Capítulo 34

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En una tarde llena de quietud,la diosa, envuelta en el silencio y soledad de la deteriorada biblioteca del templo, se sumergió en la lectura de aquel libro polvoriento que una vez su amigo encontró. Sus pensamientos, asediados por la preocupación y la incertidumbre sobre la diferentes situaciones la tenían en suma preocupación .

Pero había un singular problema que la atormentaba,el paradero de su sobrino Badrudeen, la atormentaban sin cesar,sus sueños sobre el pequeño cada vez la inquietaban mas. La imagen del joven, perdido en un mundo desconocido, la consumía con una angustia insoportable.

Decidida a romper el silencio que la envolvía, pensaba en tomar una decisión que desafiaba las normas establecidas por el Sol y la Luna Falsa: visitar a Badrudeen en secreto. Aunque consciente de que su acción no sería bien recibida, no podía soportar la idea de permanecer ignorante del destino de su amado sobrino.

Con un corazón rebosante de esperanza y determinación, finalmente tomo la decision, emprendió su viaje a través de los portales mágicos que la conducían al mundo donde habían dejado a Badrudeen. 

Al llegar, se encogió hasta alcanzar su tamaño mínimo , permitiéndole camuflarse entre la vegetación y buscar a su sobrino sin ser vista.

Su travesía la llevó a través del bosque frondoso, donde la luz del sol se filtraba entre las hojas creando un juego de sombras y luces. A lo lejos, un sonido familiar resonó en sus oídos: la voz de un niño. Con cautela, se acercó sigilosamente hasta encontrar la fuente del sonido.

Ante sus ojos, se desplegó la imagen que tanto anhelaba: Badrudeen, convertido en un jovencito lleno de vida y alegría, correteaba por el bosque, ajeno a la presencia celestial. La diosa lo observaba con una mezcla de emoción y orgullo, reconociendo en él los rasgos de su hermano y ese toque característico que había heredado de su padre Alan.

La diosa, conmovida por la imagen de su sobrino, se dejó llevar por sus emociones. Cada vez más se acercaba a Badrudeen, sintiendo una mezcla de alegría y nostalgia. El niño, concentrado en su juego, no percibió la presencia de la imponente criatura que se aproximaba sigilosamente.

La sombra de la diosa se proyectó sobre Badrudeen, quien alzó la vista y se encontró con aquellos ojos brillantes que lo observaban fijamente. Un grito ahogado escapó de sus labios mientras retrocedía asustado, tropezando y cayendo al suelo.

Conmovida por el miedo de Badrudeen, decidió no revelar su identidad. Se agachó junto a él y, con una voz suave

-No tengas miedo, pequeño...solo venia de paso...

Badrudeen, aún tembloroso, la miró con recelo. La imponente figura de la diosa y su voz celestial lo intimidaban. No podía comprender cómo una criatura tan majestuosa había llegado hasta él.

La diosa, comprendiendo el temor de Badrudeen, se despidió con una sonrisa.

-No te preocupes..... Encontraré mi camino de regreso, lamento haberme asustado

Con un último vistazo a su amado sobrino, la diosa se alejó del lugar, dejando a Badrudeen confundido y lleno de preguntas. El encuentro con la misteriosa criatura había sido breve, pero había dejado una huella profunda en su memoria.

La diosa, por su parte, regresó al templo con el corazón apesadumbrado. No había podido revelar su verdadera identidad a Badrudeen, pero sabía que era lo mejor para su seguridad. Tenía que encontrar una manera de protegerlo sin revelar su conexión familiar.

La maldición de la luna falsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora