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El camino era largo y silencioso al principio. Las calles vacías apenas susurraban bajo nuestros pies mientras nos alejábamos de la ciudad, dejando atrás la seguridad de lo conocido y adentrándonos en un territorio que ni Iván ni yo teníamos del todo claro. Ninguno de los dos parecía tener prisa por romper el silencio, como si aún estuviéramos asimilando la decisión que habíamos tomado.

A medida que avanzábamos, el amanecer comenzó a iluminar el horizonte con tonos suaves de rosa y dorado, bañando las calles en una luz cálida que contrastaba con el frío de la madrugada. Era hermoso, casi irreal. Me recordaba a esos amaneceres que veía desde la ventana del hospital, pero ahora podía sentir el aire frío en la cara, podía caminar bajo ese cielo en lugar de observarlo desde detrás de un vidrio.

━━¿Te has escapado antes? ━preguntó Iván de repente, rompiendo el silencio.

Su voz me sorprendió, pero también me alivió. Sacudí la cabeza, dándome cuenta de que en realidad, esta era mi primera vez huyendo de algo.

━━No... ━dije, mirando mis pies━. Pero pensé que era el momento. Ya no tenía sentido quedarme.

Iván asintió, como si entendiera perfectamente lo que quería decir, aunque no habíamos hablado de mi situación en detalle. No sabía si él había entendido que estaba enferma, pero tampoco había preguntado, y yo no había sentido la necesidad de explicarlo.

━━Tampoco he huido antes ━dijo, mirando hacia adelante━. Pero supongo que siempre hay una primera vez para todo.

Nos quedamos en silencio un rato más, hasta que, sin planearlo, empezamos a intercambiar detalles triviales, esas cosas que normalmente no tienen importancia, pero que en ese momento parecían una forma de conectarnos.

━━¿Sabes? ━dije, tratando de suavizar el ambiente━. No me gustan las fresas.

Iván arqueó una ceja, sorprendido por la aleatoriedad de mi comentario. Luego sonrió, la primera vez que lo veía hacerlo desde que lo conocí.

━━¿En serio? ━preguntó━. ¿Qué tienes en contra de las fresas?

━━No sé ━respondí, encogiéndome de hombros━. Son demasiado dulces para mí. Además, las semillas me molestan. ¿A ti te gustan?

━━Sí, me encantan ━admitió, riéndose un poco━. Me gusta que sean dulces, y las semillas... bueno, supongo que nunca me he fijado en ellas.

━━Bueno, entonces ya sabemos algo el uno del otro ━dije, sonriendo de vuelta. Había algo refrescante en hablar de cosas tan simples, alejándonos de nuestras respectivas tormentas internas por un momento.

━━A mí no me gustan los perros ━confesó Iván después de unos segundos, como si fuera algo importante━. Sé que es impopular decirlo, pero siempre me han puesto nervioso.

━━Eso sí que es impopular ━respondí, riendo suavemente━. A la gente le encantan los perros. ¿No te gustan ni los pequeños?

Él negó con la cabeza, haciendo una mueca.

━━No, ni los pequeños. Siempre parecen estar queriendo algo. Me gustan más los gatos. Al menos sabes lo que están pensando.

Me reí más fuerte esta vez, sorprendida por su razonamiento. Era la primera vez en mucho tiempo que me sentía ligera, casi despreocupada, y me di cuenta de que eso era en parte gracias a Iván. Había algo en él que me hacía sentir cómoda, incluso cuando nuestras vidas estaban llenas de incertidumbre.

Seguimos caminando, el paisaje cambiando lentamente a medida que nos alejábamos más de la ciudad. Los edificios altos y grises dieron paso a casas más pequeñas y jardines desordenados, hasta que finalmente, el campo se abrió frente a nosotros. El aire era más limpio aquí, y por un momento me olvidé de que había escapado, de que el tiempo seguía corriendo en mi contra.

━━Entonces... ¿qué música te gusta?━pregunté después de un rato, tratando de mantener la conversación ligera.

Iván se detuvo un momento a pensarlo.

━━Depende del día, supongo. Escucho mucho rock clásico cuando estoy de buen humor, pero últimamente... ━se interrumpió, como si no estuviera seguro de si debía continuar━. Últimamente escucho canciones tristes. No sé, me ayuda a procesar las cosas.

Asentí, comprendiéndolo más de lo que me hubiera gustado.

━━Yo solía escuchar música pop todo el tiempo, canciones pegajosas y felices ━le conté━. Pero desde que me enfermé, me cuesta disfrutarla como antes. Ahora prefiero los instrumentales, como si las palabras fueran demasiado... no sé, superficiales.

Él me miró, asintiendo en silencio. No hubo necesidad de que dijéramos más. Estábamos construyendo una conexión extraña, hecha de esas pequeñas confesiones, compartiendo cosas triviales pero significativas.

Mientras el día avanzaba, los kilómetros pasaban bajo nuestros pies, y aunque el peso de la enfermedad y el dolor emocional aún colgaba sobre nuestras cabezas, por momentos lo dejábamos de lado. En su compañía, no me sentía como una bomba de tiempo. Me sentía como Lili, una chica que aún tenía algo de vida por vivir, aunque fuera solo para disfrutar de las pequeñas cosas: el aire fresco, una conversación banal, o incluso el hecho de que Iván y yo estábamos juntos en este viaje absurdo.

Quizás, después de todo, no estábamos huyendo. Estábamos buscando algo. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que tal vez encontraríamos lo que fuera que buscábamos.

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Al Final Ella No Está - SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora