En el mundo hay personas sin escrúpulos y desafortunadamente, Christopher ha conocido muchas de ellas a lo largo de su corta vida. Aún siendo un joven delta de diecisiete años, era bastante ingenuo para su edad. Creía que como en su natal Australia...
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Lo único que lo rodeaba era ruido blanco, no podía sentir su cuerpo, pero era consciente de que se encontraba recostado en alguna superficie bastante cómoda para su gusto, cosa que era extraña, porque ya se encontraba odiando el colchón de la cama donde ha estado durmiendo, hasta se ha quejado con su suegra de que quiere cambiarlo, pero necesita la opinión de Christopher para hacer eso.
Christopher le llegó a mencionar que no le importaba si cambiaba el colchón, pero Minho comenzó a necesitar su opinión para todo, luego de lo que el delta ha vivido quiere que el menor se acostumbre a darle su opinión, justo como debe de ser, porque él no sería como sus captores y lo maltrataría. Él lo amaba.
Captores... Chris... maltrato
Frunció sus cejas ante la incomodidad que se instaló en su cuerpo, fue hasta ese momento que noto que tenía sus ojos cerrados, ¿por qué se encontraba durmiendo? A su mente no volvían los recuerdos, pero algo importante había ocurrido porque su corazón se estaba agitando.
¿Dónde mierda estaba? ¿Dónde estaba Christopher? Abrió sus ojos, y definitivamente esa no era su casa, ¿por qué no estaba en su casa? Trato de hacer memoria, sintiendo como su cabeza pulsaba ante el esfuerzo... ¿Qué sucedió? Lo último que recordaba era estar junto a Momo a punto de entrar en ese edificio, luego fueron disparos, sangre y en su mayoría eran recuerdos de Bit. Sin duda el lobo se había apropiado de su memoria.
«—Aky, Chris... —» Llamó su lobo, tomando conciencia junto a la parte humana
Fue ahí acompañado de ese susurró, donde pudo recordar, tuvo la suficiente conciencia para conectar hilos y sus memorias fueron bastante confusas al encontrarse revueltas con los recuerdos de Bit y los suyos, todo fue ridículamente claro, los disparos, el apuñalamiento, esos malditos lobos y la bomba, donde luego de ese beso tan dulce, Christopher lo arrojó lejos.
Su cuerpo fue impulsivo, sus movimientos involuntarios y aunque era probable que llevara un largo tiempo inconsciente no le tomó importancia, se colocó de pie en un salto, arrancando en un movimiento aquella intravenosa que tenía conectada a su brazo. La máquina detrás de él sonó con una chillante alarma, pero lo ignoró, saliendo así de la habitación.
En cuanto colocó su mano en el pomo de la puerta, otra lo hizo al mismo tiempo, abriendo por fin esa puerta, el enigma se topó de frente con su hermana, quien dio un brinco hacia atrás al notar la pesada mirada del mayor sobre su cuerpo. Minho gruñó al reconocerla, marcando su fastidio en su expresión —¿Qué infiernos haces tú aquí?
—Minho, me alegra tanto verte despierto —El enigma frunció sus cejas ante las palabras pronunciadas por su hermana, ¿había dormido mucho tiempo? —¿Qué haces fuera de la cama? Debes de descansar
La menor intentó ir hacia él, pero Minho negó —No, ¿Dónde está Christopher? Necesito ir con él —esquivó a su hermana en aquel marco de la puerta, comenzando a cruzar el pasillo donde se encontraba, pudo escuchar sus pasos siguiéndolo, pero el enigma la ignoró, demasiado sumido en su deseo de localizar al delta.
