Hablar - Narrado por Amelya

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El grupo ya está desmoronado. No hay nada que hacer. Eso pienso constantemente, nadie me va a hacer cambiar de opinión. Pero no es lo único que mi mente maquina. La persona que más está en ella es Iris. No puedo dejar de preocuparme por ella más que en nadie más. No me interesa nada que no tenga que ver con ella, ni mis problemas familiares, ni lo que sea que pase con Uma, ni el maldito concurso, nada. Lo único que me interesa es que ella esté bien. Porque yo sin ella... no soy yo. No sabría que hacer si ella no estuviera. Me salvó de todo.

Retrocediendo un poco en el tiempo... hacia cuando recién comenzábamos la primaria. Yo no conocía a absolutamente nadie. Todavía el grupo no estaba formado, ya que nos encontramos un tiempo después de este comienzo. Pero el primer día, yo estaba sola sentada en el parque de la escuela, comiendo algo asustada, porque eso ya venía de mi casa. El hecho de no tener amigos era algo común para mí, ya que mi tiempo lo pasaba en mi casa leyendo o pintando, porque mis padres decían que una niña como yo, que según era inútil por aprender a hablar dos años después que los niños normales, no merecía salir ni tener algún tipo de entretenimiento, solo aprender, y aprender, y aprender...

Entonces escuché su voz, solo que mucho más aguda de lo que está ahora. Decía algo como...

—¿Me puedo sentar? Yo también estoy sola.— La niña pelirroja de solamente 6 años se sentó a mi lado y comió sin abrir la boca por los siguientes minutos. Yo me quedé estupefacta mirándola, porque nunca había tenido contacto cercano con algún otro de mi edad.

Tenía mucho miedo, así que empecé a temblar y el tapper casi se me cae de las manos.

—¿Estás bien?— Me dijo luego la niña de ojos verdes mirándome como si quisiera comprender lo que yo sentía.

Pero no, no lo iba a comprender, porque ni siquiera pude decirle una palabra en aquel momento.

A ella esto no le importó; empezó a presentarse, me dijo su nombre y me contó más o menos toda su vida en cuestión de 10 minutos. Yo, al resultarme entretenida su forma de hablar, la escuché atentamente y luego de unos minutos con ella perdí los nervios que tenía antes.

—Me llamo Amelya.

Sus ojos se abrieron sorprendidos, y a eso le siguió una exclamación de felicidad. Se emocionó por haber logrado que hablara y me soltara ante ella.

Como ya no le tenía miedo, hablamos por el resto de la hora de comer. Así, todos los días, todas las semanas, en todo momento. Era algo normal para nosotras. Ni siquiera necesitábamos acordar que comeriamos juntas ya que ambas sabíamos a dónde ir y qué haríamos, sin tener que aclararlo. Meses después empezamos a juntarnos con las demás chicas del grupo, pero eso no logró separarnos nunca, ni siquiera ahora, en la actualidad.

El grupo en sí nunca tuvo ninguna pelea, podían haber discusiones, pero de las típicas que todos los amigos tienen, no una como la del audio, que logró por fin romper esa fidelidad que habia en el grupo. Pero como dije antes, Iris y yo no nos separamos, nunca. Estoy segura de que así como no lo hicimos en años, nunca lo vamos a hacer.

Volviendo al "ahora", era sábado y eso indicaba que podía hacer lo que quería sin depender de la escuela. Por lo que armé una mini mochila, con varias de mis recientes pinturas con acrílico y acuarelas en papel, mi teléfono, auriculares y caramelos de miel (que realmente son horribles, los detesto). Pues iba a ir a la casa de Iris, para pasar tiempo con ella, y, disimuladamente, ver si estaba mejor que hace unos días.

Pero para poder hacer esto que para cualquier persona sería fácil, yo tenía cierta dificultad, ya que antes debía cruzar toda mi casa sin que mis padres me vieran, porque sino, no me dejarían salir. Mis padres son médicos y (no es presumiendo, desearía que no fuera así) tienen mucha plata, por lo que vivimos en un terreno amplio pero no gigante, y es difícil para mí que no me vean. Crucé por la sala de estar sin hacer ruido, habiendo superado antes la etapa de la cocina. Estaba apunto de poder abrir la puerta de salida, hasta que la voz de mi padre se escuchó fuerte y clara detrás mío.

Como suena una mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora