Capítulo 19

216 19 14
                                    


Un silencio expectante se apoderó de la habitación. Los ojos de Alan, llenos de una mezcla de miedo y esperanza, se posaron en los rostros de los tres seres divinos que lo rodeaban. La diosa y el sol se miraron, sus semblantes tensos y llenos de incertidumbre.

-Lo hemos logrado -dijo la diosa con voz temblorosa-. La masa oscura ha sido eliminada.

Un sollozo de alivio escapó de los labios de Alan. Luna se aproximo a abalanzarse sobre él y  abrazarlo con fuerza, lágrimas de alegría brotando de los ojos de alan.

-Lo has conseguido,-susurró-. Nuestro hijo está a salvo.

Alan le devolvió el abrazo, sintiendo una ola de emociones que lo inundaba

-Gracias -dijo con voz entrecortada, dirigiéndose a los dioses-. Gracias por salvar a nuestro hijo.

-Es nuestro deber proteger a la vida -respondió el sol con una sonrisa-. Y este pequeño ser tiene un futuro brillante por delante.

La diosa se acercó a Alan y le puso una mano en el hombro.

-Aún hay que tener cuidado -dijo ella-. El proceso ha sido muy intenso y Alan necesita descansar.

Luna asintió con comprensión.

-Lo cuidaré -prometió-. No te preocupes por nada.

Los dioses se despidieron de la pareja, y se dirigieron a la habitación, un ambiente de paz y alegría inundaba el lugar. Alan y Luna se sentaron en la cama, mirándose a los ojos con un amor y una complicidad que se habían intensificado con la experiencia vivida.

-Te amo -dijo Alan, acariciando el rostro de Luna.

-....te amo...alan -respondió ella-. juntos amaremos a nuestro hijo con todo nuestro corazón,espero con ansias su llegada. La luna colocó su mano sobre el vientre de alan.

Entonces algo ocurrió,por primera vez el bebé se movía,Un pequeño movimiento, una suave vibración, como el susurro de una mariposa a punto de alzar el vuelo.

Alan y Luna se miraron, sus ojos llenos de sorpresa y emoción. Sus dedos se entrelazaron sobre el vientre de Alan, sintiendo el delicado movimiento que confirmaba la presencia de su hijo. Era como una danza secreta, un ritmo de vida que se abría paso en el mundo.

La luna lo miro con ternura.

-Lo senti....¿lo sentiste? -preguntó, con la voz llena de alegría.

Alan asintió, con los ojos brillantes de emoción.

-Sí, lo sentí. Es nuestro hijo.

Un nuevo latido se había unido a sus corazones, una melodía celestial que llenaba sus almas de una felicidad indescriptible. En ese momento, comprendieron que el futuro que les esperaba no solo era mágico y maravilloso, sino que también estaba lleno de vida, de amor y de esperanza.

Los días siguientes fueron de pura felicidad. Alan y Luna se dedicaban a disfrutar de cada movimiento de su hijo, contando las semanas que faltaban para su llegada. La diosa y el sol compartían su tiempo con frecuencia con la pareja, compartiendo su sabiduría y brindándoles consejos para el cuidado del bebé.

Ambos se encargaban de elogiar y llenar de regalos al bebé y su "madre".Un día, durante una de estas visitas, la diosa le obsequió a Luna un pequeño amuleto.

-Este amuleto protegerá a tu hijo de cualquier mal -dijo ella-. Es un regalo de nuestro corazón, para desearles toda la felicidad del mundo.

Alan recibió el amuleto con una sonrisa llena de agradecimiento.

-Gracias, diosa -dijo-. Lo atesoraré siempre.

El amuleto era una pequeña esfera de cristal, con un delicado talismán en su interior. Luna lo colocó sobre el vientre de alan, sintiendo una energía cálida y protectora que envolvía a su hijo.

-La luna se dirigió a los dioses y dijo-.Mis hermanos....necesito un favor...necesito volver al mundo de los hombres para alimentarme.....podrían cuidar de alan en mi ausencia.

La diosa y el sol se miraron con solemnidad. La petición de Luna era inusual, pero comprendían la necesidad.

-Lo haremos, Luna -dijo la diosa con voz serena-. Cuidaremos de Alan y de tu hijo mientras te encuentras en el otro mundo.

Luna respiró aliviada. Su corazón se llenó de gratitud hacia los dioses por su comprensión y apoyo.

Luna se despidió de Alan con un beso tierno y una mirada llena de amor.

-Volveré pronto.-susurró-. 

Alan le devolvió el beso con la misma intensidad.

-Te estaré esperando -dijo con voz firme-. Cuídate mucho.

Luna se dirigió hacia el portal que la llevaría al mundo de los hombres. Un último vistazo a Alan y a su hijo, y luego cruzó el umbral, desapareciendo de la vista.

La diosa y el sol se turnaron para cuidar de Alan y del bebé. Le brindaron todo el cariño y la atención que necesitaban.


La maldición de la luna falsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora