Parte 14 ✧.*

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En cuanto el chofer aparcó justo en la entrada del gran hotel, vio como el chico murmuraba apenas un 'gracias' y salía corriendo de allí, aún llorando bajó con prisa del vehículo y desapareció de su vista entre las puertas del hall central.

Una última mirada por parte del conductor fue dirigida allí, asegurándose de no ser visto antes de llamar a Gemini pidiendo reunirse con urgencia, dispuesto a contarle todo lo sucedido tal como el joven había solicitado la noche anterior en aquel mensaje de texto.

En menos de una hora se encontraban ambos hombres en el despacho de Gemini, mientras el pelinegro escuchaba atentamente cada palabra soltada por el contrario. Podía sentir su pecho inflarse lleno de diversas sensaciones.

Ternura y admiración, al saber que Fourth estaba haciendo todo esto por una causa tan noble y dulce. Preocupación al ser informado de los obstáculos encontrados por el castaño. Y un profundo dolor al oír que su chico la estaba pasando mal justo ahora.

—Debo ir a verlo— sentenció con seguridad Gemini.

—Pero señor, él pidió ser dejado solo—

—Eso te lo dijo a tí— aseveraba alistándose y colocando su chaqueta sobre sus hombros, —consigue flores y chocolate para él—

—D-de acuerdo, señor Norawit— obediente asentía, —¿Y lo de la galería?—

—Ubica al actual dueño y ofrécele algún trato para que permita a Fourth utilizarla al menos una vez— se detuvo en seco, analizando sus palabras y negando entonces, —¿Sabes qué? Ubica al dueño y le ofreces el dinero necesario para comprarla—

—¡¿La galería completa?!—

—Es lo que acabo de decir— bramó saliendo por la puerta, —avísame en cuanto esté eso listo—

Sus fuertes pisadas cargadas en prisa resonaron hasta la salida, alcanzando a oír un inseguro 'sí señor' del hombre.

El camino al hotel fue relativamente corto, el elevador le llevó hasta la suite donde Fourth se encontraba, y con suavidad dió tres golpecitos en la puerta.

—No estoy— escuchó al castaño del otro lado, Gemini divertido con esto soltó aire por sus fosas nasales.

—Soy yo, Gemini ¿Puedo pasar?—

En tan solo segundos la puerta era abierta para él, encontrando a un cansado y triste Fourth que hacía el intento de sonreír para él.

—Ven aquí...— murmuró Gemini abriendo sus brazos para estrecharle en éstos. Sintiendo a Fourth hundirse en su pecho recibiendo el consuelo que tanto anhelaba.

En silencio ingresaron ambos de vuelta a la habitación, siendo Fourth quien rodeaba las caderas del mayor con sus piernas, mientras Gemini le elevaba sin problemas, llevando a ambos al borde de la cama donde el mayor tomó asiento, dejando al menor a horcajadas encima.

Una vez encontrando apoyo en aquel lecho, las grandes manos de Gemini se dirigieron al rostro del castaño, secando con dulzura cada restante lágrima.

—Vamos a solucionar esto, ¿Si?— prometía con suavidad Gemini, viendo el ceño de Fourth fruncirse.

—¿Cómo sabías que algo andaba mal?— cuestionó confundido, dándose unos segundos para analizar la situación y unir finalmente los puntos, recordando que el supuesto conductor había estado en todo momento a su lado no sólo cuidándole sino que oyendo todo.

Fourth no sabía si molestarse por sentirse algo invadido, o si estar halagado de ser en todo momento protegido y ayudado en lo que fuese necesario.

—No tienes que solucionarme la vida— susurraba aún medio lloriqueando.

Sus rostros se encontraban a escasa distancia, facilitando su comunicación a ese bajo volumen.

—No debo, pero quiero...— murmuró el mayor, repitiendo las exactas palabras dichas por Fourth cuando aceptó ayudarle con aquella mentira.

Sin embargo, a diferencia de esa vez que Fourth deseaba introducirse en esta aventura rodeada de peligros y riquezas, Gemini lo decía desde el fondo de su corazón, bajo el real anhelo de ayudar al chico, totalmente entregado a él, y consciente de ello.

—Tú déjalo en mis manos, yo me encargo— prometió Gemini, deleitándose en el hermoso brillo que podía ver aparecer en aquellos ojitos que tan hipnotizado le tenían.

—¿De verdad?¿Me lo prometes?—

—Lo prometo, tú no te preocupes por nada ¿Si?—

—¡Gracias, Gem!— alzó su voz con alegría, —¿Cómo puedo pagarte todo esto?— dulcemente preguntaba haciendo a Gemini soltar una enternecida risita. Aquel joven ya sabía perfectamente qué le pediría a Fourth...

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora