Divorcio

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—. ¿En dónde andabas?





Le preguntó apresurado el castaño moreno, parecía buscar algo en los cajones del escritorio de Ana








—. En casa -contesta viendo el desorden que esta haciendo su hermano-






—. ¿Con Vero? -pregunta volteando a verla y Ana asiente- ¡Estabas cuidando a mi futura sobrina! ¡Que bonito!






Alberto encontró lo que buscaba y lo metió en su bolsillo, entre risas se acercó a Ana para abrazarla





—. ¿Cómo sabes que será niña? -se cruza de brazos-




—. No lo sé, lo siento en la piel -ríe moviendo los hombros- ya Vero tuvo mucho niño ya es hora de una niña








—. Si es un niño yo seré completamente feliz, igual si es una niña, para mí es suficiente con que Nazca sano sin complicaciones






—. Pues ya veremos tu puntería querida, a ver a que le atinaste





Alberto se rió por lo fácil que provocó el sonrojo de su hermana






—. ¿Crees que se parezca a tí o a Verónica?





—. Prefiero que se parezca a Verónica, no quiero desgraciar a mi bebé con mis rasgos





Los dos se carcajearon, Alberto en forma de burla apoyo lo que dijo Ana y la pelinegra se ofendió, hizo una mueca para después darle una “palmadita” en la espalda a su hermano






—. ¡Ey! -se queja devolviéndole la palmada en el brazo- tienes la manita pesada






—. Para qué andas insinuando que soy fea -finge defenderse alzando las manos-








—. Ash no aguantas nada, con todo y que tú empezaste…








—. No mijito, no es lo mismo ofenderme yo misma a que tú me ofendas








Se quedaron viendo fijamente entre cerrando los ojos hasta que Ana no aguanto la falsa seriedad de su hermano y se rió








—. Ana, desde las nueve está esperándote la “innombrable”






Alberto levantó su labio superior con asco, la “innombrable” nunca le cayó bien, ni cuando fué la secretaria de su hermana, él siempre sintió cierta mala espina de aquella mujer







—. Si sigue aquí dile que pase -dice tranquilamente acomodando su silla para sentarse-





—. ¡¿Qué?! -pregunta incrédulo-





La respuesta de Ana lo impactó, ¿Por qué su hermana accedería a ver a Tatiana? Se supone que esa mujer de cabello rizado era “enemiga a muerte” de la pelinegra por lo que hizo







—. ¿Estás sordo?





—. ¿Estás loca? -pregunta con el mismo tono de voz de la pelinegra-







—. Alberto, Tatiana tiene muchas cosas que aclararme -se sienta en su silla poniendo ambas manos en el escritorio- cuando entré estabas buscando algo.. ¿Qué era?







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