Capítulo 35

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Badrudeen yacía en el suelo, jadeante, el corazón latiendo a mil por hora. La imagen de aquella criatura, alta y oscura, con ojos que parecían penetrar su alma, se había grabado en su mente. Su cuerpo temblaba incontrolablemente mientras intentaba asimilar lo que acababa de presenciar.

¡Niño! ¡Niño, dónde estás! — La voz de su cuidador lo sacó de su trance. El pequeño se levantó de un salto y salió corriendo hacia la voz familiar. Al encontrarlo, se lanzó a sus brazos, aferrándose a él con fuerza.

¡Jack! ¡Jack, vi un demonio! — sollozó Badrudeen, enterrando su rostro en el pecho de su cuidador.

Jack lo apartó suavemente y lo miró a los ojos, tratando de mantener la calma.

¿Un demonio, niño? ¿Qué quieres decir con eso? — preguntó, su voz seria pero llena de preocupación.

Badrudeen, aún tembloroso, trató de explicar lo que había visto. Habló de una criatura enorme, con ojos brillantes y una presencia que lo aterrorizaba. Jack escuchó atentamente, su rostro cada vez más grave.

¿Estás seguro de lo que viste ? — insistió Jack, buscando en los ojos del niño alguna señal de duda o imaginación.

Badrudeen asintió con la cabeza, convencido de lo que había visto.

Sí, Jack, estaba ahí. Era muy grande y dama mucho miedo...Tal y como tus historias— balbuceó, su voz apenas audible.

Jack tomó a Badrudeen en sus brazos y lo llevó de vuelta a su hogar. Sabía que el niño estaba aterrorizado y necesitaba consuelo. Pero también sentía una profunda inquietud. ¿Qué clase de criatura había visto Badrudeen? ¿Era real o producto de su imaginación?

Esa noche, mientras acunaba a Badrudeen en sus brazos, Jack no pudo evitar pensar en las extrañas cosas que habían ocurrido,no podía descartar la posibilidad de que lo que vio el niño era mentira han pasado tantos años que podría ser posible.

De vuelta en el templo, la diosa se paseaba de un lado a otro, sus pensamientos divagando entre la alegría de haber visto a Badrudeen sano y salvo y la tristeza de no haber podido permanecer a su lado. La imagen del pequeño, aterrorizado por su presencia, la atormentaba. ¿Había sido egoísta al buscarlo? ¿Habría puesto en peligro su vida al revelarse de esa manera?

Se detuvo frente a una ventana que daba a los jardines del templo. La tenue luz iluminaba suavemente el paisaje, creando una atmósfera serena y pacífica. Respiró profundamente, tratando de calmar su agitado corazón.

—Tal vez fue mejor así—pensó para sí misma— Si se hubiera dado cuenta de quién soy realmente, habría sido demasiado para él. Y además, podría haber atraído peligros innecesarios.

Sin embargo, una parte de ella anhelaba volver a ver a Badrudeen, a conocerlo mejor. A pesar de las reglas y las prohibiciones, sentía una conexión profunda con su sobrino que la impulsaba a desafiar los límites.

Justo cuando estaba a punto de sumergirse aún más en sus pensamientos, una voz resonó detrás de ella.

¿Con quién hablas, hermana? — preguntó el Sol Falso, su hermano, con una sonrisa burlona.

La diosa se sobresaltó y se volvió hacia él.

Con nadie en particular — respondió, tratando de disimular su nerviosismo. — Solo... pequeños pensamientos.

El Sol Falso la observó con curiosidad.

¿Pequeños pensamientos? ¿Sobre qué? — insistió, acercándose a ella.

La diosa se sintió acorralada. No podía contarle a su hermano sobre sus actos,sabía que él desaprobaría sus acciones.

No es de tu incumbencia — respondió con frialdad.

El Sol Falso frunció el ceño con molestia.

— ¿Tan importante es que no puedes compartirlo conmigo? — preguntó, su tono volviéndose más serio.

La diosa suspiró. No quería mentirle a su hermano. Pero tampoco quería causarle ninguna preocupación.

 — He estado pensando......en Badrudeen. 

El Sol Falso se sorprendió ante mencionar hal pequeño.

¿En Badrudeen? ¿Qué tiene que ver él con esto ? — preguntó.

Durante todos estos años no paro de pensar en ese pequeño,ha pasado tanto sin saber sobre el....no pude evitar tener curiosidad...de conocerlo....

Dime que no lo hiciste.—interrumpió mientras miraba a su hermana a la cara esperando no escuchar aquella respuesta—.

—La diosa lo miró en silencio admitiendo sus acciones— Se que rompí el acuerdo que teníamos....pero si lo hubieras visto tan lleno, de vida, tan feliz........

¿Te das cuenta de la gravedad de tus acciones? Podrías haberlo puesto en peligro.

Ya lo se...pero estoy segura que hay una forma de poder verlo sin peligros...

No,no volverás a arriesgarlo así.....No solo pones en peligro a Badrudeen, sino que también arriesgas nuestra posición. ¿Qué pensaría su padre si supiera que has estado violando las reglas?

No tiene porque saberlo....él tiene suficiente con su dolor.

Exacto, si le pasara algo a su hijo ahora si lo perderíamos por completo,ya tiene suficiente con todo lo que ha pasado y más que nada ahora el abismo lo está consumiendo.

La diosa se quedó en silencio, procesando las palabras de su hermano. Tenía razón, había sido imprudente y había puesto en peligro a Badrudeen. Pero, ¿cómo podía renunciar a la posibilidad de conocerlo mejor?

—Entiendo tu preocupación— respondió finalmente, con un tono más suave—. Pero no puedo simplemente olvidarlo. 

El Sol Falso suspiró, comprendiendo la complejidad de los sentimientos de su hermana. Sabía que era una mujer apasionada y decidida, y que no sería fácil convencerla de que abandonara sus planes.

—Escucha, hermana— dijo, tomando sus manos—. Sé que quieres lo mejor para Badrudeen, pero debes entender que eso es lo mejor. No podemos seguir arriesgándonos de esta manera.

La diosa asintió lentamente. Las palabras dolían en el fondo de su ser,mas aun sabiendo que su hermano tenía razón, y no podía encontrar una solución.








La maldición de la luna falsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora