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— Papá, papá — Canto con mis balbuceos mientras chupo mis dedos disfrutando como se sienten en mi boca

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Papá, papá — Canto con mis balbuceos mientras chupo mis dedos disfrutando como se sienten en mi boca.

— Ameera — La voz ronca de mi papá me hace quedarme quieta unos segundos para ahora mover mis piernas de arriba a abajo con burla — Saeeda de verdad. Necesito dormir, llevo escuchandote balbuceando por más de media hora.

¡Entonces haz algo imbécil! Estoy aburrida  y tú solo duermes. — Hago otro sonido soltando un poco de baba apropósito para mover mi mano izquierda fuera de mi vista escuchando un plaz.

¡Maldición tienes la mano llena de baba! — Se sienta completamente molesto y me mira con enfado — Duérmete de una puta vez.

¡Obligame! — Muevo mi mano haciendo una pequeña burbuja con mi boca sin quitarle la mirada de encima.

— Joder. Eres una bebé muy molesta, no sabes como odio no poder dormir mis horas.

¿Yo te dije que no uses condon? No verdad, ahora chigale y dame la atención que me merezco. — Meto mi dedo a la boca y lo saco haciendo más ruidos.

Christopher suspira pasando su mano por su cabello intentando buscar paz. Se me acerca y me acomoda con cuidado para revisar mi pañal.

— Ya haz hecho pipí — Suspira y veo como me pone almohadas al rededor solo escuchando como mueve cosas y se acerca con un pañal, talco y toallitas húmedas.

Y todavía guardo un poco para tí querido papá. Es mi venganza spanky. Anda ven a cambiarme si te atreves.

Christopher me desabrocha y mameluco para alzarlo con cuidado, toma una toallita y la pasa por mi estómago haciéndome soltar por instinto la pipí que me quedaba.

¡¿Qué?! No. No. No y ¡No! ¿Quién fue el que le enseñó eso ¿Cómo supo lo de la toallita? Mi plan se fue al caño por culpa de esa persona maldita.

Espero sirviera el consejo de Sara — Deja la toalla a un lado desabrochando mi pañal.

¡Con qué fue esa maldita cobarde quien arruinó mi venganza! Voy a amarrarla, voy a romperle el cuello, la voy a hervir en aceite la voy a hacer cachitos...

— Valla, si que estaba pesado el pañal.

Me quedo en silencio, mi cara arde cuando me doy cuenta que me ve ahí abajo. DIOS QUE VERGÜENZA. NO ME VEAS. Me limpia con el mayor cuidado y concentración del mundo mientras yo me llevo mis manos a los ojos. Escucho algo ser abrochado y las quito para ver como ya abrocho nuevamente mi mameluco.

Nah. Sencillo, no fue difícil. Eso fue pan comido.

¿Tienes hambre? — Regresa con las manos húmedas dejando su toalla a un lado de mi para tomarme en brazos sintiendo su calor nuevamente que me hace acomodarme más cerca de él. — Te gusta estar aquí arriba ¿verdad?

Cierro los ojos un momento hasta que siento algo en mi boca que me hace abrirlos observando mi biberón el cual no dudo en tomar.

¿Qué lo hace saber tan bueno? ¡POR DIOS QUE BUENA FORMULA! ¡QUE BUENA!

Come más despacio. No va a desaparecer y te va a dar hipo.

¿A quien le va a dar hipo? No sabes nada de bebés...

— ¡Jup! — Mi boca hace un sonido y me quedo sorprendida.

Mi papá troglodita aparta el biberón burlandose golpeando mi espalda de forma delicada cuando me pone en su hombro.

— Te dije que te iba a dar hipo. Apúrate a dormir que son las tres de la mañana y en una hora debo arreglarme.

— ¡Jup! — Mi cuerpo salta y hago una mueca queriendo que se valla aguantando un poco la respiración pero otro hipo me hace soltarla.

Christopher me da un poco más de leche y milagrosamente se me fue el hipo pero el dolor en mi pecho continua haciéndome remover incomoda.

— Debes eructar tonta. — Me regaña llevándome de vuelta a la habitación sin dejar de golpear mi espalda.

¡Eso intento pero no sale!

Me remuevo más incomoda que antes con un ligero dolor de estómago, mi papá toma asiento y me acomoda en su pecho dejándome parada sin dejar de golpear mi espalda.

— Eructa para que puedas dormir. — Me ordena.

¡No vez que eso intento imbécil! No sale nada de mi ¡No puedo hacer nada si este cuerpo de bebé no jala! Me desprograme. Llama al medico de inmediato.

Me quejo moviendo más mi cuerpo, mis mejillas se tornan calientes cuando suelto un eructo y un pedo por mi culo ocasionando que mi papá suelte una gran carcajada.

— Ahí lo tienes pequeña cochina.

¡A quien llamas cochina! Voy a matarte mientras duermes.

Me separa y besa mi frente haciéndome cerrar un ojo por su barba de nuevo. Cuando pueda moverme más voy a pasar una tijera o una cuchilla en esa barba molesta. Me le quedo mirando cuando se aleja de mi, sus ojos me hipnotizan y relaja su mirada junto a su cuerpo.

— Te quiero, Ameera — Susurra como si no quisiera que alguien más lo escuche — No importa que no llores o no sonrias para mi. Por favor crece bien. — acerca su dedo y mi mano y lo tomo dándole un apretón.

Papí — Solo me salen balbuceos pero le regalo una sonrisa haciendo que se quede sorprendido.

Se levanta conmigo para ir a la cama y tomar su teléfono. — ¿Por qué dejaste de sonreír? Vuelve a hacerlo. — Me reclama pinchando mi mejilla.

Y vuelves a ser el mismo molestoso de siempre. Me aguanto el suspiro y sonrio se nuevo escuchando el sonido de una fotografía ocasionando que me ponga roja.

Me muevo intentando verla pero solo bloquea su teléfono dejándolo en la cama haciéndome fruncir el ceño, me arrulla nuevamente y termino por dormir lo que resta de la madrugada.

Siento un fuerte aliento apestoso cerca de mi haciéndome moverme, abro mis ojos encontrando la gran boca de un animal cerca de mi haciéndome saltar del susto.

— Te asustaste — Christopher se ríe de mi y hago un puño con mi mano llena de molestia queriendo molerlo a golpes por tomarme un video en vez de ayudarme.

El que ahora veo bien es un gran perro, un lobo para ser exactos y me olfatea mi calcetín mientras lo veo mover la cola de un lado a otro. — Zeus ella es Ameera mi hija. Ameera él es Zeus mi perro. — Nos presenta y Zeus solo pasa su cabeza por mi mano sacándome otra sonrisa por lo suave y cálido que es su pelaje.

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Soy una...¡¿Bebé?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora