(Pov Thea)
Mi hermosa cama, mis hermosos discos de Taylor, el desayuno que aparece mágicamente en tu plato, las clases de arco, captura la bandera, extrañaba el campamento más de lo normal.
Este era uno de los peores medios de transporte del mundo, parecía como si estuviéramos montados sobre un cepillo de metal trotando sobre un camino lleno de piedras, en definitiva me estaba arrepintiendo de haberme ofrecido para participar en esta estúpida misión.
A medida de que avanzábamos las comodidades del campamento parecían más y más lejanas.
No tengo ni idea de cuántos kilómetros recorrimos, pero sí sé que las montañas se desvanecieron en el horizonte y cedieron paso a una interminable extensión de tierra llana y seca. La hierba y los matorrales se iban haciendo más y más escasos y, finalmente, nos encontramos galopando a través del desierto.
Al caer la noche, el jabalí se detuvo junto a un arroyo con un bufido y se puso a beber aquella agua turbia. Luego arrancó un cactus y empezó a masticarlo. Con púas y todo.
—Ya no irá más lejos —dijo Grover—Tenemos que marcharnos mientras come-
Nos deslizamos por detrás mientras él seguía devorando su cactus y nos alejamos renqueando con los traseros doloridos.
Después de tragarse tres cactus y de beber más agua embarrada, el jabalí soltó un chillido y un eructo, dio media vuelta y echó a galopar hacia el este.
—Prefiere las montañas —dijo Percy.
—No me extraña —respondió Thalia—. Mira-
Ante nosotros se extendía una antigua carretera de dos carriles cubierta de arena. Al otro lado había un grupo de construcciones demasiado pequeño para ser un pueblo: una casa protegida con tablones de madera, un bar de tacos mexicanos con aspecto de llevar cerrado mucho tiempo y una oficina de correos de estuco blanco con un cartel medio torcido sobre la entrada que rezaba: «Gila Claw, Arizona.»
Más allá había una serie de colinas... aunque de repente me di cuenta de que no eran colinas. El terreno era demasiado llano para eso. Eran montones enormes de coches viejos, electrodomésticos y chatarra diversa. Una chatarrería que parecía extenderse interminablemente en el horizonte.
—Algo me dice que no vamos a encontrar un servicio de alquiler de coches aquí —dijo Thalia. Le echó una mirada a Grover—. ¿Supongo que no tendrás otro jabalí escondido en la manga?-
Grover husmeaba el aire, nervioso.
Sacó sus bellotas y las arrojó a la arena; luego tocó sus flautas. Las bellotas se recolocaron formando un dibujo el cual Grover observaba con gesto preocupado.
ESTÁS LEYENDO
Percy Jackson. Carolina
Adventure"𝓛𝓸𝓼𝓽 𝓘 𝔀𝓪𝓼 𝓫𝓸𝓻𝓷, 𝓵𝓸𝓷𝓮𝓼𝓸𝓶𝓮 𝓘 𝓬𝓪𝓶𝓮 𝓛𝓸𝓷𝓮𝓼𝓸𝓶𝓮 𝓘'𝓵𝓵 𝓪𝓵𝔀𝓪𝔂𝓼 𝓼𝓽𝓪𝔂 " Aquellos ojos que me mareaban de lo hermosos que eran. ¿Pero como yo podia merecerlo? Ni siquiera era merecedora de mi propio pasa...