Epílogo

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Años habían pasado desde aquel fatídico día en el que perdí a Lirio, pero su recuerdo permanecía intacto en cada rincón de mi corazón. La vida había seguido su curso, como un río que avanza a pesar de las rocas en su camino. Había momentos de luz y sombras, pero siempre llevaba conmigo la esencia de Lirio, como una brújula que me guiaba hacia adelante.

Decidí que era hora de regresar a la Patagonia, el lugar que habíamos explorado juntos y que había sido testigo de nuestro vínculo. Cada montaña, cada camino, cada rincón me recordaba a ella, y había llegado el momento de honrar su memoria de una manera especial. Tomé la mochila que una vez había pertenecido a Lirio y la llené con provisiones, mi corazón latiendo con nostalgia y expectativa.

El viaje fue una mezcla de emociones. Recorrí las mismas rutas que habíamos tomado, cada paso resonando con sus risas y sus sueños. Escalé montañas, observé paisajes y respiré la misma brisa fresca que habíamos compartido. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y la naturaleza misma me recordara que la esencia de Lirio siempre estaría presente en este lugar.

Finalmente, llegué al lago donde habíamos pasado una de nuestras noches más memorables. Recorrí la orilla, recordando cómo nos habíamos sentado a admirar las estrellas, compartiendo sueños y promesas bajo el manto del cielo. El agua reflejaba el azul profundo del cielo, y el aire estaba impregnado del aroma de la naturaleza que había amado tanto.

Saqué un ramo de lirios, flores que representaban su nombre y su espíritu. Las sostuve con delicadeza, sintiendo cómo el peso de la memoria y la tristeza se unían en un solo instante. Miré el lago, sus aguas tranquilas y serenas, y comprendí que era el lugar perfecto para rendir homenaje a Lirio.

Con el corazón en la mano, me acerqué a la orilla. En un susurro, le dije adiós.

━━Este es mi regalo para ti, Lirio. Un recordatorio de que siempre estarás conmigo, en cada montaña que escale, en cada aventura que viva. Nunca te olvidaré.

Con un gesto delicado, dejé caer el ramo de lirios en el agua. Las flores flotaron suavemente, llevadas por la corriente, como si se despidieran en un último adiós. Observé cómo se alejaban, sintiendo que parte de su esencia se unía al lago, a la tierra, al aire. Era un acto de amor, un tributo a la vida que habíamos compartido y a la que ella había amado tanto.

Me quedé allí, mirando el ramo alejarse, sintiendo que Lirio nunca se había ido del todo. Su espíritu vivía en los paisajes que habíamos recorrido, en las risas que habíamos compartido y en los recuerdos que siempre llevaría en mi corazón.

Con el corazón un poco más ligero, di un último vistazo al lago, sabiendo que había hecho lo correcto. Era tiempo de regresar, pero esta vez con la certeza de que, aunque la vida continuara, Lirio siempre sería parte de mí, un faro en mi camino, guiándome hacia nuevas aventuras.

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Al Final Ella No Está - SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora