Inverno dulce invierno

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                                                                                                                                                                              (Pov Athea)

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                                                                                                                                                                              (Pov Athea)

El campamento siempre había sido hermoso pero había algo en el invierno que hacía que se viera mucho mejor.

La pista de carreras y los campos de fresas estaban llenos de hielo. Habían decorado las cabañas con lucecitas parpadeantes similares a las navideñas, salvo que parecían bolas de fuego de verdad. También brillaban luces en el bosque. También se veía el resplandor de una hoguera en la ventana del desván de la Casa Grande.

-Uau -dijo Nico al bajarse del autobús-. ¿Eso es un muro de escalada?

-Así es -respondio Percy.

-¿Cómo es que chorrea lava? -

-Para ponerlo un poquito más difícil... Ven. Te voy a presentar a Quirón. Zoë, ¿tú conoces...?-

-Conozco a Quirón -dijo, muy tiesa-. Dile que estaremos en la cabaña ocho. Cazadoras, seguidme-

-Os mostraré el camino -se ofreció Grover.

-Ya conocemos el camino.

-De verdad, no es ninguna molestia. Resulta bastante fácil perderse por aquí si no tienes...

Tropezó aparatosamente con una canoa, pero se levantó sin parar de hablar.

-... como mi viejo padre solía decir: ¡adelante!-

Zoë puso los ojos en blanco, pero supongo que comprendió que no podría librarse de Grover.

Las cazadoras cargaron con sus petates y arcos, y se encaminaron hacia las cabañas. Antes de seguirlas, Bianca se acercó a su hermano y le susurró algo al oído; lo miró esperando una respuesta, pero Nico frunció el entrecejo y se volvió.

-¡Cuidaos, guapas! -les gritó mi papá a las cazadora luego se volvió a Percy y le guiñó un ojo- Tú, Percy ándate con cuidado con esas profecías. Nos veremos pronto. Ah y mantente alejado de mi hija –dijo ahora guiñandome el ojo a mi y por un instante juré que mi cara estaba ardiendo.

-¿Qué quieres decir? – le pregunto pero mi papá no le contestó.

En lugar de responder, se subió al autobús de un salto.

-¡Nos vemos, Thalia! –gritó.

Le lanzó una sonrisa maliciosa, como si supiera algo que ella ignoraba. Luego cerró las puertas y arrancó. Tuve que protegerme con una mano mientras el carro del sol despegaba entre una oleada de calor. Cuando volví a mirar, el lago despedía una gran nube de vapor y un Maserati remontaba los bosques, cada vez más resplandeciente y más alto, hasta que se disolvió en un rayo de sol.

Percy Jackson. CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora