ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚𝟜 ✹

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No podía negarlo, desde aquel día, nuestra relación había cambiado. Ahora nos saludábamos por las mañanas, y por las tardes, después de volver de la escuela, nos quedábamos un rato en la barandilla del quinto piso tomando café. No sé por qué, pero esas pequeñas interacciones me hacían sentir... extraña.

No es que habláramos de cosas profundas. De hecho, nuestras conversaciones eran completamente triviales, sin rumbo. Pero había algo en ellas que me hacía sentir cómoda, como si fuera un respiro en medio de mi apretada rutina. Sombra no era tan malo, después de todo, aunque nunca lo admitiría en voz alta. A veces, incluso me daba la impresión de que nos parecíamos más de lo que me gustaría aceptar. Claro que sacarle información sobre su pasado era como intentar extraer agua de una roca. Pero eso no importaba, al menos no tanto. Esas charlas sin sentido eran... divertidas.

Eso sí, con todo lo demás en mi vida, la investigación sobre los cristales se estaba atrasando un poco. No es que estuviera descubriendo mucho, de todos modos. Los fragmentos seguían moviéndose de manera errática en distintos periodos de tiempo, sin patrón aparente. Era frustrante no saber a qué reaccionaban. Al menos Sunset había sido comprensiva, recordándome que debía ir a mi propio ritmo. Y eso es lo que estaba haciendo.

Me acomodé los lentes y los limpié con un suspiro. Por fin el fin de semana había llegado, y después de una larga semana equilibrando clases y misterios mágicos, estaba lista para tomarme un pequeño descanso. Era sábado al mediodía, me había despertado más tarde de lo usual, y ahora estaba en mi escritorio... intentando avanzar en la investigación. Qué emocionante.

Mientras tanto, Spike estaba tirado en el sillón, viendo la televisión. Tenía suerte de que aún no se hubiera dado cuenta de cuánto tiempo estaba pasando con Sombra. No le caía bien, y era más que obvio. Cada vez que volvía a casa, Spike me olfateaba y luego me lanzaba una mirada sospechosa. ¡Supongo que no puedes engañar a la nariz de un perro!

En cuanto a la novela, ya casi la había terminado. El pobre escarabajo seguía atrapado en su abismo y, hasta ahora, el mayor misterio era por qué nadie había ido a rescatarlo. Pero bueno, ese problema estaba lejos de ser lo más importante en mi vida en este momento.

De repente, alguien tocó la puerta. Me levanté, caminé hacia la entrada y la abrí, y, para mi sorpresa, allí estaba Sombra, nervioso, con las manos en los bolsillos y evitando el contacto visual.

—¿Qué pasa? —pregunté, arqueando una ceja.

Sombra respiró hondo antes de responder.

—¿Quieres... salir a comer algo? —dijo, tratando de sonar casual, pero claramente incómodo.

Lo miré con sorpresa, no esperando para nada esa invitación.

—¿A comer? —pregunté, un poco desconcertada.

—Sí, ya sabes... comida. Claro, solo si quieres —agregó, rascándose la nuca y evitando mi mirada.

No pude evitar reírme, calmando mis propios nervios.

—Sabes que ya se acerca fin de mes, ¿no? —le dije, arqueando una ceja en broma.

Sombra soltó una risa nerviosa, rascándose la nuca aún más fuerte.

—Oye, ya dije que me pagarán a fin de mes. Tranquilízate. Literalmente es mañana.

Reí, disfrutando de su evidente incomodidad.

—Entonces, si es así, aceptaré la comida —dije, dándole una sonrisa juguetona.

Antes de que pudiéramos movernos, Spike, quien había escuchado toda la conversación desde el sofá, se puso de pie y comenzó a ladrar, visiblemente molesto.

Deseo [TWIBRA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora