En el mundo hay personas sin escrúpulos y desafortunadamente, Christopher ha conocido muchas de ellas a lo largo de su corta vida. Aún siendo un joven delta de diecisiete años, era bastante ingenuo para su edad. Creía que como en su natal Australia...
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Un llanto interrumpió el silencio en el cual se encontraba sumergida la casa, el bebé que buscaba a su madre se removió, llamando así la atención de esta, quien abrió un ojo para buscar a su cachorro, pero, se encontró con una escena diferente a la que estaba acostumbrada.
En lugar de encontrar a la pequeña Tzuyu a su lado, en búsqueda de ella, Sana pudo notar como la alfa cargaba entre sus brazos a la cachorra, arrullandola por toda la habitación, con un suave tarareo para relajarle, la delta la observó en silencio, sin conseguir acostumbrarse aún a la realidad de que ya no eran solo ellas, sino que otra persona deseaba suplir el rol de madre para su pequeña.
Se sentó en la cama en cuanto notó como el cachorro se relajaba, riendo entre los brazos de la alfa gracias a las caras graciosas que hacía para ella, desvió su vista buscando a su cachorra mayor, encontrándose a Ryujin sentada en el suelo aún en pijama, jugando con un par de peluches que Momo compró para ella en cuanto se mudaron a su casa.
—¿Me has vuelto a dejar dormir? —cuestionó Sana con voz ronca, obteniendo así la atención de las otras tres personas, quienes sonrieron en su dirección en cuanto la notaron despierta
—Mereces dormir, yo podía hacerme cargo de estas dos señoritas mientras tanto, ¿a qué si, Ryujinnie?
—¡Sip! —Chilló la menor, colocándose de pie hasta poder acercarse a la cama donde su madre descansaba, apoyándose en el colchón hasta que Sana la cargó, subiéndola en la mullida superficie —Momo dio comel a Tzuu —Contó —Pero yo hambe
—¿Tienes hambre? ¿Qué hora es? —preguntó, acomodando el cabello de la menor, quien se dejó hacer
—Son las nueve apenas, pero queríamos esperarte para desayunar
—Ya veo... —Murmuró, apretando la pequeña coleta de la cachorra alfa —Vamos a desayunar, entonces —Concedió
Las cuatro se pusieron en marcha, salieron de la habitación en dirección al comedor. Sana intentó tomar en brazos a su bebé, pero Momo se negó, demasiado entretenida con la pequeña Tzuyu como para querer dejarla ir, Ryujin también avanzaba al lado de la alfa, dando brinquitos mientras sostenía el oso de felpa que esta le regalo y era raro, porque sus cachorras eran desconfiadas, pero ahora ahí estaban, apegadas a aquella alfa que salió de la nada.
Le sorprendía lo rápido que Ryujin aceptó a otra alfa cerca de su familia, la niña era tan sobre protectora con sus hermanos y su madre, que verla cómoda junto a la mayor era extraño, pero lo aceptaba, si sus niñas estaba a gusto, ¿quién era ella para quejarse?
Momo prendió el televisor sintonizando caricaturas para que ambas cachorras se entretuvieran mientras preparaban el desayuno, así podrían tomarse su tiempo sin la preocupación de que las niñas vinieran a ellas a interrumpirlas. Sana se puso a su tarea casi de inmediato, tomando los utensilios que pensaba ocupar, sintiendo como momentos después la presencia de Momo ingresaba en la cocina.
