04-Eres Muy Amargado

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Con un quejido somnoliento Charles se estiró bajo el montón de sábanas de la cama, se irguió un poco para sentarse, pero unos brazos lo rodearon por el torso y lo volvieron a acostar sobre la cama, haciendo que se le pasara el resto de sueño que le quedaba de golpe, corrió ese abrazo y se levantó rápidamente.

Al principio se sintió confundido y se preguntó quién era ese omega con aroma tan dulce que se frotaba el sueño de los ojos con un puchero adorable, luego recordó lo que había pasado la noche anterior.

-Yo… ¿No estaba durmiendo en el suelo?- Preguntó Charles, aunque fue más para sí mismo.

Carlos se acomodó en la cama para sentarse con la espalda contra la pared, y le dedicó una sonrisa caprichosa, parecía un niño que había conseguido lo que quería.

-En la madrugada no podía dormir, y te pedí que vengas a la cama conmigo, a los demás... A mi lobo le gusta acurrucarse- dijo, y el rubor en las mejillas del omega hizo que el rostro de Carlos se sintiera caliente.

Sin decir nada, el mayor se frotó el rostro y salió del cuarto para ir a la cocina, dispuesto a evitar cualquier conversación y hacer su desayuno.

no había terminado de hacer su café que Carlos y lo estaba mirando desde el umbral con ojos hambrientos.

Charles al verlo lo primero que pensó fue en mandarlo a la mierda y que no le prepararía el desayuno, tenía suficiente conque el chico se quedara en su casa y tenga que usar su ropa, pero al abrir la boca, las palabras que surgieron fueron totalmente diferentes:

-¿Qué quieres comer?

Carlos sonrió complacido, sus ojitos de perrito siempre funcionaban.

-¿Te molestaría que hiciera mí desayuno yo mismo?

A Charles le gusto esa actitud y sonrió con aprobación.

Tiempo atrás había estado en una relación con una omega, y la chica era tan inútil y poco independiente que sacaba de quicio a Charles, ya que para todo quería que la ayudaran. Luego de eso creía que todos los omegas eran iguales, después de todo, su instinto era depender de un alfa.

-¿Puedo? – la pregunta de Carlos hizo que Charles reaccionara, moviendo la cabeza para despejarse.

-Si, si- dijo. Solo no rompas nada.

Minutos después, cuando Charles ya tenía su café y un paquete con algunas galletas, se sentó en la mesa para disfrutar de su típico desayuno.

Vio a Carlos buscar en la alacena hasta encontrar pan, así que se preparo unas tostadas, luego siguió buscando algo más, hasta que finalmente preguntó:

-¿No tienes chocolatada?

Charles rio con un poco de ternura.

-Niño, gasto mí presupuesto en café, es lo único que me mantiene con vida. No gasto en chocolatada porque no me sirve.

Vio a Carlos mirándolo con una mueca de disgusto.

-Creo que eres muy amargo, te hace falta chocolatada.

Charles sólo rodó los ojos, mientras que Carlos se resignaba a hacer un café también.

A los pocos minutos Carlos había terminado de hacer su desayuno y se había acomodado en la mesa para comerlo, pero en cuanto se sentó, Charles se levantó sin decir nada y volvió al cuarto.

La seriedad del chico castaño hizo que carlos se preguntara si al otro le molestaba su presencia allí, su mente empezó a hacer miles de escenarios, como que charles estaba preparando algo de abrigo para él, para dárselo y echarlo de su departamento o  estaba haciendo tiempo para llamar a la policía y que a él lo vengan a buscar para llevárselo de regreso a su vieja rutina.

𝑫𝒆𝒍𝒕𝒂[𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒐𝒔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora