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Me duele mi cuerpo, siento como estuviera más que pesada que de costumbre incluso mover un dedo me agota

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Me duele mi cuerpo, siento como estuviera más que pesada que de costumbre incluso mover un dedo me agota.

Estoy de mal humor, siento un remolino de emociones, cualquier cosa que veo u oigo me irrita es más. La frustración es tan grande que quiero revolcarme por el suelo con descontrol.

— ¿Svetlana? — Mi papá toca mi frente, su mano helada me quema que me aparto sintiendo muchas ganas de llorar. — Joder, tienes mucha fiebre. — Me toma en brazos y tiro mu cabeza hacia atrás con frustración.

¡Déjame! — Grito adolorida. — ¡SEGURO QUIERES VENDER MIS ORGANOS PARA DESPUÉS CONSEGUIR A OTRA BEBÉ!

¡Ameera deja de gritar! — Me reprende y golpeo su pecho para que me suelte. — Voy a tener que quitarte esto. Hay que llevarte al hospital. — Me comienza a quitar mi ropa y me irritó más por el frío recorriendo mi cuerpo.

Mis oídos se aturden por mi propio llanto, abro un poco los ojos y su mirada llena de preocupación me hace querer pegarme más a él. Se quita la camisa y me apega a su pecho caliente por lo que muevo mi rostro queriendo calentar mi nariz.

— Tyler prepara el maldito auto. Iremos al hospital ahora mismo. — Me concentro en sus latidos y me molesta que no me preste atención.

Suelto un quejido y pone su mano en mi espalda desnuda comenzando a tallarme con delicadeza que me arrulla, respiro con dificultad y me abrazo más a él quedándome dormida.

Mi cuerpo tiembla, no escucho correctamente y mi nariz está tapada por lo que respiro por la boca. Abro un poco mis ojos y un hombre con cubrebocas me mira, me acerca un tubo a mi nariz y lo golpeo queriendo darme la vuelta en la cama helada.

Me lleno de desesperación comenzando a llorar y mirar a la ventana donde Christopher me mira como idiota y con su uniforme puesto. Le extiendo mi mano y el médico me intenta girar más vuelvo a patearlo con fuerza alejando mi cara.

¡No me dejes aquí. Quiero estar contigo, quiero a mi papá! — Grito abriendo y cerrando mi mano — ¡Seré una buena bebé, no tocaré chichis por dos días. Por favor! — Grito y papá frunce el ceño entrando de inmediato tomandome en brazos por lo que respiro aliviada.

— Que mierda le quieres hacer a mi hija. Está llorando tan desconsolada ¿no puedes curarla acaso? ¡La fiebre sigue alta, esta irritada y tú no puedes detener su llanto! — Escucho como le grita al médico y yo inconscientemente me tranquilizo por la voz de papi.

Siento un piquete en mi pierna apenas recobro el sentido y suelto un grito asentándome hacia atrás, papá me sostiene y besa mi frente limpiando mis lágrimas con su pulgar. Me ofrece el chupon pero solo pego mi rostro a sus medallas del traje.

— Tranquila, vas a estar bien. — Me pone el chupon en mi ropa y lo ignoro queriendo que sus ojos grises me vean por más tiempo.

Ameera llora en la cuna jalando su cabello negro, me acerco para quitarle el chupon y estoy seguro que su llanto se escucha por toda la central

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Ameera llora en la cuna jalando su cabello negro, me acerco para quitarle el chupon y estoy seguro que su llanto se escucha por toda la central. Alex fue por el doctor mientras yo le inyecto en la pierna a mi hija para que se le baje la fiebre.

Me extiende sus brazos y la tomo para tallar su espalda con cuidado, ella hipea y me voy a mi escritorio para tomar asiento con ella encima de mi. Me observa como si fuera su Dios, me detalla y admira con el biberón en su boca succionando la leche. Le limpio las lágrimas con cuidado para después tomarme la temperatura.

Ameera no ha querido separarse de mi, desde que salimos del hospital me busca así valla por un refresco o se caiga una moneda.

Termina de comer y le saco el aire por lo que la dejo gatear en la alfombra acolchada que mande a poner por toda mi oficina. Ella toma unos bloques y los apila debajo de mi escritorio jalando una que otra vez mi pantalón para enseñarme su nueva adquisición. Las ganas de ir al baño me llegan y decido dejarla ahí tranquila por lo que me levanto.

 Las ganas de ir al baño me llegan y decido dejarla ahí tranquila por lo que me levanto

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— ¿A dónde va? Vas a dejarme acaso. — Voy tras el y cierra la puerta en mi cara, me paro como puedo y golpeo la puerta con unas ganas inmensas de llorar — ¡¿Por qué me abandonas?! — Caigo de pompas por no tener mucha fuerza y equilibrio y me irritó golpeando mis piernas — ¿No sabes caminar? ¡APRENDE. APRENDE! — Sigo llorando y golpeo con mi mano la puerta dejándome en ardor. — ¡ME DOLIÓ!

Ya termine. Joder acabe. — Christopher abre la puerta y veo como se seca las manos con su ropa para tomarme de las axilas, lo abrazo con todo mi pequeño cuerpo escondiendome en su cuello. — No me dejas ir al baño tranquilo. Antes no eras tan pegada, debe ser por la enfermedad. — Me habla y me acurruco en su pecho.

No me vuelvas a dejar sola, ni por la primer chichi que aparezcan enfrente. — Me quejo sintiendo como él toma asiento y me acuesta en su brazo dándome el chupon y mi sonajero.

Mi abuelo entra de un azote y detrás de él viene el doctor con cara de mono. Me van a volver a pinchar y comienzo a llorar intentando escapar, jalo la ropa de papá y este me observa mientras señalo acusadora al médico.

Como si entendiera mi papá, abuelo y el mono hablan entre sí o más bien mi papá grita y terminan llendose cuando golpeo la mano de Alex quien quiere tomarme en brazos. Me aferro a Christopher y si es posible lo voy a orinar para que vean que es de mi propiedad así como orine su cama esta mañana antes de irnos.

— Ameera, al menos debes dejarme trabajar. Yo no hablo bebé tomate enferma. — Me alza y hago un puchero.

¿Tomate? Es por estar roja ¿verdad? Osea que eso soy para ti. No soy tu hija acaso, primero albóndiga, pelota o bola y ahora tomate. — Comienzo a llorar de nuevo.

 — Comienzo a llorar de nuevo

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Soy una...¡¿Bebé?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora