Parte 11 ✧.*

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Aún sin soltarse del otro, Gemini y Fourth se disfrutaban en silencio, guardando aquella extraña conversación como su secreto.

Y fueron unas pisadas afuera las que les instó a separarse con prisa, levantándose de allí.

Un bostezo por parte del menor llamó la atención de Gemini, y sabiendo que ya era algo tarde se ofreció a llevarle. El chofer entonces les condujo directamente a la residencial donde Fourth se estaba alojando, pese a que el menor no parecía muy convencido.

—No tienes que llevarme hasta adentro— murmuró nervioso el castaño, notando que Gemini aún no se despedía, dispuesto a ingresar a aquel ruidoso lugar donde jóvenes de todas las edades y nacionalidades residían.

Ante la insistencia del pelinegro, Fourth se vio obligado a guiarle hasta su propia habitación, sintiendo como en cada pasillo se formaba un lúgubre y temeroso silencio sumado a las aterradas miradas que se dirigían al más alto, cuyo imponente caminar atemorizaba.

—E-es aquí— apuntó a una de las puertas Fourth, abriéndola lentamente. 

Sin vergüenza alguna, Gemini posó allí su brazo abriéndola con más rapidez y fuerza, fisgoneando de inmediato el lugar.

Siete camas había ahí en total, todas menos una, eran ocupadas por jóvenes de la edad de Fourth. Algunos leyendo, otros estudiando, uno escuchando música, cada uno en sus propios asuntos.

La muñeca de Fourth fue agarrada por el Gemini, que le sacaba de la habitación.

—¿Cómo vas a vivir en un lugar así?— preguntó con desdén, —¡Están todos apretados! ¿Qué clase de sitio es éste?—

Con fuerza el castaño alejó su brazo, masajeándolo pese a que no sentía dolor alguno.

—Es el único sitio que podía pagar, y no es asunto tuyo—

Gemini simplemente frunció el ceño, no estaba molesto, pero no comprendía nada en absoluto. —Entonces... ¿Estás estudiando en esta ciudad?— intentaba unir las piezas de un puzzle sin sentido,

—Te acabo de contar que trabajo en otro país. No soy de aquí ni estoy estudiando—

—Cierto...¿Y eso de no estar disponible por las mañanas? ¿A qué estás jugando?— su instinto de control tomaba posesión de sí, y pronto soltó un suspiro, cerrando con fuerza sus ojos y negando, era consciente de que Fourth no era parte de sus negocios ni planes, no necesitaba manejar sus tiempos ni acciones,

—Lo siento, yo...No debí actuar tan precipitadamente, sólo- —

La risita del menor le interrumpió, y es que le entendía, Gemini le había dejado entrar a cada parte de su vida y su rutina, mientras que él continuaba siendo una incógnita para el mayor, probablemente poniéndole en peligro.

—Sólo vine a esta ciudad porque necesito lograr un objetivo que me propuse a mí mismo, es importante al menos para mi persona, y elegí este lugar para alojarme porque no sabía cuanto tiempo me tomaría lograrlo, y me estoy gastando en este viaje todos mis ahorros, necesitaba un sitio barato por si mi estadía aquí se alargaba demasiado, simplemente eso— explicó sin problemas el menor, sabiendo que existía aquella confianza mutua entre ellos, y que Gemini siempre le había concedido todo lo posible para hacerle sentir bien.

Tan sólo un momento de pensar en las palabras del menor, y Gemini le miró directamente a los ojos, —Trae todas tus cosas, nos vamos de aquí— ordenó totalmente convencido, notando el brillo de rebeldía que no se hizo esperar en esa mirada marrón.

—Pero si estoy bien aquí— alegó rezongando, oyendo suspirar pesadamente al mayor,

—Ya...— habló comprensivo Gemini, pero pronto sus labios se acercaron al oído de Fourth, susurrando para él en secreto, —En esta ciudad hay ojos por todos los sitios ¿Tú crees que les va a parecer normal que el 'prometido' del jefe de la Bratva se esté alojando aquí?— apuntaba levemente a su alrededor, mientras su grave tono de voz estaba tintado de soberbia y diversión.

—¿El prometido del qué...? — balbuceó Fourth, sus ojos abriéndose poco a poco mientras la frase que acababa de oír daba vueltas en su mente, —Espera...¿Tú eres el 'qué' de 'dónde'?— agudamente murmuró cargado en terror repasando mentalmente todo lo vivido, desde el primer momento en que ingresó al extraño y silencioso bar, hasta la curiosa reunión donde le permitieron entrar aquella misma tarde.

La risotada del pelinegro no se hizo esperar, mientras hacía un gesto de bajar la voz —¿De verdad no lo sabías?—

—Y-yo creí que eras como... como un millonario excéntrico o algo por el estilo...no un...pues...eso— tropezaba con sus propias palabras.

—¿Y la reunión de hoy donde oíste todo?— Gemini realmente se estaba divirtiendo con esto.

—¡Pero si no entendí nada! Apenas hablo el idioma y ustedes tenían palabras extrañas para todo— alegaba Fourth frustrado, dejando explotar una risita, —al menos quedé como un tipo duro que no tiene miedo a nada— fanfarroneó con orgullo, haciendo reír una vez más a Gemini. Un nuevo suspiro salió de entre los labios del joven, poniéndose en el lugar de Fourth, —entonces...¿Qué quieres hacer?— cuestionaba con suavidad, totalmente dispuesto a darle libertad de elección ante el nuevo contexto.

—Pues...aún está en pie mi oferta de besarnos— ronroneó sin miedo el menor, sacando a ambos una nueva carcajada, como si aquella conversación jamás hubiese ocurrido...

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora