#47 final

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Vladimir

Me coloco la corbata de color negro, coloco el reloj en mi mano y trato de no llorar para no despertar a las bebés.

Veo a través del espejo, tratando de verla aunque sea una vez más.

Las bebés se remueven y el pequeño Hades, el cual ya no es tan pequeño las observa, sonrió levemente, son muy pequeñas, de piel blanca como la porcelana, nariz perfilada, el cabello es escaso pero se nota algo castaño. Son hermosas, se parecen a mi castaña.

—Vlad, tenemos que irnos -dice Alex abriendo la puerta de la habitación-

—sólo las reviso y bajo -digo y el asiente-

Cierra la puerta y cargo a las bebés, huelo su pañal pero están limpios a mi parecer.

—volveremos más tarde, Hades, cuida la casa y no comas nada -le advierto al perro-

Tomo en brazos a las bebés y tomo la pañalera, bajo las escaleras y veo a mis padres, Hera y Alex.

Ellos sonríen al verme, pero solo me quedo serio.

—vámonos, se hará tarde -digo y mi madre me observa-

—¿te ayudo, cariño? -pregunta y niego-

Subo a la camioneta, coloco a las niñas en el portabebé doble y se remueven un poco. Las camionetas comienzan a avanzar hacia el cementerio.

Al llegar veo el paisaje verde, ya hay personas en el lugar donde está la castaña. Siento mi vista nublarse por las lagrimas que amenazan con salir.

Bajo de la camioneta junto con las bebés aún en el portabebé doble, me siento en una silla junto a mis padres, hermana y Alex. En la otra orilla está Felipe, de lejos puedo ver lágrimas caer de sus ojos.

Observo al padre el cual carraspea.

—el amor y la paz de dios nuestro padre, este con todos ustedes -dice observándonos- estamos aquí reunidos este día para celebrar la eucaristía en memoria de nuestra hermana Laurens Anastasia que ha fallecido. Estamos unidos en el dolor por haber perdido a unos familiares, a unos amigos que apreciábamos, nos duele su muerte y queremos consolarnos mutuamente en estos momentos.

Luego de un par de oraciones para la castaña el padre nos anima a decir unas palabras de despedida. Mi madre se levanta aún con lágrimas en sus ojos.

—querida Laurens, recuerdo la primera vez que te vi, eras tan pequeña e inocente, querías jugar todo el tiempo, parecía que nunca te cansabas de hacerlo, me gustaba el echo de que siempre tenías de que hablar, sabías como animar a las demás personas. También recuerdo la segunda vez que te vi -dice mi madre para luego carraspear- eras mayor y igual de buena que cuando niña, me alegra haberte conocido, haber convivido contigo, pero sobre todo, me alegra saber que fuiste la persona que mi hijo eligió para estar juntos y formar una familia, te digo adiós pero te amare para siempre teniéndote en mi corazón -habla por última vez limpiando las lagrimas de sus ojos-

Mi madre baja del lugar y me doy cuenta que es mi turno, doy una ultima mirada a mis hijas, las cuales duermen tranquilas. Me levanto de la silla y camino al frente.

—castaña... recuerdo y recordaré por siempre la primera vez que te vi, eras pequeña y tenías un brillo especial en tus bonitos ojos azules como el océano -digo sintiendo un dolor en mi pecho-recuerdo las veces que jugábamos, las veces que te aburría con mis conversaciones sobre la química, cosa que nunca te gusto -digo sonriendo al recordarlo- amaba tu sonrisa la cual siempre estaba presente sin importar que, toda tu hacia mi cabeza estallar, o era de molestia o era de amor, pero siempre era por ti, cada uno de mis pensamientos era por ti, cada uno de mis latidos fuertes, era por ti -digo y me quedo en silencio mientras veo su ataúd frente a mi- recuerdo la vez que te pedí que te casaras conmigo, tu cara fue de asombro y luego de confusión, estabas tan nerviosa y tan feliz, me abrazaste y besaste mis labios como respuesta -digo sonriendo y limpio mis lagrimas- me duele mucho que te hayas ido de mi lado, aún cuando prometiste estar conmigo siempre -digo bajando la mirada al sentir las lagrimas caer de mis ojos- te amaremos por siempre, cariño -digo y me quedo en silencio-

—Padre santo, dios eterno y todopoderoso, te pedimos por Laurens Anastasia James, que llamaste de este mundo. Dale la felicidad, la luz y la paz. Señor, tú que eres el descanso después de la fatiga, la vida después de la muerte, concédele el descanso eterno. Amén -dice y susurró un amén-

Veo como los empleados levantan su ataúd para colocarlo en la fosa, aventamos flores a esta y comienzan a tapar la fosa con tierra, veo su lápida "Laurens Anastasia James Ivanov".

Las gemelas comienzan a llorar, veo el cielo el cual se nublo, gotas de agua caen en mi cuerpo indicando que comenzará a llover.

—debemos irnos -digo cargándolas- despídanse de mamá -digo observando la lápida-

Mis padres me observan por última vez y suben a la camioneta. No quiero salir por hoy, iremos a casa, mañana veré que hacer.

Beso mis dedos y después los coloco en la lápida, sonrió levemente y trato de no llorar.

—nos vemos luego, cariño, descansa en paz -digo y camino hacia la camioneta con las gemelas-

Subo a esta y comienza a andar hacia la mansión, Elizabeth comienza a llorar, busco en la pañalera el biberón, el cual está tibio, la tomo en brazos y comienzo a darle el biberón, está se queda tranquila y me observa, sus ojos son grises y de mirada tranquila.

—estoy seguro que a tu madre le gustarían mucho tus ojos, cariño -digo sonriéndole-

La bebé solo me observa mientras bebé su biberón.

Observo por la ventana las nubes grises que yacen en el cielo, las gotas de agua caen intensamente.

Mi castaña, el amor de mi vida, debería estar aquí, a mi lado, sonriendo y hablando de lo bonitas que son nuestras hijas, deberíamos estar yendo a algún lugar a comer, yo debería estar tomado de sus cálidas manos, besando sus dulces labios y siendo observado por esos hermosos ojos azules. Debería estar sonriendo al escucharla decir lo mucho que me ama...

Es raro lo que el destino tiene preparado para cada uno de nosotros, tú planeas una cosa para el mañana pero el destino termina poniendo otro plan, otro camino...

Creí que el destino estaría de nuestro lado, que nos dejaría ser felices a lado de nuestras hijas. Odio pensar que estaba muy equivocado, solo seríamos nuestras hijas y yo, dejando ir al amor de mi vida, mi querida castaña de ojos azules.

No puedo dejarme caer, no ahora, ella querría que luchara y siguiera adelante por nuestras hijas, ella querría que siguiera feliz. Lo que no sabe es que ella era la única persona que me hacía feliz, durante el trabajo esperaba llegar a casa y verla esperándome con una gran sonrisa en sus labios. Al dormir, esperaba el momento en que despertara y lo primero que viera fueran sus ojos y su sonrisa.

Ahora solo debo quedarme con el recuerdo de cada una de las cosas que amo y amare de ella.

Cercana Seducción (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora