27. NOCHE. La cena

16 5 0
                                    

Cuando Mizar llegó a casa, se encontró con tres cajas de pizza apiladas en la mesita de centro, un par de latas de cerveza, una botella de agua mineral y vasos. Haldeck, apoltronado en el sofá, sostenía a Gobolino en el regazo. Señor y DC4 jugaban a las cartas. Al parecer, la estaban esperando para cenar. Todo un detalle.

Mizar se sentó, se sirvió un vaso de agua y puso al grupo al corriente de lo que había descubierto.

―Para poder sacarla de allí ―dijo Haldeck―, necesitaríamos un ejército y un plano detallado de las instalaciones.

―De lo segundo me encargo yo ―dijo DC4.

―¿Ah sí? ¿Y cómo? ―soltó el mercenario―. Eso es información clasificada. ¿Te crees que lo vas a encontrar en la red?

―No te preocupes, ya sé dónde buscar. Mi antiguo amo me instruyó bien.

―¿Tu antiguo amo? ¿Qué quieres decir con eso?

―Me refiero a la persona que se ocupó de mí antes de Alcor.

―¿Y quién diablos era?

Señor le tiró de la manga.

―No lo sabemos, pero nos ha dejado algunas pistas.

―¿Pistas? ¿Y tú qué sabes?

―DC me lo ha explicado.

―Entrañable.

Señor sonrió.

―Alcor había empezado a seguirlas, por eso ha acabado detenida. Alcor es muy valiente.

Mizar y Haldeck se miraron.

―Todo esto es muy raro ―musitó el cazarrecompensas.

El robot levantó uno de sus pequeños brazos metálicos.

―En cualquier caso, dejadme un rato para encontrar los planos y calcular las posibilidades de un rescate.

―Muy bien ―dijo Haldeck, abriendo una de las cajas y sacando un trozo de pizza―, pero creo que ha llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa.

―¿Qué quieres decir? ―preguntó Mizar.

―Creo que estamos jugando con fuego.

―No es para tanto.

―Te aseguro que estoy acostumbrado a lidiar con todo tipo de situaciones y en las últimas horas me he visto envuelto en más problemas que en el último año de mi vida.

―No sé si te sigo ―dijo Mizar.

―Escucha y empezarás a entenderlo. En primer lugar, has acogido en tu casa a un niño fugitivo que se ha visto envuelto en algún tipo de problema. Eso de por sí ya me parece muy peligroso. En segundo lugar, has decidido ir a los sectores sombra para comprobar de primera mano si existen los Oriones. En tercer lugar, has decidido contratar a un cazarrecompensas, sin tener ninguna referencia sobre mí. En cuarto lugar, estás en contacto con una luz. No solo eso, su robot está ahora aquí con nosotros mientras ella está en una comisaría. Lo más fuerte de todo es que estás tratando de dar con un plan para salvarla.

―Todo lo que has dicho es cierto ―dijo Mizar, masticando―, pero yo no lo veo de forma tan dramática.

―Lo que me hace pensar que no tienes ni puta idea de dónde te estás metiendo. Asaltar una comisaría... ¿Pero te has vuelto completamente loca?

―DC4 dará con un buen plan.

―¿DC4? ―Haldeck frunció el ceño― Es un robot al que has conocido hace nada y en teoría un robot de entretenimiento. No tienes ni idea de si realmente es el robot de esa chica... ¿Cómo has dicho que se llamaba?

Bajo un cielo artificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora