23 Naraku

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CAPÍTULO 23




Naraku estaba extasiado.

La perla había absorbido tanto poder maligno que estaba completamente contaminada y estaba seguro que sería imposible purificarla, en caso de que Kagome lo intentara. Eso es lo que él creía, piensa que su victoria está asegurada.

Tomó la perla y la acercó a su cuerpo con la intención de absorberla y eso comenzó a hacer, absorber la joya maldita.

Mientras la Shikon no Tama ingresaba a su cuerpo para fusionarse y proporcionarle su poder, el hanyou azabache solamente podía pensar en su venganza. Quería matar al Lord del Oeste por tocar y marcar lo que según él, por derecho es suyo.

Quería hacer sufrir a Sesshomaru lentamente por haber puesto sus ojos y sus garras en Kagome, por haberla marcado como suya cuando ese placer a su parecer, le corresponde a él.

El gran Naraku buscaba venganza y la iba a obtener.

También deseaba recuperar a Kagome y darle su castigo correspondiente por haber dejado que Sesshomaru la reclamara como su mujer y por haberse entregado a él, porque sí, Naraku había visto todo el acto de apareamiento de la miko con el Daiyoukai; escuchó cuando ambos se profesaron su amor y también vio cuando la ojiazul marcó al imponente Inu.

Su orgullo clamaba y exigía la sangre del heredero de Inu no Taisho, su cabeza como trofeo de su victoria.

Naraku hacía todo esto por celos, no había otra razón más que esa, celos.

El inicio de todo lo que estaba pasando en el Japón feudal se debía a estúpidos celos de un hombre que no había conseguido lo que deseaba, el corazón de una mujer.

Por eso mismo ofreció su cuerpo a miles de demonios que dieron como resultado el nacimiento de Naraku, cuando descubrió que Kikyo estaba con Inuyasha simplemente no soportó eso y decidió tenderles una cruel trampa la cual había tenido resultados separándolos pero no contaba con que su parte demoníaca también acabaría con la vida de Kikyo, su antiguo amor.

Después de 50 años apareció Kagome, todos decían que se trataba de la reencarnación de Kikyo y liberó a Inuyasha del sello que le había puesto la antigua sacerdotisa de Shikon al hanyou platinado, despertándolo de su sueño de medio siglo.

Hasta ese momento todo había sido tranquilidad, sin mencionar las guerras, claro está.

La perla había desaparecido por 50 años y la aldea donde vivió una vez su guardiana había dejado de ser atacada en cuanto se supo que la joya había sido incinerada con el cuerpo de la mujer pero eso cambió cuando la joven estudiante que pertenece a 500 años en el futuro apareció en el antiguo Sengoku y con ella la codiciada joya que estaba en el interior de su cuerpo.

Rápidamente los rumores de la reaparición de la perla y que esta fue fragmentada en cientos de pequeños trozos se esparcieron por todo el territorio de los 4 puntos cardinales y así llegó a oídos Naraku.

Decidido a obtener el poder de la perla se dedicó a reunir los fragmentos y durante su búsqueda es que se enteró del despertar de Inuyasha y también de la supuesta reencarnación de su antiguo amor, una joven de extrañas ropas que eran consideradas indecentes para la época.

Naraku sintió curiosidad por la joven y decidió observarla desde las sombras, para él esa niña no se parecía en nada a Kikyo. Sí, era poderosa e incluso más que la antigua miko pero no se parecía en nada a esa mujer que robó su corazón hace medio siglo.

Pureza RobadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora