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Mis manos empezaron a temblar tanto que el teléfono cayó al suelo en un golpe sordo. Miré hacia Jordan esperando no despertarlo. Recogí el móvil y éste vibró de nuevo sobresaltándome.

No quería ver el siguiente mensaje. Sabía perfectamente que iba a ser de él. Sin embargo, en un acto suicida lo desbloqueé temerosa.

NO SEAS TONTA, SABES PERFECTAMENTE QUIÉN SOY, Y LO QUE PASARÁ SI DICES ALGO O COMETES UNA ESTUPIDEZ.

Recogí todas mis cosas temblando, salí de la casa de Jordan farfullando un agradecimiento a su madre. Iba andando sin rumbo, no sabía a dónde ir ni qué hacer. Crucé una de las esquinas y me topé con un parque prácticamente vacío.

Me senté en uno de los bancos. Abracé mis rodillas mientras notaba cómo tiritaba mi piel y castañeaban mis dientes. Lágrimas de miedo comenzaron a caer.

¿Por qué a mí? ¿Qué le había hecho yo a ese tipo?¿Qué quería de mí?

Tragué saliva duro y tras un rato reflexionando decidí no rendirme más. Me había cansado de ser una debilucha que estaba asustada todo el tiempo. Estaba decidida a descubrir quién había matado a mi mejor amiga y que ese psicópata de pacotilla acabara en la cárcel.

El único problema era que no podía contar nada a nadie, ya que estaba segura de que aquel hombre me descubriría. Era bastante evidente que nos tenía a todos bien vigilados, y no pensaba darle motivos para hacer daño a alguna persona que me importara.

¿Cómo había conseguido mi número de teléfono? Sólo había dos opciones.

Una, que hubiera contactado con alguien que lo tuviera, o la segunda y más probable, tenía el teléfono de Sarah. Podía rastrear el teléfono y encontrar a ese asesino.

Me dirigí a la comisaría más cercana al descampado donde había muerto mi amiga. Estaba dispuesta a preguntar, pero no pensaba decir nada sobre esos mensajes. Entré allí, y muchos comisarios se me quedaron mirando de manera extraña.

Era normal, sólo era una chica de dieciséis años, vestida totalmente de negro, y dirigiéndome hacia uno de los despachos con una decisión de la que ni yo misma me creía posible.

-Necesito hablar con alguien que esté investigando sobre la muerte de Sarah, la adolescente encontrada muerta ayer.

-Espera unos segundos-dijo un hombre alto, calvo y con rostro serio.

Me quedé sentada en uno de los incómodos sillones negros de la sala, mirando el suelo con expresión seria. De repente, algo se había activado en mí, y no estaba dispuesta a quedarme quieta. Maldita sea, habían matado a mi mejor amiga, y obviamente eso había provocado cambios en mi vida.

Un poco más de personalidad que de estado de ánimo, pero no me iba a parar a pensar en las consecuencias de todo esto.

Un hombre rubio con ojos marrones, algo mayor se sentó en la silla frente a mí.

-Hola, soy uno de los policías que llevan este caso, ¿en qué te puedo ayudar?

-Verás soy una amiga de la víctima y quería saber si habéis avanzado en algo.

-Sólo te puedo decir por ahora que este caso está cerca de ser cerrado.

-¿Cómo?-pregunté boquiabierta.

-No hemos encontrado huellas dactilares ni nada que la relacione con alguien que pudiera querer matar a tu amiga. Además ella apareció sin portar ningún objeto que pudiera darnos una pista.

-¿Han buscado en su casa?

-Sí, la hemos rastreado pero ni siquiera hemos podido encontrar su teléfono móvil.

-¿Podrían rastrearlo?

-Pero...

-Es de un importante valor sentimental, en él hay algunas fotos suyas y...-una falsa lágrima salió de mí. Rápidamente pasé mi mano por mi mejilla.

-Lo siento, cariño, pero no podemos hacer nada. El caso está cerrado. No voy a perder tiempo en eso, tengo cosas más importantes que hacer-dijo mirándome mientras sonreía sin compasión.

Mierda, tenía que aprender a ser mejor actriz.

-¡Veo que su sentido de la justicia está muy por debajo!-grité enfadada con aquel tipo y con la situación.

-Cariño, esto no es una de esas series de homicidios que ves en la tele-dijo negando con la cabeza y echándome del despacho.

Salí de ahí muy enfadada, irradiando rabia. Cerré la puerta del edificio de un portazo y la fría brisa que corría estremeció mi cuerpo entero.

Fui hacia casa,y tras decirle a mi madre que no estaba de humor, a pesar de que raramente se encontraba allí, me dirigí rápidamente hacia mi cuarto. Una vez allí tomé el móvil y llamé a un viejo amigo.

Max siempre había sido el típico chico con el que ningún ordenador tenía secretos. Tras quedar con él lo antes posible para que rastreara el teléfono de Sarah, suspiré tumbándome en mi cama.

Empecé a llorar de nuevo.

Ya sé, de lejos se vería como alguien con una bipolaridad impresionante, pero hasta entonces, había estado fingiendo el papel de alguien que no era yo. Nunca había estado segura de mí misma, ni había tenido el coraje suficiente como para enfrentarme a una situación tan complicada yo sola, pero ahora estaba alzando murallas de confianza que no se sostenían por mucho tiempo, pero que eran necesarias.

Un rato más tarde, el timbre de mi casa sonó, era Max. Abrí la puerta y me encontré a un chico más bien najo, con pelo negro y ojos verdes. Seguía tan guapo como siempre, pero nunca había sido demasiado atrayente por su falta de habilidad social.

-¿Qué ha pasado con Sarah, se ha escapado?-preguntó después de saludarme con un abrazo.

-Ella...ha muerto. La policía ha cerrado el caso sin detenerse ni hacer un esfuerzo por resolverlo.

-Vaya, qué pena. Esa chica no me caía mal-dijo encogiéndose de hombros.

Me controlé por no soltarle una bofetada en toda la cara ante su falta de emoción o caridad. Era un idiota, pero lo necesitaba.

Subimos a mi cuarto donde sacó un ordenador portátil de su mochila y comenzó a teclear rápidamente códigos que no entendía. Me limité a mirar la pantalla por un tiempo, pero empecé a aburrirme, y cogí un libro cualquiera para leer algo y distraerme.

-Hecho-dijo al poco rato.

-¡¿En serio?!

-Sí, no ha sido muy difícil. Sé lo que seguramente te propones, y sé que no voy a influir en tu decisión, pero te advertiré de que no me alegraría tu muerte.

Definitivamente ese chico tenía una falta de empatía increíble. Mis manos se convirtieron en puños que escondí detrás de mi espalda.

-Lamento informarte de que la persona a la que buscas no se encuentra en nuestra ciudad. Está en un pueblo algo alejado-dijo y cogió un papel

donde se puso a apuntar rápidamente la dirección.

-Gracias, Max, te debo una.

Él sólo se encogió de hombros.

-No mueras en el intento Sarah, tendría que ir a tu entierro y perdería algo de mi valioso tiempo-dijo despidiéndose de mí.

-Tranquilo, es algo que tendré presente en todo momento-dije con algo de ironía. Le cerré la puerta en las narices. Por muy guapo que fuera, seguía siendo un imbécil.

Cogí mi móvil y las llaves de casa, y me dirigí hacia casa de Ryan, tenía que hablar con él urgentemente. Entonces mi móvil vibró sacándome de mis pensamientos.

Intentado vencer la barrera mental de miedo abrí el mensaje.

ERES MÁS TONTA DE LO QUE CREÍA.YO QUE TÚ DEJABA DE HACER ESTUPIDECES CÓMO IR A LA POLICÍA.QUÉ PENA, EL RUBIO LO HA PAGADO CARO POR TI.

Cerré la puerta de un portazo y corrí calles y calles hasta llegar a la puerta de la casa de Ryan agotada. Empujé la puerta, la cual estaba entreabierta, y mi chillido de horror se oyó por todo el vecindario.

PG

Bajo la lluvia #CWEEE3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora