Parte 20 ✧.*

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—Estoy nerviosa— confesaba con temblorosa voz la madre de Fourth, alistando los últimos detalles de su atuendo prolijamente escogido para esa tarde, que sería la primera exhibición de sus cuadros, aquellos que con tanto cariño y esmero pintó.

—Todo saldrá bien, de eso estoy seguro— prometía Fourth acariciando con suavidad los hombros de su madre para calmarla, pese a que él mismo se encontraba inquieto.

Su mayor preocupación se remontaba a la baja cantidad de personas que asistiría al evento, pues pese a que Fourth se había dedicado largas horas el día anterior a visitar a cada vecino del pueblo invitándole a la galería, no eran muchos los habitantes de tan pequeña villa, y todo lo que anhelaba era que los cuadros de Gim fuesen admirados como se debía.

Había tenido incluso pesadillas donde veía a su madre de pie junto a sus pinturas, pero nadie estaba allí para verlas y apreciarlas. La oscuridad cargada de crueldad y vergüenza la apresaba, haciéndola víctima de falsas creencias que dictaban su falta de talento.

—Ve tú primero,— solicitó Fourth fingiendo calma —probablemente quieras corregir algún último detalle de la exhibición— propuso, bien sabiendo que en realidad quería salir después que ella por si veía a algún vecino de camino al lugar, poder invitarle y rogar su presencia allí.

Sintió entonces la puerta cerrarse tras él después de una dulce despedida con Gim, quien también caminaría hasta la galería pues quedaba muy cerca. Soltó un audible suspiro, en momentos así extrañaba la calmante presencia de Gemini más que nunca...

Con esmero buscó sus ahorros, contando el dinero que poseía, pues si nadie participaba en las subastas, sería él mismo quien ofertaría todo lo que poseía por ver a su madre feliz y orgullosa. Ella era protagonista aquella tarde, y haría hasta lo imposible por hacerla sentir bien.

Fue entonces que, minutos después, el insistente tono de su móvil le sacó de sus pensamientos, viendo el nombre de Gim en la pantalla. Cargado en preocupación contestó de inmediato,

—¿Sí?—

—¿Hijo? ¿Invitaste a alguien?— la aguda voz de la mujer temblaba.

Palideciendo asustado Fourth salió de casa aún sin cortar la llamada con su madre, corriendo de prisa hasta la galería temiendo lo peor, que realmente no hubiese absolutamente nadie allí, sin embargo, apenas estuvo a pocas calles del lugar, comprendió la pregunta de su madre.

Decenas de costosos vehículos de todas marcas, forma y colores repletaban cada una de las calles aledañas a la galería. Dejándole sin aliento, y apurando su paso hasta llegar a la entrada principal de la exposición, totalmente atestada de personas elegantemente vestidas.

En la confusión de lo que estaba sucediendo, sintió los latidos de su corazón acelerarse vertiginosamente, su mente daba vueltas, estaba notoriamente perdido. Colgó el móvil, mientras su mirada repasaba los calmados rostros de los asistentes, todos ellos evidentemente adinerados, disfrutando del momento y de la suave música ambiental, portando en sus manos copas de champagne y pequeños bocadillos. Nada parecía tener sentido, ¿Quiénes eran todas esas personas y de dónde habían salido?

Asustado, Fourth observó detalladamente los rostros de los asistentes, abriendo de par en par sus ojos en cuanto logró reconocer a algunos de ellos, pertenecientes al mismo club privado y selecto del que Gemini era parte. Les había visto en Rusia y había compartido con ellos.

Poco a poco algunos le reconocieron de vuelta como el prometido de Gemini, llamando a su nombre para saludarle amistosamente, proclamando lo alegres que estaban de poder volver a ver al chico, y agradeciendo por la invitación al evento.

Fue recién allí que todo comenzó a calzar, soltando un sorprendido jadeo al entender que había sido el mismo Gemini quien había repletado el sitio con sus amigos, socios y conocidos, los mismos que hipnotizados admiraban las hermosas pinturas de su madre.

Sólo palabras positivas salían de sus bocas, alabando con sinceridad las obras de arte allí expuestas. Y recién entonces logró divisar a Gim, que se encontraba animadamente conversando a lo lejos, rodeada de varias personas.

Tan sólo bastaron unos pasos en su dirección para reconocer de inmediato a los dos hombres que oían con total atención la dulce voz de su madre, explicando probablemente el significado de sus trazos sobre el lienzo. Eran Mark y Phuwin, los amigos de su ruso.

Fourth sintió su cuerpo dejar de funcionar momentáneamente, cargado de nerviosismo y emoción ante la sola idea de que, si ellos estaban allí, probablemente también vería en cualquier instante a Gemini.

Volteó de inmediato buscando aquella enorme figura del musculado hombre, encontrándole semi apoyado justo en el inicio de uno de los pasillos, observándole directamente con aquella encantadora sonrisa que sólo pertenecía a Fourth...

Una juguetona risita soltó el castaño al verlo, corriendo entre la gente sin importar nada, y saltando a sus brazos en cuanto estuvo en frente de Gemini, quien sin problema alguno le atrapó en el aire, rodeándole con sus brazos y apegándole más aún a su cuerpo.

—¡Gem!— canturreó alegre, —Gracias por todo esto, eres increíble, creo que te debo muchísimos abrazos para pagarte todo esto—

—En eso último estoy de acuerdo— asintió Gemini riendo tiernamente, sintiendo su pecho inundarse de cariño por su chico.

—¡Ven, ven! Acompáñame a la sala de bodega— tiraba Fourth de la muñeca del ruso para que le siguiese,

—¿Qué hay allí?— curioso cuestionó el peligris,

—Voy a estar subastando mis besos, pero no le cuentes a nadie más ¿Eh?—

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora