el comienzo de un final

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—. Me puedes recordar ¿Por qué se siguen viendo?



Preguntó el castaño oscuro al momento de detener su paso y girarse para ver al pelinegra de frente



—. Por los niños -contesta con obviedad y también se detiene-


—. Pero no son.. tuyos 



Vaya comentario tan innecesario, más viniendo de su hermano



—. Si son míos, tienen mí apellido -dice algo molesta por la afirmación del castaño-


—. Pero…

—. Pero nada Alberto, ellos son míos legalmente y mientras ellos me quieran en sus vidas y me sigan llamando mamá para mí es suficiente



Alberto insistía en un tema tan importante para Ana como si fuera un chiste y eso irritaba a la pelinegra




—. Osea si, pero Ana ¿Qué pasará si ella te dice que ya no los puedes ver o ..acercarte a ellos?




—. Pasará que me haré a un lado si mis HIJOS me lo piden, pero si ella lo hace sin consentimiento de Cris y Michel tocará pelear la custodia





Ana sonrió irónicamente para después continuar caminando, Alberto se quedó quieto asimilando por un momento y al ver que su hermana comenzaba a alejarse la siguió





—. ¿Sabes qué no puedes ganar por qué ella sí es su madre biológica? -pregunta mientras intenta ir a la par de Ana-





—. Alberto ellos son conscientes de lo que quieren, si llegáramos a tener problemas legales seguramente nos darían un acuerdo para que ambas podamos "compartirlos" por así decirlo




—. ¿Crees que mis sobrinos no hablarían mal de ti? -ana asiente- ¿Piensas qué te quieren tanto como a su verdadera madre?




La última pregunta puso dudosa a la pelinegra, ella ama perdidamente a esos niños, pero si ellos ¿no lo hacen?




—. Sí… pasamos mucho tiempo juntos y crecieron conmigo -dice pensativa- estas cuestionando incluso más de lo que yo debería



—. Perdón… es curiosidad mía, sabes que yo amo a mis sobrinos pero después de tu divorcio tengo muchas dudas



Claro que tenía dudas el hombre, si ese matrimonio que parecía duraría por muchos años o toda la vida termino, tal vez lo demás también cambiaría





—. No solo sobre los niños, si no también con lo que pasará con todo lo que compartían -confeso intrigado-



Llegaron al estacionamiento donde estaba el auto del castaño, Alberto conducirá y Ana se sube en el asiento del copiloto





—. Se dividirá en partes iguales todo -contesta al abrocharse el cinturón de seguridad-



—. ¿La casa? -ana asiente- ¿Los autos? -vuelve a asentir- ¿El dinero?




—. Nos casamos con bienes mancomunados… la cuenta de banco que teníamos se dará por igual


Ana dió un respiro antes de continuar, no era fácil hablar sobre su situación actual



—. Y sobre la casa.. yo le regalaré mi parte para que sea solo de ella y mis hijos, ya de los autos y cosas demás no me interesa que pase -contesta tranquila encogiéndose de hombros-




el divorcio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora