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A veces no dimensionamos lo que el resto puede sentir con nuestras decisiones y acciones. Pero a veces eso va más alla de lo que podamos hacer. Porque, ni en esta, ni en ninguna otra vida, yo habría elegido esto.
Y es una puta mierda.
***
Desde que tengo memoria, mi rutina ha sido la misma, aunque ha empeorado con los años. Son las seis de la mañana y ya estoy despierta, mirando el techo blanco, contando las manchas que parecen multiplicarse. A veces pienso que se forman figuras; otras, que me estoy volviendo loca.
Escucho el despertador de mamá. Siempre el mismo bufido, señal de que su día también empieza sin ganas. Oigo los pasos: ocho hacia el mueble del televisor. Se detiene por unos segundos, probablemente buscando algo en el cajón. Luego, nueve pasos más hasta el baño, abre el grifo, lo cierra al cabo de cuatro segundos. Todo es tan predecible, un ritual meticuloso. Finalmente, los veintiún pasos hasta mi puerta.
La luz se enciende de golpe, me ciega por un momento. Mamá me observa sin sorpresa, como si esperara encontrarme despierta. Cruza la habitación con los últimos ocho pasos y se sienta al borde de mi cama, una cama de plaza y media que ha sido mi única compañera desde que tengo uso de razón.
━━Hola, Lili ━me saluda, su voz pesada, agotada.
━━Mamá ━respondo, mi voz áspera, como si cada palabra raspara mi garganta.
Me siento, apoyando la espalda contra el respaldo de la cama. El vaso de agua ya está en su mano, lo tomo sin mirar. Mamá abre el frasco de las píldoras, sacude, cierra, repite. Cada sonido de las cápsulas golpeando el vidrio me pone los nervios de punta. Me tiende la mano con las pastillas que detesto.
Las odio con todo lo que tengo.
Cierro los ojos, deseando por milésima vez poder hacer cualquier cosa menos esto. Me invade el arrepentimiento, un arrepentimiento difuso, porque ya ni siquiera sé qué decisiones me llevaron a este punto. ¿Qué le hice yo al mundo, o a Dios, para merecer esto?
Respiro hondo, cerrando con fuerza los párpados. Siento las cápsulas en mi mano, como si pesaran toneladas. Finalmente, las llevo a mi boca. El sabor amargo me revuelve el estómago, y aunque trato de tragar rápido, las náuseas llegan igual. Lucho contra las arcadas y, con ayuda del agua, las trago. Exhalo aliviada, pero vacía.
Mamá me mira, y en sus ojos hay una compasión que me carcome. Sé que se culpa por esto, y yo también la culpé alguna vez. ¿Por qué no me dio un cuerpo que funcionara? ¿Por qué mi propia carne se empeña en destruirme? ¿Por qué no soy como los demás?
Hace tiempo que dejé de buscar respuestas. Hace tiempo que dejé de sentir que vale la pena.
━━Gracias, mamá ━susurro, extendiéndole el vaso.
━━Buenas noches, cielo.
Mamá se levanta, y cuento sus pasos de regreso. Treinta y cinco, hasta su cama. Está cansada, más de lo que dice o muestra. Cansada de despertar cada madrugada para mantenerme viva. Y yo... yo estoy harta de ser una carga. No importa si vivo o muero, siempre seré una carga para ellos. Viva o muerta, seré un peso en sus conciencias.
Desde mi cama, me miro en el espejo que está frente a mí, mientras espero que las píldoras hagan su efecto, pero apenas reconozco a la persona reflejada. El cabello castaño, que solía brillar bajo el sol, ahora cae lacio y sin vida sobre mis hombros. Mis ojos, el derecho azul y el izquierdo gris, una vez fueron mi rasgo más distintivo. Siempre me gustó esa rareza en mí, esa pequeña diferencia que hacía que la gente se fijara dos veces. Ahora, solo los veo apagados, hundidos en un rostro pálido, salpicado por las sombras de mi enfermedad.
Mis labios, siempre agrietados, no importa cuánto bálsamo use, son una muestra más de cómo mi cuerpo me traiciona. He perdido peso, más de lo que jamás pensé perder. Mi contextura es delgada, frágil, como si cualquier movimiento brusco pudiera romperme. Me veo enferma, y lo odio. Antes, mi cuerpo era mi herramienta, mi vehículo para conquistar montañas, para lanzarme al vacío con la seguridad de que las cuerdas me sostendrían. Ahora, soy una prisionera en este cascarón que apenas me mantiene viva.
Pienso en la Lili de antes. La Lili que amaba escalar, que buscaba siempre la próxima aventura. Las montañas eran mi hogar, los deportes extremos, mi adicción. Sentir la adrenalina correr por mis venas era lo más cercano a la libertad que había conocido. Cada vez que llegaba a la cima, me sentía invencible, como si nada en el mundo pudiera detenerme.
Todo eso cambió el día que mi cuerpo dejó de seguirme el ritmo. Al principio pensé que era cansancio, estrés, algo pasajero. Pero las pruebas mostraron otra realidad: tenía una enfermedad rara, una que ni siquiera conocía hasta que me la diagnosticaron.
Hemoglobinuria paroxística nocturna, dijeron los doctores. Un trastorno en el que mis propias células sanguíneas se destruyen de manera anormal. No es cáncer, pero es devastador. Mis glóbulos rojos se descomponen antes de tiempo, dejando mi cuerpo vulnerable, agotado. Cada día es una batalla para mantenerme de pie.
No hay cura. Solo tratamientos que me mantienen estable, pero no mucho más. Pastillas, transfusiones, más pastillas. Mi vida se ha reducido a eso. Y yo, que antes me lanzaba sin miedo desde acantilados, ahora apenas tengo energía para salir de la cama.
Ahora, mi adrenalina viene de las películas y las series que consumo sin parar. Documentales sobre montañistas, videos de deportes extremos, cualquier cosa que me haga recordar lo que una vez fui. Es irónico, ¿no? Solía vivir para esos momentos, y ahora me conformo con ver cómo otros los experimentan. Es lo único que me queda.
Pero incluso en esos momentos, cuando me pierdo en la ficción, no puedo evitar sentir la tristeza que se cuela entre las imágenes. Porque sé que nunca volveré a escalar una montaña, ni a sentir el viento en mi cara mientras caigo en picada. Todo eso ha quedado atrás.
La Lili que era antes... se ha ido. Y la Lili que queda... bueno, ni siquiera sé quién es.
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Al Final Ella No Está - Spreen
FanficSpreen's fanfic | Terminada AFENE | Lirio es una chica que ya ha asumido que está corriendo una cuenta atrás, cada día es uno más cercano a su muerte, pero no quiere dejar el mundo estando escondida entre las paredes de su habitación haciendo la vi...