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_ ¿Se puede saber que tienes? Llevas toda la mañana en la luna de Valencia.
_ Buenos días a ti también Ice.
_ Ya tonta, dime qué te pasas estás más gruñona de lo habitual.
_ Es que ayer salvé a una furry  conejo y ahora la tengo metida en casa. Necesito encontrar un hogar para ella antes de que se encariñe.
_ Aww que tierna, ¿Por qué no te la quedas? Las furrys son las criaturas más dulces del mundo. No hay nada que me llene más el corazón de amor que los besitos de Marissa.

El recuerdo del gusto de su amiga por los furros le llenó los ojos de esperanza. Con su mayor sonrisa y sosteniendola de los hombros le habló.

_ ¡Quédate con ella! Te va a encantar, es hermosa y adorable, tiene las orejitas blancas y la colita esponjosa.
_ Ves que eres tonta, Marissa es una loba, son genéticamente incomparables, se la comerá viva solo de mirarla.

La alegría de su rostro se intercaló con desesperación.

_ Mierda, no sé que hacer con ella.
_ Llévala a servicios sociales, allí le encontrarán un hogar y si es tan linda como dices será pronto.
_ No puedo, le aterra esa idea. Al parecer sus antiguos dueños la maltrataban e intentaron sobrepasarse con ella, salió huyendo por eso. No quiero que la vuelvan a lastimar.
_ Uuuyyy, pareces muy comprometida con su situación - levantó las cejas sugerentes.

Faye le golpeó la frente con sus dedos.

_ Idiota, el hecho de que no me gusten los furros no significa que apoye el maltrato o el abuso, no soy un monstruo sin corazón como para ser indiferente a ello.
_ Tan dulce. Sostengo que deberías quedártela, así acabas un poco con esa soledad tan abrumadora que te rodea.
_ No te metas con mi soledad, me encanta. ¿No tienes labores que hacer? Ya vete a tu oficina

Ice se marchó sacándole la lengua en protesta. Faye decidió ahogarse en el trabajo para distraerse. La hora de salida llegó, con pesar recogió sus cosas y se retiró. En el camino solo imaginó miles de escenarios de como encontrará su casa, destrozada y completamente sucia. Parada frente a su puerta suspiró para soltar su frustración, metió la llave y abrió el cerrojo. Al entrar quedó impactada, el lugar estaba más ordenado y limpió. Buscó con su mirada a la conejita y la encontró frente al televisor viendo dibujos animados. Al notarla agachó sus orejitas y se dirigió a la puerta hasta quedar frente a Faye.

_ Hola - susurró.
_ Hola ¿Tú limpiaste todo esto? - asintió con la mirada clavada en el suelo.
_ También te preparé la cena - habló usando un tono casi inaudible.

Faye giró los ojos y entró de una vez a su hogar.

_ No es necesario que hagas estas cosas, no eres mi sirvienta ni nada por el estilo.
_ Solo quería agradecerte por dejar que me quede.
_ Esto es temporal ¿ok?
_ Si, lo sé.
_ Emm ¿conejita ya cenaste?.
_ No, te estaba esperando.
_ Vale, tomo una ducha y comemos.
_ ¿Puedo bañarme contigo?
_ ¡Claro que no! Coneja pervertida y así te quejas de que te miren raro

La furry movió su cabeza a un lado sin comprender las palabras de la humana.

_ Pero, cuando yo era pequeña siempre me bañaba con la abuela Dee.
_ Y por eso empezó a mirarte raro - sentenció subiendo las escaleras.
_ ¡No es cierto! La abuela Dee nunca me miró así. Cuando ella murió su hija Ploy me llevó a su casa. Ella quería que la llamara mamá y al señor Kun papá pero ellos no eran mis padres - arrugó su frente con molestia, hizo una pausa y en un susurro terminó -. Ellos fueron los que me empezaron a ver así.

Faye se arrepintió de inmediato de sus palabras y se golpeó mentalmente, quería disculparse pero, Peraya Malisorn no sabe cómo pedir perdón.

_ Bueno, igual no te puedes bañar conmigo, eres una adulta, no te conozco y definitivamente no soy tu mamá.

La conejita bajó sus orejitas y asintió meciéndose en su lugar. Faye la miró por unos segundos y siguió con su camino. Tomó una ducha rápida en el baño de su habitación, al bajar la furry estaba sentada nuevamente frente al televisor, se había bañado aunque seguía usando las mismas prendas.

_ No es higiénico usar la ropa sucia después de bañarse, ven te daré una muda limpia.

Ambas volvieron a subir hasta la habitación de Faye, revisó su closet hasta que se decidió por uno shorts de franela y una camisa. Buscó ropa interior nueva y se lo extendió todo a la furry

_ Te quedará grande porque eres diminuta, mañana te llevo a comprar algo de ropa - la idea de todo un fin de semana a solas con la furry le cayó como un balde de agua, sacudió sus pensamientos y saliendo de la habitación terminó - puedes cambiarte aquí, iré sirviendo la comida.

Bajó hasta la cocina, la encontró más limpia de lo que la había dejado, destapó las ollas, encontró unas verduras salteadas (una cantidad considerable) , y un solo filete pensó en compartirlo hasta que entendió que ese tipo de furros no comen carne. Sirvió dos platos y los colocó en la mesa. La conejita bajó cambiada, tan pequeña como esperaba, se le acercó y le remangó las mangas de la camisa.

_ Así comerás mejor - se sentaron e iniciaron la cena -. Gracias por cocinar conejita, está delicioso.
_ Me llamo Yoko.
_ Ok, Yoko, puedes llamarme Faye.

La furry sonrió por lo bajo. Al concluir la mayor recogió la mesa y se fue a la cocina para fregar los platos. Yoko la siguió dando brinquitos.

_ Yo los puedo fregar.
_ Ya cocinaste y limpiaste la casa, vete a ver televisión o algo por el estilo.
_ Pero la abuela Dee me dijo que debía ayudar a mis mayores.
_ Y ya lo hiciste, ahora vete, no seas molesta.

Yoko movió su naricita de un lado a otro y se fue a la sala. Faye terminó de limpiar la losa y fue a su mini biblioteca. Tomó la novela que había comenzado hace dos días para reanudar su lectura. Una mirada pesada la sacó de concentración, se giró en su dirección y unos pequeños ojos café la observaban.

_ ¿Necesitas algo? - preguntó Faye con una ligera incomodidad, Yoko negó con la cabeza - Entonces ¿por qué me observas? ¿Tu abuela no te enseñó a no espiar a las personas?
_ Lo siento, no quería molestarte - se acercó con pequeños saltos -. ¿Me puedes leer un poquito?
_ No me digas, la abuela Dee siempre te leía.

Yoko asintió con la mirada clavada en el piso. Faye rodó los ojos, no sabía si era extremadamente tierna o insufriblemente molesta. Volvió a colocar el libro frente a su rostro y comenzó a leer el capítulo que le tocaba.

Mi Dulce Furry (FayeYoko)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora