Dos Caras

170 13 8
                                        

CAPÍTULO 20

Los días siguientes a la boda, Luca y yo no nos separamos casi en ningún momento, era evidente para toda la familia que había una relación entre nosotros, pero Luca aún no me lo pedía formalmente, tal vez no lo considero necesario por como se habían dado las cosas entre nosotros. Y mientras su cariño fuera sincero, no era necesario ponerle un título a lo nuestro.

Como prometí lleve a Pablo, los gemelos y Kat a patinar al lago Michigan, era el momento adecuado del invierno, ya que la capa de hielo era lo suficientemente gruesa y no había peligro de que se fracturase y pudieran tener algún accidente.

Vamos Luca inténtalo, por mí- le rogaba desde la orilla del lago.

Amore mio, hay muy pocas cosas que no haría por ti, y esta es una de ellas- se reía- prefiero verte desde aquí es todo un espectáculo, además no podría reírme tanto de Raúl y Fabrizio si estoy ahí con ellos- los gemelos no podían dar un paso sin caerse, era muy gracioso como al intentar levantarse uno, el otro lo jalaba hacia el piso, todos estábamos en un ataque de risa. Kat en cambio tomó el paso enseguida, tenía un talento natural, aunque claro no lo hacía perfecto, pero era evidente que pronto lo dominaría. Pablo estaba prendido de mi mano y no tenía intención de soltarme ni un momento.

Fue una tarde muy divertida, al atardecer Luca nos llevo a un café cercano a tomar chocolate caliente para entrar en calor.

Chicos lamento decirles que la diversión terminó por el día de hoy- siempre que tenía la oportunidad tomaba mi mano y la besaba, aunque tuviera mis guantes puestos.

Nooooo Luca ¡Por favor! - rogó Pablo, él era incansable, todos los demás estábamos listos para ir casa, pero él se resistía - vayamos en el automóvil a ver el árbol de navidad del centro.

Sí- gritaron Kat y los gemelos- ¡por favor hermano!- no había nada que Luca no hiciera por sus queridos hermanos.

La cena de Navidad fue la más bonita que había pasado en años, la familia se veía enorme con los Barác, éramos una gran familia feliz, Albert estaba tan complacido de tenerlos en casa y de ver la alegría que le daban a Layla, que lleno el árbol de navidad con regalos para todos, se compró un traje de Santa Klaus y sorprendió Pablo gritando HO HO HO, no era una tradición en Italia que llegara Santa, pero al llegar a América por las noches contábamos historias de navidad y pronto Pablo preguntó -¿vendrá Santa por mí aquí mamá, me traerá algún regalo? ¿he sido bueno no es verdad?.- Ruth asentía, pero sabía que no era posible.

Así que fue toda una sorpresa para ella también. Pablo brincaba de alegría alrededor de Albert disfrazado de Santa, y recibió muchos regalos.

Yo había dedicado horas por las noches tejiendo una bufanda para Luca, quería que tuviera algo que yo misma hice. Y cuando solo quedaba un regalo en el árbol me levante.

Creo que este tiene tu nombre escirto Luca- él abrió sus hermosos ojos tan grandes como pudo, simulando ser un pequeño como su hermano, lo tomó y me abrazo muy fuerte.

Tú eres mi mejor regalo de navidad- abrió el paquete que le entregaba y se puso la bufanda enseguida.- me veo guapo ¿no es así madre?

Bellísimo hijo y feliz- dijo Ruth emocionada por ver a su hijo mayor, que debió madurar tan pronto por la ausencia de su padre, volver a comportarse como un chiquillo por un momento.

El veinticinco de diciembre nos dirigimos todos con comida y regalos suficientes para los niños del Hogar, la Hermana María y la Hermana Sofia. Estaba realmente feliz de que mis amigos de Italia pudieran conocer mi hogar de la infancia. Las Hermanas nos recibieron en la entrada, con todos los niños, que al verme corrieron gritando mi nombre emocionados, los gemelos y Kat entregaban los juguetes a los pequeños, y Ruth enseguida entabló conversación con la Hermana María, quien le agradecía todas las atenciones que había tenido conmigo durante mi estadía en su casa. Albert y Layla verificaban con la Hermana Sofia que no hubiera ningún faltante en la despensa y que tuvieran cobijas y ropa adecuada para pasar este crudo invierno. No podía creer tanta alegría que sentía de ver a todos mis seres más amados juntos, conviviendo, como si siempre lo hubieran hecho.

inmensamente felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora