastre de mi sándwich. Después de un momento volvió con dos tazas y me dio una. Café. —Comiste hoy. —Se sentó en el suelo y reclinó la espalda contra el sofá. Podría haberse sentado en él, pero eligió el piso conmigo.
Conmigo.
Me encogí de hombros—. Sí.
Seguía mirándome y yo me encogí bajo la presión de sus ojos color plata. Luego, lo que dijo me golpeó. No me había alimentado desde que sucedió. Me habría muerto de hambre de no ser por Woohyun. Ese sándwich fue la primera acción que hice de vivir. Su
significado era tanto luz como oscuridad.Nos sentamos bebiendo café en silencio, escuchando las palabras que me dejó.—¿Quién es? —pregunté suavemente, con humildad—. ¿Quién está cantando?—Se llama Florence Welch.
—¿Y el nombre de la canción? —Miré de reojo su rostro. Estaba asintiendo levemente, como si aprobara que yo preguntara.
—Landscape.
Tenía mil palabras, pero las contuve en mi garganta. No era bueno hablando. Era bueno escribiendo. Juegueteé con la esquina de mi manta. Sólo pregúntale cómo lo sabía.Cerré los ojos con fuerza. Era tan difícil. Woohyun tomó mi taza y se puso de pie para llevarlas a la cocina. Ya casi había llegado cuando lo llamé.—¿Woohyun?
Me miró sobre su hombro, con las cejas levantadas.—Gracias… por el café.Apretó los labios y sonrió. Ambos sabíamos que no era eso lo que quería decir.
Hundí la cabeza entre mis rodillas y escuché Landscape.
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Vena Sucia
RandomCuando el solitario novelista Kim Sunggyu se despierta en su trigésimo tercer cumpleaños, todo ha cambiado. Enjaulado detrás de un cerco eléctrico, encerrado en una casa en medio de la nieve, Sunggyy es dejado para descifrar las pistas para descubri...