Estaba durmiendo tranquilamente cuando un ruido proveniente de la cocina me despertó. Era una niña, por lo que me asusté y durante unos minutos me quedé cubierta por mi manda cómodamente en mi cama hasta que volví a escuchar un ruido casi igual al anterior viniendo de la misma dirección. Me levanté abrazando a mi oso de peluche que me acompañaba desde hacía muchos años.
Tenía frío, eran las 4 de la mañana aproximadamente y el piso estaba helado. Mientras más me acercaba a la cocina, más fuerte se volvía el leve sonido de la música de mi hermano. Pensé en cómo podía estar despierto a tal hora.
No vi nada en la cocina, revisé los cajones, las mini puertas, debajo de ls mesa y los demás muebles, incluiwwo ls heladera. Podría haber llamado a mi mamá porque tenía mucho miedo, ahí recordé que y me di cuenta de que lo primero que ella haría sería retarme porque estaba despierta, por lo que se me ocurrió ir con mi hermano, aprovechando que estaba despierto.
-Nano- Toqué la puerta de su habitación, donde aún podía escuchar "Boys don't cry", canción que no conocía, pero ahora conozco perfectamente. -¡Nano!, tengo miedo, abrime.- Seguí insistiendo.
A pesar de que me había cansado de esperarlo, continué repitiendo su nombre una y otra vez. Me asusté más y corrí hacia el cuarto de mis padres sin importar nada.
-¡Mamá! ¡Papá! ¡Nano no me contesta!
-Owen, andá a dormir.- Dijo mi mamá, confirmando mi suposición.
-Ma, por favor, vamos ma.- Lloré pidiéndole a mi madre que me ayudara.
-Dejame de joder pendeja, quiero dormir.
Mis ojos se empezaron a llenar aún más de lágrimas y fui a la pieza de mi hermano otra vez.
-Nano... abrime porfa, necesito hablar con vos.- Dije llorando silenciosamente.
Me quedé allí durante unos 30 minutos llorando cuando vi a mamá yendo al baño. Corrí y la abracé suplicando.
-¡Mamá por favor! Tengo mucho miedo, quiero ver a Nano y la puerta está cerrada.
Suspiró frustrada y me miró con una expresión tan irreal, como si yo le pareciera un problema. Fuimos hacia la puerta de la pieza de mi hermano mientras yo la ahogaba con un abrazo.
-Luciano, tu hermana quiere estar con vos.- Nadie respondió al llamado de mi madre.
Mamá comenzó a poner una expresión preocupada y enojada al mismo tiempo. Insistió muchas veces tal como yo hacía unos minutos pero en ninguna de esas se oyó una respuesta. No se escuchaba nada, ni siquiera una mísera respiración. Pensé que estaba escuchando por fin el verdadero silencio.Llamó a mi padre, quien perdió la paciencia rápidamente y golpeó la puerta con tanta fuerza que retumbó, hizo que la música se sintiera más fuerte y además me hizo temblar (a día de hoy no sé si fue por el frío, el miedo, o porque no sabía qué iba a pasar a continuación).
Lo que vieron mis ojos fue... impresionante, pero no de una manera buena, sino de la peor manera posible y consumida en millones de recuerdos que tendría en un futuro. Recuerdos que probablemente me aterrorizarían.
El parlante vibrando, con hojas escritas sobre él, llegué a leer "perdón" en una de ellas. La cama hecha un desastre, ropa sobre ella, la ventana abierta. La habitación era un congelador, y donde estaban colgadas las hermosas luces led que les regalé a mi hermano mayor, ahora había una extraña soga cuyo color era de un marrón oscuro y desgastado, que amenazaba con romperse en cualquier instante. Todo esto lo recuerdo por la sorpresa y horror que me transmitió al mismo tiempo. Es decir, tenía 8 años, y para cualquier niño o niña de esa edad sería traumatico ver a cualquier persona, pero más a su hermano mayor, de en ese momento 17 años, colgado y con una piel pálida. Esto ocurrió en cuestión de segundos, ya que mi padre se puso al frente mío y no me dejó ver nada más.Las lágrimas salieron de mis ojos más fuertes y veloces que antes, como un avión a punto de estallar o una lluvia torrencial de estrellas. Empujé a mis padres con mi poca fuerza infantil y me las arreglé para escabullirme hacia el cuerpo de mi hermano, porque ya eso una persona no era. Lo abracé fuertemente, deseando estar con él donde sea que esté. Mamá hizo lo mismo conmigo, alejándome de mi hermano mayor, o bueno... lo que quedaba de él. Pronto llegaron los médicos y policías que me sacaron de ahí llevándome lejos de mi persona favorita a Dios sabe dónde.
Lo próximo que supe fue que estaba llorando desconsoladamente, dejando mi alma por estar de nuevo con él. Nano era mi persona favorita. Siempre me ayudaba con todo, estaba para mí cuando más lo necesitaba, y a pesar de su sufrimiento, que yo sabía que tenía, lo ocultaba solo para verme feliz y poder pasar tiempo conmigo.
Después de dos días, yo seguía completamente consternada y horrorizada, mis papás hablaban de algo muy costoso llamado funeral. Lo que sea que fuera, yo no quería ir. Ni siquiera podía moverme, por lo que cuando entraron mis padres a preguntarme si quería ir, dije que no.
Estuve encerrada durante un mes, sin hablar con nadie. Luego de eso, pude sl menos volver a "fingir ser normal", pero el sentimiento de algo raro en mí seguiría hasta siempre.