10- ¿Carlos Sainz, Desaparecido?

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Cuando Carlos salió del baño, vestido con una remera gris oscura y unos pantalones negros que le quedaban bastante holgados, con los hombros algo mojados por lo húmedo de sus cabellos, fue hacia la cocina, viendo que Charles no estaba en el dormitorio.

-¿Charles? – preguntó, viendo al rubio, de espaldas a él, sosteniéndose con fuerza de la encimera de la cocina.

-No tomaste los supresores-dijo.

Carlod no contestó, no sabía qué le estaba pasando a Charles, él iba a ver si el mayor no estaba muy enojado, pero la cosa no parecía muy prometedora.

-Carlos, ¿Sabes que acabas de entrar en celo?

Carlos se sorprendió un poco, se le había olvidado completamente el tema de su celo, al punto de ignorar leve dolor en la parte baja de su abdomen, había estado muy ocupado sintiéndose mal emocionalmente como para pensar en eso.

-Tu olor me está volviendo loco, Carlos, ve a tomártelos- se notaba que Charles estaba apretado sus dientes, haciendo un esfuerzo para contener sus instintos.

Carlos reaccionó y fue hasta el cuarto, sobre el escritorio, descansaba la cajita con los supresores, decidió no volver a la cocina por agua, y en cambio fue al baño, haciendo un cuenco con la manos para tragar la pastilla.

Luego de esperar unos minutos, con precaución, se asomó de nuevo en la cocina, entra vez, para ver a Charles preparar algo de comida, el mayor sintió el olor de Carlos de nuevo, volteando a verlo, su ceño estaba algo fruncido, Carlos comenzaba a sospechar que no era porque estuviera enojado, sino que era como una costumbre.

-Ya los tomé- dijo el omega, antes de que el otro lo preguntara.

Supongo que tardará un rato en hacer efecto- dijo el mayor, con un suspiro-. Siéntate, que aún debes comer.

Charles le sirvió una generosa ración de arroz, con algo de carne y huevo para acompañar, y Carlos sabía que no lo dejaría irse hasta terminarlo todo, luego se quedó un poco alejado, Charles intentaba distraerse del olor del omega.

Antes, en el baño, cuando Carlos había salido de bañera, Charles había visto demasiado bien su cuerpo, sumado a que su aroma dulce, de manzanas y caramelo, se había hecho más fuerte, aunque quizás era maximizando por el hecho de que el olor a tristeza de antes se había ido, dejando el dulzón.

Pero Charles no podía olvidar de unas ganas enormes que tuvo de besar al omega, y algo más.

Se preguntó si quizás, cuando decidió hacerle caso a su lobo, se había dejado llevar bastante, doblegándose al punto de hasta llegar a bañar a Carlos, todo porque en su pecho, sentía la necesidad de mimarlo, y cuidarlo como no lo había hecho antes.

Y ahora, a pesar que estaba un poco más calmado, y que el olor de Carlos también, sentía la necesidad de salir corriendo de aquel lugar.

Pero no podía hacerle eso a Carlos ya bastante lo había afectado al irse la noche anterior.

Recordando cómo había paseado toda la noche soportando el frío de principio de invierno hasta llegar a una estación de servicio, que abría las veinticuatro horas, dónde tomó café hasta terminar de liquidar toda chance de dormirse; pero no tenía ganas de hacerlo de nuevo.

Cuando Carlos terminó su comida, se volteó un poco para verlo,  sólo tomó el plato, diciéndole que vaya a la cama y que él iría luego de lavar.

Dicho y hecho, Charles entró al dormitorio para encontrar que Carlos había acomodado las sábanas, haciendo la cama de forma prolija, para luego abrir las sábanas, aunque no se metió en estas.

𝑫𝒆𝒍𝒕𝒂[𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒐𝒔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora