ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟛 ✨

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Mientras me recostaba contra la fría pared, la piedra parecía burlarse de mi deseo de huir. El aire denso, cargado de un calor inquietante, era interrumpido solo por la respiración de Rey Sombra, que, tan cerca de mi cuello, dejaba en su estela un rastro ardiente, despertando en mí sensaciones dormidas, enterradas bajo capas de autocontrol. Sus manos, en un movimiento lento y calculado, descendían por mi abdomen, deslizándose hacia territorios prohibidos, atrapándome en su embrujo, a la vez sutil y contundente.

Mi cuerpo, rebelde pero entregado, reaccionaba a cada caricia con un estremecimiento involuntario, como si fuera ajeno a la lucha interna que se desataba dentro de mí. El placer y la ira se entrelazaban en un tango frenético, y mis caderas, incapaces de resistirse, buscaban acercarse más a él, como si en ese roce se encontrara la respuesta a un deseo inconfesable. Sentí el fuego en mis venas, una llama que prendía con cada toque.

—¿Qué crees que estás haciendo? —mi voz, áspera y rota, era un intento desesperado de recuperar el control, de recordar quién era y qué debía hacer. 

Mis palabras chocaban contra su sonrisa arrogante, esa que le daba a entender que estaba muy consciente del poder que tenía sobre mí, que disfrutaba con cada segundo en que me debatía entre la razón y la tentación.

—Te lo dije, solo me estoy divirtiendo —susurró con una seguridad que me desarmó, mientras sus labios bajaban por mi garganta, acercándose a ese punto sensible que me robaba el aliento y que me hacía olvidarlo todo, incluso a mí misma.

Cada centímetro de mi piel vibraba con una nueva intensidad. Todo era más, todo era demasiado, como si el hecho de estar atrapada en este cuerpo humano amplificara las sensaciones hasta el borde del dolor. Tragué saliva, tratando de mantener un semblante firme, pero mi voz apenas alcanzó a salir cuando intenté protestar.

—¡Detente! —mis palabras eran débiles, un susurro que apenas podía oírme. Dentro de mí, la furia luchaba por imponerse al deseo que crecía con cada contacto, una batalla perdida desde el principio.

Sus labios, traviesos y seguros, me encontraban a ciegas, descifrando con precisión los lugares que hacían eco en mi interior. Y mientras lo hacía, podía sentir cómo se desvanecía mi resistencia, cómo mi voluntad se desmoronaba ante el peso de sus caricias y la urgencia de mis propias necesidades.

—¡¿Crees que puedes hacer lo que quieras?! —mi voz, apenas audible, se quebraba bajo la presión de una noche que parecía no tener fin. Lo miré, buscando en su rostro alguna señal de arrepentimiento, pero lo único que encontré fue una chispa de diversión, un juego en el que él era el maestro y yo la presa.

Cada movimiento suyo, cada palabra, no hacía más que alimentar el fuego que ardía dentro de mí, consumiéndome poco a poco, llevándome al borde de la locura, a un punto donde la razón ya no tenía cabida.

—No sabes en lo que te estás metiendo —advertí, con una voz que no tenía la fuerza que deseaba. Él lo sabía, sabía que mi resistencia se estaba desmoronando, que era solo cuestión de tiempo antes de que cayera, rendida a sus pies.

Entonces, sin previo aviso, sus labios se apoderaron de los míos en un beso abrasador, un beso que me robó el aliento y me hundió en un abismo de sensaciones prohibidas, un abismo del que no quería salir. Y mientras lo hacía, algo dentro de mí cedió, permitiéndome por primera vez sentir sin culpa, sin miedo, sin vergüenza. Estaba atrapada, sí, pero no solo por él, sino también por mi propio deseo, un deseo que, hasta ahora, había negado.

—¡Soy la princesa de la amistad! —grité en un último intento de recuperar el control, pero mis palabras fueron ahogadas por el calor de su proximidad, por la lujuria que se infiltraba en cada rincón de mi ser, resquebrajando mis defensas con una fuerza implacable.

Deseo [TWIBRA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora