En el mundo hay personas sin escrúpulos y desafortunadamente, Christopher ha conocido muchas de ellas a lo largo de su corta vida. Aún siendo un joven delta de diecisiete años, era bastante ingenuo para su edad. Creía que como en su natal Australia...
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Sana estaba llorando. Ella se negaba y Christopher se estaba desesperando.
—¿Siquiera te estás escuchando, Minatosaki? —Gruñó el delta menor, zarandeando a su amiga que parecía estar a punto de entrar en un ataque de ansiedad —¿Quieres que te los quiten y les haga venga la luna a saber qué? Escuchaste lo que le hicieron a la cría de Yujin, y yo no planeo permitir que le pase algo a mis cachorros, tampoco a los tuyos
—No, no, no —Susurró la chica, colocando sus manos como barrera entre su mejor amigo y ella
—¿No qué? Viste lo de allá Sana, ¡no puedes echarte para atrás ahora! Ellos si quieren pueden entrar ahora y llevárselos, yo no planeo arriesgarnos, así que toma sentido o entregaré a tu bebé sin tu permiso para poder salvarlo
Ambos arrodillados en el suelo, con la luna siendo testigo, era una escena desgarradora de ver. Christopher también sentía su corazón doler ante la realidad, pero no iba a dar un paso atrás, no se arrepentiría y aunque su lobo protestará, los entregaría.
Jackson ese día le hizo llegar la información de que dentro de las próximas listas sus nombres relucían, así que si pensaba enviar a su bebé lejos las cosas tendría que adelantarse, el delta accedió, pero su amiga no.
—¡Sana reacciona! —Le gritó, dándole una zamarreada a la mayor para que lo viera a los ojos —Tú viste lo que pasó, escuchaste las palabras de Jackson, ¿quieres tentar a tu suerte?
—No, ese alfa nos está tomando el pelo, no puede ser, ellos dijeron-
—¡Ellos me juraron soltarme a los 23 y mírame! ¿En verdad aún te fías de las palabras de ellos dos?
La chica observaba directamente a los ojos del pelinegro, observando la preocupación destellar en estos, sabía que el menor tenía razón, pero era su bebé, ella era mala madre, lo entregaría como si fuera mercancía y no tenía muchas opciones.
Si se resistía, Taehyun moriría.
Si no se resistía, Taehyun se salvaría, pero para ella daría igual, porque lo perdería.
—Me quiero matar —Murmuró Sana, cerrando sus ojos con fuerza, Christopher la atrajo contra su pecho, apretándola en un abrazo que le permitió a la chica escuchar los latidos descontrolados del contrario
—Sé que es duro, pero sabes como funciona todo acá, si queremos salvarlos, tenemos que empezar a sacarlos
No lo diría delante de Sana, pero Christopher lo vio, en el pasado claramente notó como esos monstruos atacaban a niños, así que cuando se esparció el rumor del destino fatídico de la cría de Yujin, no podía dudarlo cuando conocía de lo que eran capaces dentro de ese sitio.
Así que sí, sus palabras iban en serio, si Sana no reaccionaba no le importaría ser él quien entregue al pequeño omega con tal de salvarlo, de impedir que le hicieran daño. Porque aunque desearía poder sacar a todos los niños a la vez, sabía que era estúpido, llamaría la atención de matriarca y sería su fin.
