Pelea de vagabundos (Percy es uno)

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                                                                                                                                                                              (Pov Athea)

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                                                                                                                                                                              (Pov Athea)

En mi carta de bingo para este año en definitiva no figuraba ser cargada por una estatua mientras volamos por el aire.

La vista era impresionante pero la caida en definitiva mortal, por lo cual me aferraba al brazo de la estatua como si mi vida dependiera de ello, solo que mi vida si dependia de ello.

—¿Le tienes miedo a las alturas? — pregunto Percy.

—No, le tengo miedo a caerme-

—Todo esta bien, solo no mires hacia abajo-

Un pequeño consejo por si algun día me conocen, si no quieren que haga algo entonces diganme que lo haga y si quieren que haga algo entonces diganme que no lo haga ¿Entienden?

Mi curiosidad me susurro al oido que mirara hacia abajo, por lo que lo hize, a nuestros pies desfilaba a toda velocidad una cadena de montañas nevadas.

—¡Estamos en las Sierras!-gritó Zoë.

Ella, Thalia y Grover volaban en brazos de la otra estatua.

—Yo he cazado por aquí. A esta velocidad, llegaremos a San Francisco en unas horas-

—¡Ah, qué ciudad!-suspiró nuestro ángel-. Oye, Chuck, ¿por qué no vamos a ver a esos tipos del Monumento a la Mecánica, ese grupo escultórico de bronce que hay en el centro de la ciudad? ¡Ésos sí que saben divertirse!-

— ¡Ya lo creo, chico! —respondió el otro — ¡Decidido!-

—¿Vosotros habéis visitado San Francisco? -pregunté.

—Los autómatas también tenemos derecho a divertirnos de vez en cuando -repuso nuestra estatua-. Los mecánicos nos llevaron al Museo Young y nos presentaron a esas damas esculpidas en mármol, ¿sabes? Y...-

—¡Hank!-lo interrumpió Chuck-. ¡Qué son niños, hombre!-

–Ah, cierto. Sigamos volando-

Aceleramos. Era evidente que los dos ángeles estaban entusiasmados. Las montañas se fueron convirtiendo en colinas y pronto empezamos a sobrevolar tierras de cultivo, ciudades y autopistas.

Grover tocaba sus flautas para pasar el rato. Zoë, aburrida, se puso a lanzar flechas a las vallas publicitarias que desfilaban a nuestros pies. Thalia tenia los ojos cerrados tal vez estaba dormida.

—¿Puedo hacerte una pregunta? — dijo Percy de repente.

—Ya la hiciste-

—Algo más pasó con las cazadoras ¿No es así?-

Percy Jackson. CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora