Capitulo 13

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Alan se encontraba solo en la habitación, devastado por la noticia que Luna Falsa le había dado. Un torbellino de emociones lo invadía: tristeza, miedo, incertidumbre. Se recostó en la cama y, con las lágrimas brotando de sus ojos, acarició su vientre. La idea de perder a su hijo era insoportable.

Unos ruidos en el pasillo lo sacaron de sus pensamientos y llamaron su atención. Se levantó y, con sigilo, se dirigió hacia la puerta. Al abrirla, vio a aquella diosa caminando por el pasillo. La curiosidad lo dominó y, sin pensarlo dos veces, la siguió en silencio.

Ella caminaba con paso firme, su rostro serio y reflexivo. Alan la siguió por un laberinto de pasillos, cada vez más intrigado por su destino. De repente,se detuvo en seco y, sin mirarlo, dijo con voz grave:

-¿Qué es lo que deseas, mortal?

Alan se quedó sorprendido. No esperaba que la Diosa Madre lo descubriera. Salió de su escondite con el corazón palpitando con fuerza.

- perdón por seguirla. Solo quería saber...

- ¿Saber qué? -lo interrumpió la Diosa Madre con una mirada penetrante.

-Saber qué decisión tomará sobre nuestro futuro. Sobre nuestro hijo.

La Diosa Madre no respondió de inmediato. Se quedó en silencio durante unos segundos, observando a Alan con compasión.

-Entonces, ¿nos permitirá estar juntos? ¿Podremos criar a nuestro hijo en paz?

-No es tan simple, la ley es clara: un ser nacido de la unión entre una criatura como tú y como Luna Falsa no puede existir en este mundo.

-Pero, ¿por qué? -preguntó Alan con desesperación. ¿Qué daño puede causar un niño inocente?

-......El nacimiento de un ser con tal poder podría desequilibrar la naturaleza y traer consecuencias nefastas. Existe la posibilidad que herede los dones de su padre y represente un peligro mayor.

-Pero y si no? Si no es un peligro, ¿habría una oportunidad de dejarlo vivir?

La Diosa se quedó en silencio, ponderando las palabras de Alan. La determinación en sus ojos la impresionó.

- Supongo que podríamos considerar aquella opción.....debo debatirlo con mi compañero y llegar a la mejor decisión.

-Gracias, Diosa Madre. No sabe cuánto significa eso para mí.

Alan se inclinó ante la Diosa Madre con respeto. En su corazón, una pequeña chispa de esperanza se había encendido.

Sin embargo, la incertidumbre aún lo atormentaba. ¿Qué decisión tomaría la Diosa Madre? ¿Podría él estar con Luna Falsa y criar a su hijo? Solo el tiempo lo diría.

Mientras tanto, Alan decidió no perder la esperanza. Se dirigió a la habitación donde se encontraba Luna Falsa y lo encontró sentado en la cama, con la mirada fría y distante.

-Luna, he estado pensando...

Luna Falsa lo miró con indiferencia.

-¿Y qué has pensado?

-He pensado que no importa lo que pase, siempre te amaré a ti y a nuestro hijo.

La Luna Falsa no respondió. Su rostro permanecía impasible.

-Te prometo que protegeré a nuestro hijo, pase lo que pase.

Luna Falsa lo miró por un largo instante, y luego, sin decir una palabra, se levantó y se dirigió hacia la ventana.

-Creo que será mejor que ese niño no nazca.......se que lo deseas tanto como yo,pero ese niño puede que solo traiga mas problemas y a mi no me importan pero tu....no quiero que te pase algo peor .

Alan quedó atónito por las palabras de Luna Falsa. Un escalofrío recorrió su cuerpo y las lágrimas brotaron de sus ojos.

-¿Cómo puedes decir eso? ¡Es nuestro hijo! - exclamó Alan con voz temblorosa.

Luna Falsa lo miró con una intensidad gélida.

-Lo sé, y precisamente por eso no quiero que nazca. No quiero que traiga más problemas a este mundo, ni que te ponga en peligro.

Alan se acercó a Luna Falsa con las manos extendidas, suplicando comprensión.

-Pero Luna, no podemos simplemente renunciar a él. Es nuestro hijo, una parte de nosotros. Merece una oportunidad de vivir.

Luna Falsa apartó la mirada, incapaz de sostener la súplica en los ojos de Alan.

-Yo... yo no puedo soportar la idea de perderte, Alan. Si algo te sucediera durante el parto... no podría vivir con eso.

Las palabras de Luna Falsa golpearon a Alan con dureza. La realidad de la situación se impuso ante él. El peligro era real, la posibilidad de perderlo todo era tangible.

Un silencio doloroso se apoderó de la habitación. Ambos se ahogaron en sus propias emociones, incapaces de encontrar las palabras adecuadas.

Finalmente, Alan rompió el silencio, su voz apenas un susurro.

La luna se giró hacia Alan, sus ojos lo miraban entristecido,el dolor que le causaba aquellos pensamientos lo comía lentamente.

La luna le dio un abrazo fuerte y sentido,su mirada se perdía mirando a la nada,mientras alan solo lo se aferraba al manto de la luna dejando salir todas sus lágrimas.

Las semanas siguientes estuvieron llenas de sufrimiento,dolor,incertidumbre y zozobra. Alan visitaba a los dos seres divinos en repetidas ocasiones, implorando por una oportunidad.Ambos miembros de la corte, con su sabiduría ancestral, se debatía entre la justicia y la protección del equilibrio natural.

Finalmente, llegó el día del veredicto. La Diosa Madre reunió a Alan y Luna Falsa en el Gran Templo, un lugar majestuoso donde se impartía justicia divina. 

Con solemnidad, la Diosa Madre pronunció su decisión:

-He meditado profundamente sobre este caso y he consultado con mi compañero. La decisión no ha sido fácil, pero hemos llegado a la conclusión de que...

Un silencio expectante se apoderó del Gran Templo. Alan y Luna Falsa, tomados de la mano, aguardaban con el corazón en un puño la respuesta que marcaría su destino.

La maldición de la luna falsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora