¿Acaso no lo viste venir?

83 12 1
                                    

                                                                                                                                                                              (Pov Athea)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

                                                                                                                                                                              (Pov Athea)

Estábamos cruzando el río Potomac cuando divisamos un helicóptero.

Un helicóptero igual al que había en Westover Hall la noche que perdimos a Annabeth.

-Han identificado la furgoneta -advertio Percy- Tenemos que abandonarla-

Zoë viró bruscamente y se metió en el carril de la izquierda. El helicóptero nos ganaba terreno.

-Quizá los militares lo derriben -dijo Grover, esperanzado.

-Los militares deben de creer que es uno de los suyos -dijo Percy -¿Cómo se las arregla el General para utilizar mortales? -

-Son mercenarios -repuso Zoë con amargura- Es repulsivo, pero muchos mortales son capaces de luchar por cualquier causa con tal de que les paguen-

-Pero ¿es que no comprenden para quién están trabajando? - pregunto- ¿No ven a los monstruos que los rodean? -

Zoë meneó la cabeza.

-No sé hasta qué punto ven a través de la Niebla. Pero dudo que les importase mucho si supieran la verdad. A veces los mortales pueden ser más horribles que los monstruos -

El helicóptero seguía aproximándose. A aquel paso acabarían batiendo una marca mundial, mientras que nosotros, con todo el tráfico que había, lo teníamos más difícil.

Thalia cerró los ojos y se puso a rezar.

-Eh, papá. Un rayo nos iría de perlas ahora mismo. Por favor-

Pero el cielo permaneció gris y cubierto de nubes cargadas de aguanieve. Ni un solo indicio de una buena tormenta.

-¡Allí! -señaló Bianca-. ¡En ese aparcamiento!-

-Quedaremos acorralados -dijo Zoé.

-Confía en mí -respondió Bianca.

Zoë cruzó dos carriles y se metió en el aparcamiento de un centro comercial en la orilla sur del río. Salimos de la furgoneta y bajamos unas escaleras, siguiendo a Bianca.

-Es una boca del metro -informó-. Vayamos al sur. A Alexandria.

-Cualquier dirección es buena -asintió Thalia.

Compramos los billetes y abordamos el tren.

Cuando salimos al exterior, vimos al helicóptero volando en círculo sobre el aparcamiento. No nos seguían.

Grover dio un suspiro.

-Suerte que te has acordado del metro, Bianca.

Ella pareció halagada.

Percy Jackson. CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora