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—. ¿Llorando? ¿Cristian estaba llorando?



—. No Alberto, Cristian no lloraba



—. ¿Entonces quién? -pregunta muy confundido-



—. Verónica -alberto alza las cejas en señal de sorpresa- Cristian vió llorando a Verónica y ella le dijo que era por mis mentiras



Dolía imaginarse esa escena, Verónica llorando por nadamás y nada menos que Ana, que horrible situación




—. Que mal que le haya dicho eso, después Cristian pensará que tú nunca dices la verdad, puede perder la confianza en ti





—. No creo que ella lo haya hecho con mala intención, a lo mejor fue uno de esos días donde no aguantas la presión de lo que esta pasando




—. “A lo mejor”, de todos modos procura hablar con ellos para que tengan presente que tú eres una buena persona y no los defraudaras como a su madre





Ana puso sus manos en su cara y dió un leve grito de desesperación, las fallas no deben volver, ella no era así, ella no jugaba con los sentimientos de los demás y menos con los de su familia.





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En la mañana después de desayunar y bañarse se despidieron del tío Alberto, como Ana había dicho irían con su abuela doña Isabel.

Al llegar fueron recibidos por su otro hermano, Jesús, los niños saludaron al entrar a la gran casa y abrazaron a su abuela que los esperaba en la cocina.

Después de un rato de mimos de su abuela salieron al patio para jugar con sus primos, Ana se quedó junto a su madre viendo a los niños desde la puerta corrediza que estaba al final de la sala




—. Tenían muchísimas ganas de venir -dice la pelinegra sonriendo-



—. ¿Solo mis nietos? -pregunta la mujer mayor alzando una ceja-



—. -ríe levemente- Yo también tenía ganas de venir madre

Se acercó a doña Isabel y la abrazo, era reconfortante sentir el calor de su madre



—. Se ven tan felices -señala a los niños que estan corriendo por el patio junto a sus primos-



—. Sí -sonríe ampliamente- se divierten mucho cuando los traigo



—. Por eso los tienes que traer más
seguido -dice en forma de reclamo-



—. Y eso haré -sonríe pero la sonrisa desaparece momentáneamente- cuando estén conmigo



La mujer mayor miro el repentino cambio en la voz de su hija, parecía sonar triste



—. ¿Aún no arreglan lo que harán tú y Verónica con mis nietos? -pregunta bajando un poco la voz-



—. No hay nada que hacer, solo tiene que tener presente que cuando yo quiera verlos los tengo que ver y si quiero llevarlos a pasear o a salir les tiene que dar permiso -dice con cierta molestia-



—. Así no se puede, las dos tienen que decidir los días que cada quien los tendrá



—. Lo sé… pero por ahora es como te dije



—. ¿Cómo se sienten? ¿No te han hecho preguntas?




—. Están bien.. no están tristes solo un poco confundidos



el divorcio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora