la verdad

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Un suspiro pesado y un mini grito de irritación captó la atención de la mujer de cabello rizado, Ana se movía con su silla de un lado a otro mientras con amargura se mordía el labio y jugaba con su bolígrafo, parecía sumamente estresada


Llevaba casi todo la mañana en su oficina arreglando unos problemas que tuvo con un nuevo colaborador de sus marcas, solo tarareaba y bufaba de vez en vez



Tatiana decidió calmar los nervios de la pelinegra su jefa, con un café bien cargado sin azúcar, pues usaría algo “especial” para endulzarlo.


Tatiana siempre buscó que Ana se fijara en ella, era la típica mujer que buscaba dinero y Ana tenía cara de billetes estos últimos años






—. Ana -toca su hombro- ten, esto te relajará





Ana volteó al sentir la mano de Tatiana y le sonrió cuando vió la taza, en cuanto la tuvo entre sus manos tomó un trago largo sin pensar si estaba caliente el café o no








—. Mm.. Gracias Tati -sonríe- esta bueno, sabe como muy suave?







Ese café si sabía diferente, Ana no sintió que levantara su energía si no más bien se sintió como si le causara ¿Sueño?







—. Es descafeinado -intento explicar rápido mientras Ana seguía tomando del café- Ana no.. ¿No preferies terminar los expedientes en tu casa?







Ana dejó la taza en su escritorio y se giro con Tatiana, ella nunca termina nada fuera de su oficina, pero hoy tenía ganas de estar con su esposa antes de que volvieran sus hijos para “disfrutarla” como ella quería








—. En vez de terminar en mi casa, los dejaré pendientes para mañana -sonríe y se levanta-








—. También puedes hacer eso… Ana yo.. yo quisiera acompañarte -la pelinegra frunció el ceño confundida- digo, solo que me gustaría ver a tus hijos









Tatiana sonaba nerviosa e intranquila, su sonrisa era dudosa, Ana derrepente sintió que su cabeza dio vueltas y puso su mano en su silla para sostenerse, la mujer de cabello rizado se alarmó






—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien? -pregunta preocupada-





—. S.. sí, solo me.. me mareé un poco





Ana miraba el suelo, su cuerpo se puso pesado y sus ojos se empezaron a cerrar solos ¿Qué era ese pitido en su oreja?, Borroso todo era borroso en cuestión de segundos, su garganta tenía ese líquido estomacal ardiente que provocó que quisiera vomitar







—. Ana.. -susurra Tatiana y agarra su brazo- ¿Si te sientes bien?






Ana intento levantar su mirada al escuchar esa voz, de pronto su oficina brillaba y colores se desprendían de las paredes, eso la asustó un poco pero al agarrar la mano de Tatiana se calmo






—. Mi amor.. mi amor.. ¡Eres una princesa mi amor! -dice emocionada la pelinegra-








Gritó Ana con mucha emoción señalando el vestido rosa con miles de brillos que traía “puesto Verónica” o eso ella veía, en realidad era Tatiana que estaba asustada y al mismo tiempo maravillada por el compartimiento de Ana







—. Que rápido hizo efecto -susurra para si misma- las otras veces no funcionaron






—. Mi amor, mía, verdad que eres ¿Mía? Mi amor
-pregunta haciendo puchero-






el divorcio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora