Soy una...¡¿Bebé?!

[20]

Papá talla mi espalda con la esponja, me observa de vez en cuando y yo solo me distraigo con la burbuja que sale por la espuma.

— Svetlana, dime la verdad ¿no recuerdas nada? ¿Qué fue lo que sentiste?

— Solo vi rojo — Sonríe por la forma que pronuncio el color — Sentí algo aquí — Me llevo la mano al pecho y asiente comprendiendo o al menos eso parece.

— Creo que es momento de llevarte al Mortal Cage. — Besa mi frente y me enjuaga para secarme y llevarme envuelta en la toalla a la cama.

Me coloca mi pañal con cuidado junto a un vestido rojo y mis respectivas joyas que yo escojo. Cuando me esta por poner zapatos me muevo al otro lado de la cama sacandole un quejido.

— Debes ponerte zapatos — Me señala.

— No quiero, me aprietan y suenan cada que camino. — Me quejo agarrándome de la base de la cabecera.

— Saeeda. — Me advierte pero lo ignoro — Vas a salir conmigo, aquí se puede poner alfombra pero allá no.

— Entonces papi es pobre y nada poderoso, mejor nadota. — Me voy al otro lado de la cama cuando extiende su mano pero me atrapa sacándome una risa, besa mis mejillas y mi estómago que no aguanto las carcajadas.

Las cosquillas son muchas que se me va el aire y me suelta dejándome respirar, cuando me doy cuenta ya tengo los zapatos puestos. Me toma en brazos y besa mi frente llevándome escaleras abajo.

— ¿Qué es el Mortal Cague? — Ríe.

— Mortal Cage. Es un lugar especialmente peligroso pero sirve para desahogarte de vez en cuando, ahí se ve si sales viva o no. — Me explica sentándome en la sillita del coche y colocandome el cinturón.

— Papi ¿Sales victorioso siempre? — Lo observo e infla el pecho con orgullo.

— Claro. Tu padre es el mejor peleador de ahí, Svetlana. Siempre terminare ganando.

— Incluso con tío Lenko? — Me observa de reojo.

— Yo le gano a ese león sin familia.

— ¿Por qué metes a chichis? — Me quejo.

— Olvídalo, tu papá es el mejor del mundo y eso siempre debes decirlo. — Me besa la frente y rodea el auto para subir.

El olor a metal y la sangre se sienten en el aire y si caes al suelo la saboreas. Los gritos llenos de euforia llenan este apestoso lugar.

Observo mis zapatos limpios y caros que aun no tocan el suelo, observo como saludan a Christopher por un apodo que no me molesto en escuchar claramente. Me aferro a su ropa cuando intenta bajarme y observo con terror la sangre sucia que voy a pasar.

Me talla la espalda y me concentro de nuevo en la platica. — Parece que tu pequeña cachorra tiene miedo, no quiere separarce de ti. — Habla el tatuado intentando tocarme la mejilla.

Le doy un manotazo y papá me observa con orgullo. — Claro, mi hija desde chiquita ha sido pegada a su padre. — MIENTE.

— Ya lo veo. Puedes dejarmela aunque llore un rato, en lo que te ve pelear se distrae prometo que no tocara el suelo. — Alza su mano y le extiendo mis brazos convencida haciendo que Christopher me vea lleno de ofensa y traición en sus ojos.

Se aleja pero sus guardias permanecen cerca de mi, ignoro al grandote que solo acomoda mi vestido sin tocarme mal para después tomar asiento delante de las jaulas.

El cráneo es reventado y observo como cae la sangre y los pedazos de aquí allá. Observo mis joyas brillantes y siento una mirada lasciva y llena de codicia que me hace buscarla.

Choco con unos ojos oscuros, trae un traje bien arreglado y esta en la cima observando cómo un halcón. Lo reto y hace lo mismo conmigo hasta que le saco una sonrisa, no lo pierdo de vista ni cuando escucho la mención del grandote sobre que mi padre ya está dentro de la jaula.

Me levanto sin importar nada pero me sostiene de la cintura y estómago para que no me valla. Vuelvo a centrar mi atención encla jaula y papá está destrozando la cabeza de un tipo.

Observo con fascinación sus herramientas, sus puños limpios que le da e incluso la facilidad que tiene para romper huesos. Traer a chichis hubiera sido bueno pues le podría enseñar a comer gente. Fortalecer esa dieta que merece.

Mi papá alza la cabeza como trofeo después de degollarla, la abienta hacia mi esperando una reacción pero solo la observo como si nada hubiera pasado.

— Que desperdicio de belleza. — Mascullo en voz baja, las carcajadas de todos los cercanos se hacen presentes pero observo a papá quien frunce el ceño y niega pensativo observándome con un deje de remordimiento.

Le extiendo mis brazos y sonríe de lado para salir de la jaula tomando la bolsa de dinero, lo veo entrar a su camerino y me logro soltar del grandullón para seguir a mi padre, lo veo de espaldas dándose una ducha, me siento en el suelo y me pongo a sacar los billetes esperando a que termine.

— ¿Qué opinas? — Lo escucho preguntar.

— ¿Yo haré eso en el futuro? — siento unas gotas mojarme y alzo la cabeza para verlo en toalla agachado delante de mi.

— Si quieres hacerlo no voy a oponerme, pero si no quieres entonces tendrás a tu padre y a todo el ejército protegiéndote si quieres vivir como una princesa, nada más que yo no las formo.

— Yo quiero ser una amazona de carne y hueso, abuela Regina dijo que estoy destinada a serlo. Voy a ser mejor que papá.

— Vas a ser peor que yo. Ambos somos los mayores villanos de aquí.

— Hay uno más. — Lo suelto en murmullo que solo me mira con duda — Solo conozco a tío Lenko. Pero los cuervos hablan y ese cuervo está aquí papi. Sólo que no lo haz visto.

Se queda en silencio y me observa con asombro, observo como se viste y me toma en brazos rápidamente mientras yo abrazo el saco de dinero. Salimos del lugar y lo escucho medio maldecir pues cubre mis oídos.