00-Emus Maximus

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-¿Escuchaste la noticia del último hijo de los Sainz? ¿Carlos?

-Kelly, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?

-Ohhh, Rebecca, siempre tan mala onda. Pero, enserio, ese Carlos me trae fascinada.

-No eres la única.

-Digo, un lindo y adorable omega, que además, es un cambiaformas, ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

-Es una maquina expendedora no un micrófono, vete a hablar a otro lado.

Ambas jóvenes  miraron al joven hombre frente a ellas, el flequillo de su pelo castaño tapaba parcialmente sus ojos.

Las dos chicas hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquel chico, sino hubieran seguido su paso como si nada.

Kelly rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyada, tomando la mano de Rebecca, las dos betas se fueron, caminando por el pasillo del edificio de la universidad ignorando al castaño.

Charles por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de las dos chicas, tantas voces le hacían doler los tímpanos, y ese día todos estaban hablando de lo mismo.

En verdad, él había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Carlos Sainz; siendo un joven omega de una familia rica de puros alfas, su condición de omega era ya era bastante especial, pero no fue conocido hasta hacía unos días, cuando el mundo se enteró que el chico de diecinueve años era un cambiaformas; pasando de ser un muchacho enano y bonito a un majestuoso lobo blanco.

Por muchos años, se creían a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood, sabían que en la antigüedad existieron y hasta había fotos viejas donde aparecían cambiaformas, pero siempre estaba la duda si en verdad era un humano en forma de lobo o un perro muy grande, Charles siempre optaba por creer la segunda.

Pero Charles tenia tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien a la charlatana de Kelly. Un menos diez porciento, para ser mas exactos.

Con su refresco en la mano, volvió a la biblioteca, lugar donde de dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminas haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de veinte años que sabía de las siestas de Charles, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba al chico sólo cuando un profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón, el rubio dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, solo fingirá leer.

-Buenas tardes- saludó Charles a la castaña tras el largo escritorio.

Él podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba de toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer uno, que no tenia, por supuesto.
-Hola, Charles.

A pesar de que la chica sabía su nombre, Charles nunca  se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa en su pecho o en la que descansaba sobre el escritorio.

En su cómodo trono, echó la cabeza hacia atrás para cerrar los ojos y dormir, tenia el don de dormir en cualquier lado y en cuestión de minutos.

Rápidamente, la oscuridad de sus párpados se transformó en la de una calle, las luces públicas apagadas, las casas en total oscuridad e incluso los semáforos sin sus colores le dijeron del corte de luz.

𝑫𝒆𝒍𝒕𝒂[𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒐𝒔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora