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2021 — Mediados.


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Estas hermosa, Pulgita.

― ¿No crees que esta como demás para una cena, Lilly?

― Claro que no, estas perfecta ― Pausó guardando su teléfono en su bolsa y agarrando mi mano ― Vamos que ya estamos un poquito tarde.

Dijo para llevarme hasta la puerta, me Solte de su agarre para cerrar las puertas y apagar todas las luces de mi apartamento.

Me había mudado sola hace algunas semanas, días después de la inauguración de mi consultorio.

Era un apartamento bonito, cómodo y perfecto para mí. Quedaba cerca de la casa de mis papás y la de Daniel, aproximadamente cinco minutos del apartamento de Lilly y otros cinco minutos hasta la casa de la familia Parra.

Todavía no me acostumbraba.

Los Plebes habían pasado todo el día desaparecidos, solo la Lilly había venido a buscarme para una "cena". Todos estaban muy sospechosos.

Ignorando mis pensamientos, tomada de la mano con Lillian, caminamos hacia su carro y ella comienza a manejar rumbo a un destino que desconocía aún.

— ¿Me vas a secuestrar?

― No, suficiente tengo con soportarte desde que naciste, mija.

― Mamoncita estas, cabrona.

― Debería venderte, mocosa.

Reproche como niña pequeña en forma ironica, haciendola reir.

Algunos minutos en fin se pasaron, paramos en una gasolinera casi a las afueras de Phoenix. Esto no luce bien.

— Ahora Didi, tienes que ponerte esto. ― Dijo Lillian sacando una venda de su bolsa, la mire confundida.

― Me estas asustando, ya dime que esta pasando.

— No puedo, solo te diré que vas a estar muy feliz. Ahora, ponte esto y deja de estar de enfadosa.

Volteé los ojos poniéndome la venda delicadamente.

― ¿Ves algo? ¿Cuantos dedos tengo?

— uno, metido por el pinchi' hocico.

Dije, a ciegas teniendo una visión totalmente oscura. Escuche su risa y luego sentí como arrancaba otra vez el carro.

El camino fue de puras reclamaciones mías por la venda o por miedo de un posible secuestro, y junto con ello, risas y insultos de Lillian.

― Llegamos Didi, perate' te ayudo a bajar.

No Dije nada, escuché su puerta cerrarse, pasos en un camino de piedras y luego la puerta a mi lado abrirse.

— Que elegante esta hoy, se nota que te bañaste.

Reconocí la voz de cristhian a mi lado tomando mi mano para ayudarme.

— ¿Que haces aquí? ¿Dónde me trajiste Lillian? ¿Dónde está Lillian? ¿Que le hicieron? Suéltame viejo podrido.

— No soy viejo y tampoco podrido, cabrona. Ya calmate, ven.

Com miedo, camino a su lado tomando con fuerza su mano y buscando una manera de ver através de la venda que traía puesta.

Era un lugar muy silencioso, caminamos un poco por un camino de piedra, ahora era pura grama o algo suave. Escuché varias voces que no tuve tiempo de reconocer al momento en que paramos de caminar y Cristhian se alejó.

𝙀𝙨𝙖 𝙨𝙤𝙣𝙧𝙞𝙨𝙖 - 𝘊𝘦𝘴𝘢𝘳 𝘗𝘢𝘳𝘳𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora