05- Olor

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-¡No es justo Kelly! Están buscando un alfa para Carlos…

-¿Y qué piensas que van a estar buscando, estúpida? ¿Una tortuga para que se aparee?

-¡No Kelly! Pero me- ¡Auch!

-No me pegues, sabes que te la devolveré.

-¿Tengo que mandarlas a la mierda todos los días por esta máquina?

De nuevo ambas chicas lo miraron, Rebecca con un poco de miedo y Kelly con fastidio, sin decir nada, se fueron, dejando que Charles sacara su lata de refresco para ir hacia la biblioteca.

-Buenos días, Charles– dijo la bibliotecaria.

Charles se acercó al escritorio para ver el nombre en la placa por primera vez en todo el tiempo que llevaba en esa universidad.

-Charlotte- dijo, más lento de normal, haciendo que la chica lo mirara con el ceño algo fruncido, preguntándose si era algún tipo de broma.

-Charles Leclerc-dijo, de la misma forma que el rubio había hecho con su nombre.

-Un gusto-Charles sonrió, irónico, mientras extendía la mano hacia la bibliotecaria, pero la corrió rápidamente en cuanto ella fue a tomarla.

Charles rió, divertido, pero la alfa gruñó, acomodándose los anteojos con una expresión molesta en el rostro, era a veces demasiado torpe para detectar bromas.

El castaño dio media vuelta para dirigirse hacia su sillón, dispuesto a dormir un poco, pero la voz de Charlotte lo hizo frenar.

-Veo que estás de buen humor hoy, Charles- dijo-¿Ese olor que llevas tiene algo que ver?

Confundido, Charles se giró para caminar de regreso hacia donde la chica estaba sentada.

-¿Qué olor?

La chica lo miró como si estuviera bromeando, otra vez, pero por la expresión en el rostro del rubio se dio cuenta que no era así.

-Hueles como a caramelo- dijo- es algo leve, pero puedo sentirlo igual, no sé, ¿Tuviste una noche interesante? – preguntó con una sonrisa.

Charles no dijo nada por unos segundos, se dio cuenta que había dormido abrazando a Carlos y que el olor del omega se había quedado consigo, quizás, si Charles tuviera su olor propio no se notaría tanto, pero no era el caso, así que se sentía en problemas.

-Corrígeme si me equivoco- dijo Charlotte al ver que Charles no iba a hablar- ¿Una omega interesante en la noche?

Charles comenzó a sentir el nerviosismo en su interior, y un calor lo abrumó, aunque intentó disimularlo lo mejor posible.

-¿Tengo razón? – preguntó Charlotte, alzando una ceja, sonriendo de forma victoriosa.

Charles reaccionó de golpe, encogiéndose de hombros para restarle importancia.

-¿Y qué si fue así? – dijo, en todo defensivo, lo que hizo reír a la bibliotecaria-, tú tampoco hueles mucho como tú dijo, aunque no tenia ni idea ni le interesaba el olor de la chica, la castaña rio.

-Mis mejores amigos son omegas, Char-dijo-, en cambio… No me esperaba eso de ti.

-¿Eso?

-Una omega, o un omega, no lo sé- sonrió.

Charles tomó un sorbo de refresco, su nerviosismo había pasado.

-Lo que haga durante la noche no te incumbe- dijo, de forma fría-, a menos que quieras ser parte de ella- añadió, con una sonrisa y un guiño.

Charlotte gruñó de nuevo como respuesta, pero Charles sólo rio ante ese gesto, decidió salir de ese lugar, ya encontraría dónde dormir luego, la conversación con la bibliotecaria lo había hecho reaccionar:

Necesitaba comprarle supresores a Carlos, y perfumes, para él o para el omega.

Sabía que los supresores disminuían el olor, aunque él nunca los había usado y tampoco sabía qué tipo eran, pero si alguien llegaba a detectar el olor de Carlos y lo encontraba, estaría en problemas y lo sabía.

Se suponía que el omega más deseado del momento estaba escondido en su departamento, pero ese aroma tan dulce se sentía demasiado.

Se fue temprano de la universidad para caminar unas cuadras de más hasta el supermercado donde trabajaba, él no sabía nada de supresores, pero si los rumores eran ciertos, conocía a alguien a que sí.

-Isa.

La rubia se giró y miró confundida al chico.

-¿Vienes por horas extras? – dijo, luego arrugó la nariz un poco-, ya se te fue el olor que tenías en la mañana, es una lastima, era muy rico.

Charles frunció el ceño, ¿Isa también se había dado cuenta y no había dicho nada? Lo que más le sorprendía es que la chismosa de su compañera no le había preguntado nada al respecto.

-¿También lo sentiste?

-Lo que hagas en la noche no me incumbe- dijo con burla.

-Mierda, ¿Tan rápido cuentan los chismes las mujeres?

-Te sorprenderías – dijo- pero bien, Charles, sé que no has venido para charlar conmigo, ¿Qué querías?

-Supresores- dijo el rubio de golpe.

Isa no dijo nada y sólo alzó una ceja.

-¿Para ti?

-Eso no te incumbe- replicó Charles con una sonrisa, ganándose una mirada de odio de la rubia.

-A ver, amigo- Isa ya sonaba molesta, cosa que podía pasar muy rápido-, hay varios tipos de supresores, para omegas, para alfas y más o menos fuertes, también de distintas marcas, en cápsulas, líquidos, en polvo para comidas y todo lo que quieras…. Pero no hay supresores para betas.

Charles se sintió confundido y algo estúpido, con un suspiro, se dijo a sí mismo que tenía que contestarle bien a la chica antes de que ella se enojara más y lo mandara a la mierda.

-Es para un omega- dijo, con un suspiro-, para disminuir su olor.

Isa no dijo nada por un momento.

-¿Tanta vergüenza te da llevar el olor de alguien?

-¿Puedes darme los supresores así puedo volver a mi dulce hogar?

La chica rodó los ojos, le hizo una seña para que lo siguiera, llegando a la parte de farmacia del supermercado, vio un poco entre todas las cajas de supresores hasta dar con una, tomarla y extenderla hacia Charles.

-Estas no son muy fuertes, pero son especiales para el olor-dijo-Casi todos son para el momento del celo, Charles, no encontrarás muchas para cubrir sólo el olor.

-¿Y perfumes? – preguntó.

-¿Me viste cara de vendedora?

-¿No se supone que tú abuelito piensa que estás trabajando? – replicó-haz algo.

-Esto es autoservicio, Charles.

-Pero yo no tengo ni puta idea de estas cosas.

-¡Ya sé que no sabes nada!

-¡Estás asustando a los clientes! – dijo, viendo cómo una mujer los miraba con los ojos muy abiertos.

-¡Siga caminando señora! – dijo Isa dirigiéndose hacia la mujer, quien apuró su carrito para alejarse.

Charles no pudo evitar reír un poco ante la actitud de mierda de su compañera de trabajo, por más que la odiaba, a veces le caía bien.

-Camina, Charles- dijo la chica, avanzando hacia la parte de perfumería, extendió los brazos ante toda la variedad de productos.

Charles se sorprendió un poco, nunca había prestado atención a toda la cantidad de perfumes con olores más naturales, como café, chocolate, algunas flores y frutas.

-¿Cuál es tú olor? – preguntó, mirando a Isa -Tu olor propio.

La rubia se ruborizó un poco, era un secreto a voces que ella era Omega, y lo había ocultado desde su juventud, ella creía que ser omega no iba bien con su personalidad, pero había muchos conocidos que lo sabían.

-Flores… y té- murmuró.

-Ajá… Y ¿Charlotte Siné?– dijo el nombre completo de la bibliotecaria con algo de duda.

-Charlotte huele a chocolate y café- dijo-ero se le pega mucho el olor de cualquier persona que se le cruce, porque su olor personal no es muy intenso.

El castaño asintió ante esa información, él era un asco para los olores, tenía que ser muy fuerte y muy fácil de reconocer para que él se diera cuenta qué olor característico tenían las personas a su alrededor.

Charles tomó el frasco de perfume a café, pensando un poco en ese olor artificial que en su momento fue su olor propio.

-Terminaste las compras? – dijo Isa en tono exasperante.

-Sip, así al fin puedo dejar de ver tu cara fea e irme a mi casa.

-Bien, te voy a cobrar el doble.

Al salir del supermercado, para caminar las pocas cuadras que lo separaban de su departamento, Charles volvió a ver a aquellos carros negros de vidrios oscuros seguían andando por la calle.

Vio uno estacionado detrás de un auto de policía, su conductor hablaba, parado junto a la puerta abierta del coche con un oficial, era un alfa de al menos un metro ochenta algo delgado pero musculoso, unos anteojos oscuros descansaban en el cuello de la camisa, perfectamente blanca tras el saco perfectamente negro.

Charles intentó no mirarlo demasiado tiempo, no debía actuar sospechoso, quizás ya estaba paranoico, se recordó a sí mismo las palabras de Isa, de que el olor a omega se le había ido.

Caminó dentro del edificio hacia su departamento intentando disimular la bolsa que cargaba tras el bolso de la universidad, se encontró con algunas personas, que no le hablaron, al igual que todos los días, solo una reverencia y ya.

Entró a su departamento, que estaba en silencio y en completa oscuridad, Charles frunció un poco el ceño.

-¿Carlos Sainz? – preguntó, algo bajo, avanzando hacia su cuarto.

Vio el bulto bajo las sábanas y se acercó en silencio.

-Niño te tra- ¿Estás llorando?

Escuchó al muchacho sorber su nariz mientras negaba con la cabeza, el omega estaba cubierto por las sábanas hasta cubrir sus hombros, pero aún así temblaba.

-¿Tienes frío? – preguntó Charles, apoyó el dorso de su mano sobre la mejilla de Carlos, tal como hacía su madre con él de pequeño, esta estaba húmeda.

El omega estaba algo frío, pero nada muy alejado de lo normal, charles corrió su mano luego de unos segundos, pero una mano pequeña escapó del abrigo de las sábanas para atraparla, y dejarla de regreso en la mejilla del omega, acunándola.

Charles frunció el ceño, ¿Qué mierda le pasaba al omega ahora?

-señor Charles- escuchó la sutil voz del omega, al nombrado le pareció raro el formalismo, pero se acercó un poco para darle a entender que lo escuchaba- ¿Puedes meterte en la cama conmigo?

Charles no contestó, en cambio un suspiro cansado salió de sus labios.

-Carlos, escucha- el tono, más brusco del que quisiera, hizo que el omega de encogiera un poco más bajo las sábanas-, entiendo que como omega tengas tus necesidades, pero yo no soy quien para cumplirlas y tampoco soy el indicado.

>> Hoy, varias personas de dieron cuenta que llevaba tu olor, y-

-¿No quieres contacto físico para que no huelas a omega?

-Exactamente.

Ninguno de los dos dijo nada por unos segundos, hasta que Carlos soltó la mano de Charles bruscamente y se sentó en la cama con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

-No sé si te diste cuenta, Charles, pero, ¿A qué huele todo el puto departamento?

El rubio frunció el ceño, olfateando un poco el ambiente, y haciendo una mueca después.

-¿No lo notas?

Charles negó.

-Todo el lugar huele a mí, no es necesario que me toques para te quede mi olor, porque todo este lugar apesta- dijo Carlos-¿Sabes por qué es eso?

-¿Estamos jugando a las adivinanzas?

Carlos suspiró de forma cansada.

-Mi celo está cerca- dijo simplemente.

-¿Entonces…?

-¿Cómo que “Entonces”? – dijo Carlos, sonaba molesto.

-¿Qué? ¿Entonces qué, Carlos? ¿Tu olor aumenta? ¿Estarás más sensible? ¿Tendrás cólicos o malestares por unos días y luego una necesidad frenética de tener sexo? ¿O eres de los que no tienen cólicos y sólo quieren fornicar? – Charles habló en tono brusco, aunque no se dio cuenta hasta que vio el labio inferior de Carlos temblar.

-Eres un idiota- dijo el omega, volteándose para cubrirse con las sábanas hasta la cabeza.

-Wow, qué noticia- dijo en tono irónico, pero Carlos no respondió, sólo se mantuvo hecho una bolita bajo las sábanas, Charles lo miró por unos segundos, y luego comenzó a sentirse como un verdadero idiota.

Insultando en voz baja, se levantó de la cama, notando como Carlos se movía un poco al no sentirlo cerca.

-Te traje unos supresores- dijo, cambiando de tema, mientras comenzaba a quitarse la ropa para bañarse- para tu olor.

Carlos no contestó.

Resignado, Charles se metió al baño sólo en calzoncillos y con la toalla en mano, soltando un suspiro.

𝑫𝒆𝒍𝒕𝒂[𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒐𝒔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora