CAPÍTULO DOS: Punto medio

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«No hay paz para los malos»

¿Qué tanto sabia aquel desconocido? ¿Y quién carajos era? Porque yo jamás lo había visto. Nací en este lugar, viví en el mismo country que ellos, básicamente me crie con esos chicos y nunca, jamás, había visto a ese sujeto. O ¿si? Es que a ver, no voy a decir que mi vida fue interesante, porque estaría mintiendo. Ni ser parte de una de las familias mas ricas me convertía en una persona interesante. Siempre me había costado relacionarme con los demás, digamos que era una adolescente con serios problemas para socializar, y aun lo sigo siendo, pero no al nivel que era antes. Entonces, puede que en su momento él haya sido amigo de Tristan y que yo jamás lo haya notado. Porque si hay algo que yo tenga que acepar de mi misma, es que me comportaba en como lo que siempre me habían hecho sentir: invisible. Yo no existía para nadie y nadie existía para mi. Así funcionaba.

Después de lo de... Gilbert, mi vida se reinició por completo. Hay cosas que se me hacen difícil poder recordar y hay otras que nunca se borrarían de mi memoria. Gilbert era una de ellas. Nadie podía hablar de ese tema, estaba estrictamente prohibido. Me obligue a mi misma a sacármelo de la cabeza, pero me era imposible. Tratar de no pensarlo solo provocaba que lo siguiera haciendo.

«¿Puedo subir?»

Decía el mensaje de Hunter.

¿Cómo diablos supo en donde vivo? Una vez mas, Calíope subestimando el poder del dinero. No podía decirle que no, eso sería muy descortés de mi parte. Y si mal no recuerdo, ser descortés fue lo que empezó todo.

—¡Vamos, ven aquí! —dijo Ezra—. Necesito de ti, si no me ayudas reprobaré la materia.

La chica rubia se detuvo en el medio del pasillo.

No puedo, Ezra...

Yo estaba en mi casillero buscando unos libros. De verdad no era mi intención escuchar, pero Ezra acorraló a la rubia hasta hacerla chocar contra el casillero que estaba a mi lado.

Naomi, ¿verdad? —le preguntó, ella asintió y pude detectar una clase de decepción en su mirada—. Bien, Naomi, solo hay dos formas para solucionar esto. Podemos hacerlo por las buenas o por las malas. Tu decides.

¿Me estás amenazando?

Tómalo como quieras, pero vas a ayudarme. —soltó con determinación.

Creí que eras diferente, ¿sabes? Pero eres exactamente igual a tus amigos.

Ese es el punto, por eso es que somos todos amigos. Si no congeniáramos de la misma manera no estaríamos juntos, ¿no lo crees?

Traté de disimular un poco mas e hice que acomodaba todo lo que había dentro solo para poder seguir oyendo.

¿Vas a darme los apuntes o no?

No.

A Ezra se le cambió el semblante y lo siguiente que escuché fue un puñetazo contra el casillero. Mi corazón comenzó a latir desbaratadamente.

Joder... —susurró agachando la cabeza.

Naomi se había vuelto pequeña debajo de el. Ezra tomo aire lentamente y volvió a mirarla.

Dime una sola cosa, ¿Cómo crees que reaccionará tu padre cuando se entere de que su preciada niña ya no es pura?

No... no lo harías... —noté el miedo en la voz de Naomi.

Ezra ladeó su cabeza de manera juguetona.

Eres tan ingenua... —musitó—. Me hubiese gustado que en ese momento te me negaras como lo haces ahora.

Prisionera del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora