ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚𝟞 ✹

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Llevaba todo el día sin salir del apartamento. No quería ver a nadie. Ni siquiera había sabido nada de Sombra desde ayer. Claro que no. ¿Por qué iba a querer algo conmigo? ¡Qué estúpida! ¡Estúpida! Me golpeé suavemente la frente, repitiendo la palabra una y otra vez en mi mente. Él solo había sido amable, nada más. Yo había sido la tonta en pensar lo contrario.

Mi teléfono vibraba constantemente con mensajes de mis amigas. Todas preocupadas. Habían notado mi ausencia, por supuesto. Sabían que algo estaba mal. Pero cada vez que recibía un mensaje de ellas, me apresuraba a responder con una excusa sencilla: "Estoy bien, solo tengo un poco de tos. Necesito descansar."

Con eso, lo dejaban estar... al menos por un rato. Puse el teléfono bajo mi almohada, ignorando las vibraciones y las notificaciones. No tenía ganas de hablar con nadie.

Me di la vuelta en la cama, suspirando, cuando mis ojos se posaron en el suelo. El libro del escarabajo. No lo había levantado desde el desastre de ayer, cuando todo comenzó a desmoronarse en mi vida. Había intentado olvidarlo, pero el libro seguía ahí, recordándome lo deprimente que era.

Quizás era hora de terminarlo. Quizás así podría encontrar algo de paz, aunque fuera con ese insecto triste y solitario.

Extendí la mano desde la cama, sin levantarme, y lo alcancé. El libro se sentía más pesado de lo normal. Quizás porque, de alguna manera, me identificaba con él. Abrí la página donde me había quedado y comencé a leer el final.

"¿Por qué nadie viene a buscarme? He estado aquí semanas," sollozaba el escarabajo, mirando hacia la salida inalcanzable del abismo. "Si tan solo no tuviera las alas y patas rotas..."

La desesperación del insecto me atravesaba el alma. ¿Por qué nadie lo buscaba? Al igual que él, me sentía atrapada en mi propia oscuridad, invisible para quienes me rodeaban. Pero entonces algo cambió en el relato.

El escarabajo vio una figura cerca del borde del abismo. "¡Ayuda! ¡Ayuda!" gritó, pero cuando la figura se asomó, el escarabajo se congeló de horror.

"Era el mismo."

Bajé el libro un momento, mi mente giraba. ¿Qué? Volví a leer.

"No era el mismo, sino alguien que se parecía mucho a él, una copia exacta suya" El extraño comenzó a reírse desde el borde del abismo. "Gracias a que caíste aquí, pude tomar tu lugar. Tus padres me aman, tus amigos me adoran. Tu vida es mía ahora, porque tú nunca podrás salir de aquí."

El escarabajo sollozó. Un suplantador. Alguien había tomado su lugar en el mundo, y por eso nadie había venido a buscarlo. Porque nadie lo echaba de menos. Nadie sabía que él ya no estaba.

"Quizás esto es lo mejor," pensó el escarabajo. Sus padres tendrían el hijo que siempre quisieron, y él, el verdadero él, pagaría el precio por su curiosidad. Finalmente, lo había visto: el monstruo del abismo.

Cerré el libro con un golpe seco, sintiendo una presión en el pecho. ¿Eso era todo? ¿Ese era el final? El escarabajo aceptando su destino, siendo reemplazado por algo que no era él. ¿Eso es lo que soy? ¿Una versión rota de alguien más, esperando ser reemplazada? Quizás al final, eso era lo mejor.

Sentí las lágrimas arremolinarse en mis ojos mientras me hundía más en la cama. Spike se acurrucó a mi lado, mirándome con preocupación. Me aferré a él con fuerza, sintiendo que, por un momento, él era lo único que me mantenía conectada a este mundo.

Deseo [TWIBRA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora