Percy por fin tiene punteria

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(Pov Athea)

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(Pov Athea)

Ya había pasado un tiempo desde que Percy se había ido.

—Debes comer — le tendí un pan al hijo de Hades.

—¿Cómo puedes comer cuando nos están amenazando? —

Me encogí de hombros.

—Si voy a morir al menos quiero tener algo en el estómago. Ahora come o te voy a apretujar una hamburguesa por la boca. —

Tomó el pedazo de pan y lo comió, parecía como si le doliera comer.

—Además de hacerte de amistades malas durante este tiempo ¿Qué más has hecho? —

Nico me miro con confusión, supuse que el pensaba tenia intenciones ocultas fuera de la amabilidad que estaba mostrando con el.

—¿Le vas a ir a decir a tu novio? —

Solté una carcajada.

—No creo que a Capitán America le importe lo que haga un niño. —

—Me referia a Percy. —

—No. No todo lo que haga con mi vida está ligado a él. —

El oji negro se detuvo como si decidiera si yo era de confianza o no.

—E estado viajando por el laberinto y un poco aqui y alla. A donde sea que me lleve el laberinto. —

Nos quedamos en silencio durante unos instantes.

—Hay algo nuevo en ti Thea. —

—Tal vez estoy un poco más bronceada, e pasado mucho tiempo en él sol entrenando para… lo queso avecina. —

—No, no es eso — me inspeccionó de arriba abajo. — Hay algo diferente pero no se que es. —

—Tu también has cambiado desde la ultima vez que te vi. ¿Estas un poco más flaco? — dije bromeando.

—Ja Ja Ja —

—Tienes que alimentarte chico fantasma. Toda la energía que usas invocando la tienes que recuperar comiendo. —

Agarre el plato de las hamburguesas y justo cuando se lo iba a poner enfrente Gerion grito:

—¡El tiempo se acabó! ¡Oficialmente pasan de ser mis invitados a mis rehenes! –

Chasqueo los dedos y unas cuerdas nos envolvieron a todos.

—Euritión pasalos a la esquina, no quiero que ocupen espacio en mi mesa. —

—¡Pero si todavía no es la puesta del sol! — reprocho Annabeth.

—Mi rancho, mis reglas, ahora callada. —

Dio otro chasquido y esta vez unas mordazas se colocaron sobre nuestras bocas.

Pasaron unos minutos que se sintieron como horas. Si Percy no volvía, que los dioses quieran que sí, ¿Cómo íbamos a salir de esta? Todos mis amigos estaban desarmados y la única arma que teníamos era mi moneda la cual se encontraba en la bolsa de mi sudadera por lo cual era imposible sacarla.

Percy Jackson. CarolinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora