Parte 19 ✧.*

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El vuelo de Fourth de vuelta a casa había partido aquella misma mañana, tras una larga y tortuosa despedida, donde Gemini zanjó la promesa de volver a verle en cuanto pudiese poner orden en sus negocios.

Actualmente, el sombrío silencio les envolvía en el bar donde se encontraba el pelinegro junto a sus amigos, Mark y Phuwin. Sus oscura mirada se alejó de la mesa donde se encontraba, observando ahora la barra del lugar, donde había compartido con su chico la primera vez.

Por su mente pasaron los recuerdos de haberle visto vagando por las calles cercanas, tras intentar ingresar a diversos bares fallidamente. Gemini había continuado siguiéndole en su vehículo ante el temor de que algo pudiese ocurrirle, pues era notorio que no pertenecía allí.

El curioso estilo de Fourth había llamado tremendamente su atención, sumado al momento en que finalmente pudo conversar con él, adorando esa actitud atrevida y despojada de todo posible temor. Una distraída sonrisa se alojó en sus labios entonces...

—Hey, ¿Estás prestando atención, Gemini?— refunfuñó el pelinegro a su amigo, interrumpiendo los pensamientos del pelinegro, y repitió la pregunta recién hecha, —¿Dónde está tu novio?—

—¿C-cómo?— balbuceaba en respuesta Gemini, con sus ojos abriéndose de par en par ante el cuestionamiento de Phuwin, hasta que recordó que justamente había presentado a Fourth como su prometido, y sólo allí pudo pensar más correctamente su respuesta.

—Ah... pues volvió a su casa, hoy tomó su vuelo a Francia— explicó calmado, sabiendo que al menos esa información sí era verdadera.

—¡¿Entonces se cancela la boda?! ¡¿Terminaron?!— alzaba la voz Mark, sólo para molestar a su amigo Gemini, haciendo enojar más a Phuwin.

—No hagas el imbécil, Mark, si pueden viajar y verse cuando ellos deseen— regañó Phuwin entre dientes a Mark, dejando un amargado golpecito en la cabeza de éste.

En el fondo, Gemini no sabía cómo contarle a Mark que realmente había algo más con Fourth, sin ser consciente de que su amigo de ruzos ya lo sabía desde el primer momento en que les vio interactuar.

Agradecía al menos que a Phuwin no tuviese que decirle nada extra, pues él ya estaba totalmente convencido de que Gemini y Fourth eran pareja hace mucho tiempo atrás.

......

Del otro lado, un ilusionado Foueth llegaba por fin de vuelta a casa, trayendo consigo sólo buenas noticias. Un dulce y cálido abrazo de su madre le recibió, hundiéndose en sus tiernos cariños maternales, sintiéndose en su hogar una vez más...

Con orgullo observó todos los cuadros que Gim se había dedicado a pintar durante su ausencia, sabiendo con alegría que éstos serían exhibidos en la galería gracias a la ayuda de Gemini, aquel mafioso que no había tenido más que gestos bonitos con él.

—Esta mañana me llamaron de la galería— informaba con emoción la mujer, —me dijeron que podemos ir a visitarla hoy mismo, que está lista para que la pueda usar cuando queramos— su alegría brillaba tintando incluso su voz, haciendo sonreír aún más a Fourth.

Sin perder tiempo aquella misma tarde se dirigieron a la galería, encontrando con sorpresa que no sólo seguía en pie, sino que acababa de ser totalmente reformada y arreglada, llena de elegantes detalles tanto en el exterior como en el interior.

Ahora lucía como un espacio completamente nuevo y de alto valor. Cada pasillo y salón en su interior se encontraban hermosamente iluminados y decorados. Soltando aire por sus fosas nasales Fourth negó sonriente, sabiendo que Gemini estaba detrás de todo esto...

Un bajito sollozo distrajo entonces a Fourth volteando de inmediato en dirección a su madre, y corriendo a envolverla entre sus brazos aún sabiendo que su llanto no era más que alegría clamando por salir, emocionada por al fin ver su sueño cumplirse.

—¿Tú crees que esta misma semana pueda poner aquí mis pinturas?— preguntaba ella tiernamente, mientras sus lágrimas de felicidad eran secadas con suavidad por su hijo.

—¡Claro! Déjame avisarle al encargado para organizar todo, ¿Si?—

Un asentimiento fue la respuesta de Gim, distrayéndose prontamente ante un curioso elemento que brillaba en el dedo de Fourth, tomó entre sus pequeñas manos la del castaño para verle de cerca.

—¿Y este anillo? Luce muy caro, ¿Eh?— cuestionaba ella, susurrando en una risita, como si de un secreto se tratase. Y definitivamente no pasó desapercibida la manera en que las mejillas del menor tomaron un rojizo color de inmediato, aclarando nervioso su garganta.

—Ah...s-sí, creo que... tengo que presentarte a alguien— murmuró apenas, rascando su cuello mientras una embobada sonrisa se formaba pronto en sus labios, suspirando ansioso por volver a estar en los brazos de aquel enorme joven...

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora