Parte 18 ✧.*

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Tomando el teléfono de la suite, Fourth pidió al servicio a la habitación una enorme cantidad de diversos alimentos y bebestibles, siendo atentamente observado por aquel pelinegro, cuya cálida sonrisa reposaba en dirección a quien tan feliz le hacía.

Muy en su interior dudaba de que fuesen capaces de consumir todo lo que el menor estaba pidiendo, pero poco y nada le importaba pagar por todo eso, viendo la ilusión que le hacía a Fourth la 'pijamada' que tendrían, según él mismo había proclamado.

Gemini acostumbraba a pasar sus noches en la soledad de su despacho, analizando sus siguientes movimientos en cada negocio, y evitando estar a solas con sus autodestructivos pensamientos, por lo mismo, jamás se imaginó estar justamente como ahora, totalmente relajado en compañía de aquel chico castaño, quien con sus ocurrencias le hacía carcajear, mientras danzaba al son de la música que él mismo había colocado, y ocasionalmente se le acercaba para compartir sus bocadillos con Gemini, dándoselos en la boca.

Tan sólo un par de horas habían pasado, y ya con cansancio se prepararon para dormir, viendo el mayor que el sofá de la suite lucía lo suficientemente cómodo para dejarse caer allí una vez hubiese terminado de arropar cariñosamente al menor.

Sin embargo, Fourth visiblemente tenía otros planes, pues, haciendo sus ya conocidos ojitos de cachorro, alzó las sábanas haciendo espacio para Gemini justo a su lado en la enorme cama, invitándole a recostarse allí.

—Es que hace mucho frío— murmuró haciendo pucheros.

Pronto los latidos de Gemini parecieron acelerarse vertiginosamente, mirando nervioso aquel espacio junto al cuerpo del chico. Con dificultad tragó saliva, realmente deseaba hundirse allí en el delicioso calor de Fourth, atosigarse de su exquisito aroma, disfrutarle totalmente.

Torpemente asintió, consciente de que a su chico le complacería en todo lo que pidiese, nada le sería jamás negado.

—D-de acuerdo— balbuceó apenas, moviéndose para meterse bajo las sábanas que ahora tapaban ambos cuerpos en conjunto.

Con las luces apagadas y la luna siendo su única fuente de iluminación, se acomodaron ambos, ansiosos y nerviosos sabiendo que aquello significaba mucho más que sólo un juego o la ya finalizada actuación de su compromiso frente al resto.

Con algo de descaro y coquetería, Fourth volteó sobre su costado, quedando frente a frente a Gemini, apoyando el peso de su cabeza sobre su mano.

—Entonces...¿El puesto de esposa del jefe de la mafia ya está desocupado?— ronroneó mitad en broma.

Gemini rió silenciosamente, imitando su postura para quedar completamente frente a Fourth. Una socarrona sonrisa surcaba sus finos labios, siguiéndole el juego sin miedo alguno, —¿Por qué? ¿Estás interesado en ocupar ese puesto?—

El íntimo ambiente les rodeaba en secreto, sus respiraciones comenzaban a mezclarse cálidamente debido a la inminente cercanía de sus rostros. Siendo evidente que ninguno deseaba apartarse de allí. Una decidida mano de Fourth se elevó, dispuesta a mimarle lentamente.

Con parsimonia sus falanges rozaban la blanca piel de Gemini, viéndole deshacerse ante su toque, —nadie podría llenar ese espacio mejor que yo— murmuró confiado, lleno de seguridad, —además, tengo contactos allí, puedo ganar fácilmente—

La risita del pelinegro chocó directamente con los belfos de Fourth, quien le vió asentir ante sus palabras, —efectivamente...ese puesto no va a pertenecer a nadie más— confesó, haciendo jadear al castaño, pues eran claras sus intenciones para con él.

Gemini estaba siendo explícito en aceptar que no querría a nadie más a su lado, nadie que no fuese Fourth, su luz y su protegido, el único consentido, el único dueño de sus pensamientos y emociones,

—¿Lo dices enserio?— la timidez inundó la vocecita del menor.

Rozando sus narices tiernamente, podían sentir sus labios casi tocarse, disfrutando en anticipación el calor del otro...

—Hablo en serio, Fourth— susurró, posando su mano en la cintura del menor, y aferrándose a ella con fuerza.

—¿T-te puedo besar? — el dulce tono usado por Fourth derritió por completo el corazón del pelinegro, adorando cada faceta del chico, pues, aunque solía ser juguetón y rebelde, también era tremendamente respetuoso de los límites, y eso le encantaba.

—¿Y no crees que la esposa del jefe de la mafia se pondría celosa si nos ve?— bromeó Gemini, sabiendo que tenía al bajito colgando de un precipicio totalmente desesperado por probar sus labios, de la misma manera en que él mismo se sentía.

Frunciendo el ceño y fingiendo enojo, Fourth se limitó a alzar su mano, dejando que el anillo que aún adornaba su dedo brillase ante la luz de la luna, —este anillo dice que soy yo 'la esposa', ese puesto me pertenece y voy a besarte ahora mismo— amenazó decidido, uniendo ambos sus labios entre risas, logrando un caótico y alegre beso lleno de cariño y sentimientos mutuos, saboreando el dulzor en la boca del otro, dejando salir pequeños suspiros, aferrándose a la silueta del contrario, fulgurantes se entregaban, perdidos en el delicioso chasquido de sus besos, —por Dios, me gustas muchísimo— confesó Fourth murmurando contra los belfos del mayor, sintiendo a Gemini apretándole aún más contra su cuerpo, totalmente devoto a su pequeño tesoro.

Sabiendo ambos que ahora, habiendo enterrado aquella tonta mentira que les mantenía unidos, su real aventura juntos recién comenzaba...

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora