Acabé de escribir y me levanté por el timbre del recreo, no estaba nada animada y, por las miradas en sus ojos, mis amigas ya lo sabían. Me acerqué y me trataron con tanta amabilidad y suavidad que no parecían ser ellas.
—¿Vas a ir?— Se atrevió a preguntar Lily. Uma la codeó directamente en el estómago no muy disimuladamente.
—Supongo que sí.— Respondí fríamente, con pocas ganas.
—Tendrías que ir— Cedió Uma —Es... era...
—Sabemos que te trae recuerdos pero es mejor que olvidar, ¿no?— Interrumpió Lily.
Asentí.
Nos quedamos paradas charlando y no nos dimos cuenta de que se nos hacía tarde y que la profesora nos iba a retar. Fuimos las tres al aula de filosofía, ya que estábamos en el mismo curso, y al llegar la profesora más amargada y odiosa de la escuela nos recibió con todos dentro, sentados y preparados para la clase. Nos dio un sermón infinito en el cual no presté atención ni un segundo, tenía, luego de la escuela, que ir a ver a mi hermano y eso me daba nervios. Los primeros años, 9, 10, 11... iba pero cada vez me largaba a llorar y deseaba no ir nunca más, pero desde que entré a la secundaria lo único que anhelo es verlo de nuevo, por lo que debía ir, sola, a verlo, conmemorando los 7 años desde que ocurrió.
Uma y Lily cambiaban de tema constantemente, preferían hablar de otra cosa como la nueva alumna, que les caía muy bien, la profesora de matemática, quién nos daba siempre fijo una prueba a la semana. Pero de lo que me sorprendía que no hablaran era del famoso audio sobre Iris. Pensé que podría haber pasado algo pero no tenía siquiera fuerzas para preguntar.
Al salir de la escuela fui a mi casa, de mala gana, para cambiarme, ya que me había olvidado la ropa que iba a llevar para no tener que ir y enfrentar a mis padres. Cuando llegué, estaba solo mi mamá, sentada en el sillón tomando mientras "miraba" la televisión.
Pasé hasta estar en frente de mi habitación, intentando no hablar con ella pero me notó aún borracha.
—Owen, ¿a dónde vas?— Dijo con esa voz perdida e insoportable.
Me molestaba tanto que siempre la encontrará así y que no supiera nada de mi vida.
—Con Luciano.— Respondí con mala cara.
—¿Y papá?— Pregunté, arrepintiendome instantáneamente de volver a llamarlo de esa manera. Es decir, mis padres eran una mierda, no se preocupaban por lo que yo hacía, probablemente si me pasara algo no les interesaría y seguirían con sus miserables y estúpidas vidas. Antes jugábamos futbol algunas tardes con Luciano y él convencía a mi papá de que estaba bien y que no pasaba nada con que yo jugara esos deportes. Aparte de ser despreocupados y tener un matrimonio deplorable, eran homofóbicos y muy estrictos sobre esos temas. Simplemente insoportables.
La mujer frente a mí hizo un gesto de negación moviendo la cabeza.
—Trabajando, creo... no sé, no viene...— Dijo sin tomarle importancia. El olor a cerveza me llegó hasta dónde estaba. Me fui malhumorada a cambiarme.
Agarré una remera larga hasta la cadera con mangas también largas. El color negro y gris buscaban representar las emociones que estaba sintiendo en ese momento, las cuales se reflejaban en el cielo. Las nubes estaban a punto de estallar en lágrimas. Por otro lado, mi pantalón era ajustado arriba hasta la rodilla y grande abajo, como una campana. Simple, acompañado de botas negras para la lluvia y un chaleco, sorprendentemente también negro con detalles blancos. No creía en que a esos lugares haya que ir vestidos de negro, pero en ese día no estaba de humor ni siquiera para elegir algo de ropa.