14- Cumple Tu Promesa

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Sentados en la cama todo el día, hablando para conocerse mejor, Charles se sentía mucho más confiado y abierto hacia Carlos, el omega ya había escuchado su mayor secreto y no había reaccionado mal, no había nada que fuera peor, así que no se contuvo en contarle otras cosas.

Carlos, por su parte, tampoco se había quedado atrás con sus anécdotas más personales, le había contado a Charles que, para el resto de la familia Sainz, Carlos era una decepción, casi un error: Haber nacido hombre y haberse presentado como omega era su gran error.

Su familia no lo aceptaba, no lo trataban mal, pero si de forma distante, y no lo consentían tanto como a sus hermanos, quienes tampoco eran malos con él, sino era más bien su madrastra (también alfa), quién presumía todos sus logros por ellos, y nunca se ahorraba la frase de “por ser un alfa exitoso”.

Y él sólo era un omega.

Por eso pasaba todo el tiempo con su abuelita, madre de su madre biológica, quién tenía su casa en el mismo terreno que su familia, aunque bastante alejado de aquella mansión por el amplio patio trasero, en una parte con más árboles, plantas y pasto descuidado.

Su abuelita era la persona más dulce del mundo, y Charles pensó que debía ser de ella de donde Carlos había heredado toda esa misma dulzura, ella le había enseñado un montón de cosas de la naturaleza, además de cosas de sus pasatiempos como tejer o bordar, le había enseñado a cocinar, porque según su abuela era así como le ganarías el corazón a cualquier alfa.

Carlos no había ido a la escuela, siempre fue educado en casa por una chica beta, quién amaba tanto a su abuelita como él, ya que siempre estudiaban en la casa de la mujer mayor, pero ya había terminado sus estudios secundarios y ahora estaba buscando una universidad, lejos de Mónaco para poder ser libre y conocer el mundo de una buena vez… Pero sus planes se habían interrumpido

-Mí abuelita es la única persona que extraño, y me preocupa que esté mal por mí- dijo el omega -, aunque ella sabía que iba tras mí alfa, así que debe saber que estoy bien—sonrió de lado, mirando a Charles, el más castaño no supo bien qué decir ante eso, así que sólo se quedó callado- Ella me enseñó el secreto de ser cambiaformas- añadió, bajando la cabeza hacia sus manos.

Charles lo miró con curiosidad y atención, el poder convertirse en un perrito adorable era raro y era el primero en décadas.

-No es genético, como dicen mis padres o las otras personas…

>> Cambiar a tu forma animal implica una conexión con tu lobo interior tan fuerte que son uno mismo, ambos funcionan al mismo tiempo y al cambiar de forma sólo… Dejas salir la imagen de tu lobo al exterior.

>>> Es algo que se fue perdiendo de a poco, cada vez las personas son más humanos e ignoran sus instintos, dejan de lado a su lobo porque se considera primitivo, la falta de contacto con la naturaleza, el ser tan dependientes de la tecnología hace que nos apartemos de nuestra parte animal.

Charles estaba un poco sorprendido, vio el mohín en el labio de Carlos, al final no todo era tan bueno como parecía.

-Por eso no importa qué tan alfa sea quién me marque-continuó Carlos, su expresión era casi melancólica, mis hijos saldrán tan normales y tan idiotas como los que quieren emparejarme si los crían como a los demás.

Charles asintió, en silencio, no fue necesario preguntarle para saber que Carlos había intentado decirle eso mismo a sus padres, pero no lo habrían escuchado, con el hecho de tratarlo de menos por ser omega sabía qué clase de personas serían.

-¿Tu abuelita también es una cambiaformas?

Carlos lo pensó un momento, hizo una mueca.

-Sí, pero desde que el abuelito la dejó no pudo volver a cambiar- dijo. Creo que a su lobo le pasa algo parecido a lo que le ocurre al tuyo, siente miedo y vergüenza de salir al exterior.

𝑫𝒆𝒍𝒕𝒂[𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒐𝒔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora