Ameera gatea detrás de mi, veo por las cámaras de mi teléfono como mueve sus pompas hacia los lados. Parecía como si estuviera mentalizadose para avanzar.
Se esconde detrás de un mueble y mi sonrisa de lado aparece al verla asomarse en mi búsqueda, cuando me quedo de pie fingiendo hacer algo veo como aprovecha para apresurarse a ponerse en otra esquina.
Camino más y repite la misma maniobra, me comienzo a girar de forma lenta y la veo huir de nuevo a su escondite, veo como sus pequeñas manos con guantes hace que se resbale callendo de boca.
Camino con prisa para ver como se encuentra ya que lleva el chupon en la boca debió dolerle. Me sorprendo al ver como hace fuerza para levantarse y mira a los lados para llegar a su escondite.
— Ameera — La llamo cuando escucho unos soñosos. — Saeeda — Vuelvo a intentar y camino a paso lento hacia ella ignorando a los soldados que pasan por nuestro lado, la mayoría la observa con ternura. — Svetlana, sal de ahí. — Me agacho a un lado de su escondite y la veo asomarse un poco haciendo contacto visual conmigo.
— Mmmba, Bababa. — Se señala el rostro.
— ¿Te duele? — Le extiendo mis brazos y ella gatea hasta mi con cautela, la tomo por las axilas y examino su nariz roja y boca marcada por el chupon, la sobo un poco haciendo que llore nuevamente.
— ¡Baba! — balbucea y me golpea la mano cubriéndose con sus pequeñas manos.
Sus mejillas y nariz roja me tientan a besar esas dos almohadillas regordetas. — Albóndiga — Ella se cabrea como me he dado cuenta que odia el apodo, me aguanto la carcajada al ver como intenta bajar.
Hago la finta de soltarla pero se aferra a mi haciéndome sonreír, me observa amenazante hasta que estornuda y se le sale un aire. Me río entre dientes cuando veo su sonrojo, beso su frente con fuerza y sus mejillas igual cuando no aguanto la tentación, ella se queja y no me resisto que muerdo su mejilla haciéndola gritar.
— Ya. Lo siento. — Miento alejándola de mi, mueve sus brazos de arriba a abajo con irritación y toca su mejilla con un puchero en sus labios. Beso su cabeza asegurándome que el aroma a bebé se impregne en mis fosas nasales, la llevo conmigo hasta el baño privado de mi oficina.
La baño y cambio con un vestido rojo, agradeciendo que su temperatura esté estable sin embargo aún meto su medicina en mi bolsillo pues en la madrugada subió la fiebre. La prensa espera por nosotros o más bien por mi hija.
Ameera observa todo con desinterés, balbucea un poco hasta que me acerco al micrófono es cuando se esconde en mi pecho.
— Ameera Saeeda Morgan. Es mi hija y la presento como mi heredera... — Suelto sin rodeos, Alex entre abre los labios pero asiente conforme.
Me descuido un poco cuando todos toman fotos y es cuando mi hija toma el micrófono como un juguete, sus palmas se escuchan por las bocinas más dejo que se divierta pues ríe alegre, balbucea y todos hacen el típico sonido caga palos de ternura.
— Chichis — Su voz resuena por los altavoces dejándome en blanco. El silencio reina por el lugar, todos la miran asombrados e incluso yo.
— ¿Qué...? — La alejo del micrófono.
— Chichis — sus manos van a mi pecho y siento como intenta apretarme. Mis venas se marcan en mi frente y brazos, aprieto los dientes y camino de regreso ignorando después las carcajadas de Alex, el publico y sobre todo la urraca de Patrick quien se agarra el estómago.
— Chichis — Le extiende sus manos a Parker y me fastidio de nuevo, Saeeda tiene meses. JODIDOS MESES y resulta que ya habla y su primera palabra es esa porquería mierdera.
— Hermano se nota que es tu hija. — Se sigue riendo Patrick.
— Digna hija del coronel. Es tu karma y sabemos la razón. — Se carcajea Simón.
— Largo. — Mascullo — Todos. — Camino hacia mi oficina.
Mato a Dominick con la mirada, mi hija se remueve y hace un puchero al verlo alejarse, la apego a mi pecho para que me toque pero comienza con su berrinche.
Comienza a llorar a mares, intento darle su biberón, su chupon, le reviso la temperatura pero nada.
— Jodida bola. Eres una bola pervertida. Albóndiga pervertida, sabía que no eran ideas mías. — Mascullo alzandola viendo como llora repitiendo esa jodida palabra con la que tendré pesadillas. — ¡DI OTRA MIERDA! — Le grito.
Se queda en silencio pero sin borrar ese puchero, observa su mano y mueve sus dedos hasta dejar uno solo, me señala y abre la boca.
— Mielda. — Me quedo de piedra. Mi pecho siente como es apuñalado, trago saliva y niego contando hasta diez. — Mielda, chichis. — Junta la palabra y la suelto haciendo que caiga en la almohada acolchada gigante sabiendo que no se va a lastimar. — ¡AH! — Emite un grito y me siento en el sillón observándola fijamente.
— Papá. — Le ordeno — Di papá. — Mascullo.
— Mielda — Veo como se soba sus pompas.
— No digas eso. Di papá.
— Mielda — Repite señalandome.
— ¡QUE DIGAS PAPÁ, JODER! — aviento su biberón a la pared haciéndola saltar.
— Bibi — Sus ojos se llenan de lágrimas, maldigo y la tomo en brazos haciendo que ella quiera saltar hacia atrás, se molesta, grita, golpea e incluso repite mierda pero solo la abrazo dejándola quieta.
— Perdón. Perdón. — Susurro.
— Jodel. — Suelta después de un rato.
— OK. Se acabó. — Me levanto y ella ríe a carcajadas seguro por mi enfado, la dejo en la cuna y me pongo a trabajar colocandome los audífonos a volumen pero con la cámara puesta en la computadora para no descuidarla.
Observo como me señala o más bien me maldice, me quito un poco los auriculares y es cuando la escucho gritar histérica por falta de atención.
— ¡Api! — Grita hacia mi y me saca una sonrisa, me deslizo con la silla para tomarla en brazos y la veo sonreír con victoria pero yo he ganado esta batalla. Me abraza del cuello y la escucho suspirar. — Chichis...
Todos al escuchar a Ameera
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Soy una...¡¿Bebé?!
Fiksi PenggemarAkin Romanov se metió con la hermana de Braulio Mascherano quien dio a luz a una hermosa niña con ambas sangres convirtiendose en la heredera de ambos imperios. Christopher Morgan Harts y Akayla Romanov Mascherano se involucraron íntimamente por lo...