—¿Era aquí la subasta de besos?— preguntó Gemini siguiéndole el juego al menor mientras le veía cerrar prolijamente la puerta de la bodega, sin embargo su poca confianza disminuyó a cero en cuanto vió a Fourth apagar las luces de la pequeña salita, y acercarse al pelinegro a paso lento, acechándole decididamente. Sus brazos se elevaron, rodeando el cuello de Gemini, y teniendo que pararse sobre la punta de sus pies para aquello debido a la diferencia de estaturas. Sintió prontamente las manos del joven en su cintura.—Sip, y llegas justo a tiempo, están todos estos besos reservados a tu nombre...Qué suertudo— ronroneó bajito, notando como su espalda era apegada a una de las lisas murallas. Un jadeo fue soltado en anticipación, viéndose completamente rodeado por el enorme cuerpo del mayor.
Nada tardó Fourth en sentir los tibios labios de Gemini sobre los suyos, dejándose mimar en un caótico beso lleno de ansias y deseo, murmurando inentendibles conjeturas mientras sus labios eran devorados deliciosamente.
Los húmedos chasquidos se sumaban a cada pequeño gimoteo que acallaban en la boca del otro, enterrando sus falanges sobre la piel contraria en un burdo intento de buscar algo de cordura, fallando involuntariamente en mantener la dulzura e inocencia del beso.
Sus mentes nubladas habían olvidado incluso donde se encontraban, totalmente inundados en cada exquisita sensación.
Una voz desde el pasillo resonó a lo lejos, pero acercándose —¡Sí! No te preocupes, voy a por ella, de seguro está aquí—
Sus ojos abiertos de par en par fue la única reacción que alcanzaron a tener, reconociendo esa voz, proveniente de Phuwin. La puerta fue de inmediato abierta y la luz era encendida, encontrándose de frente con el pelinegro de mayor edad, que en silencio les miró.
Él parecía tan sorprendido y confundido como Gemini y Fourth, que ni siquiera habían tenido tiempo de soltar el cuerpo del otro. Sus mejillas carmesí y labios hinchados denotaban perfectamente sus acciones anteriores, siendo presa fácil del pelinegro.
Sin embargo, Phuwin se limitó a alzar ambas manos en señal de paz, fingiendo no haber visto nada, pues directamente no le sorprendía que quienes pronto se casarían -según la falsa información que manejaba- se hubiesen extrañado, decantando en una situación así.
—¿La encontraste?— preguntaba una voz llegando, siendo Mark quien ingresaba ahora, quedando momentáneamente paralizado ante la escena, sabiendo toda la verdad detrás. El de rizos dejó salir una burlona risita en dirección a Gemini, saliendo de inmediato de allí.
—¡Ya la tenemos! Volvamos al salón principal — avisaba Mark a alguien más que venía con ellos, comprendiendo que se trataba de Gim, de esta manera, Mark evitó conscientemente que ella se encontrase también con la curiosa escena allí montada.
En cuanto Phuwin tomó en sus manos una carpeta, también abandonó el sitio disculpándose una vez más por la interrupción. Sintiendo por fin algo de silencio se oyó un largo suspiro por parte de ambos, mientras sus latidos galopaban incontroladamente.
Sólo entonces oyeron unos pasos corriendo hasta la bodega de nuevo, viendo a Mark que solo dejaba ver su cabeza, —Me deben una ¿Eh? y el chisme también me lo deben— amenazó divertido, desapareciendo tan rápidamente como había llegado.
Fourth simplemente se limitó a rezongar, mismo quejido que culminó en una risita al analizar la tonta situación en la que se habían metido, mientras Gemini soltó un gruñido frustrado conociendo muy bien las horas de molestia que Mark significaría para él.
—C-creo que deberíamos volver allí— murmuró nervioso Gemini, intentando recobrar la postura tras aquella enorme vergüenza recién pasada.
—Sí, vamos— el susurro de Fourth fue acompañado por su mano peinando el oscuro cabello del mayor con dulzura.
Simplemente compartieron una risita, mientras Gemini se inclinaba a dejar un último beso sobre los labios de su chico. Inspirando su hipnótico aroma que tanto amaba, aún sin alejarse de su boca. Compartiendo un beso lento y eterno, disfrutándose en silencio.
Aún en calma salieron de allí, caminando hasta donde todos se encontraban. Paulatinamente aumentando el ruido de las numerosas voces reunidas alrededor de una pequeña tarima, donde pronto comenzó la tan esperada subasta de las pinturas de Gim.
Con orgullo y aún sin creérselo, tanto Fourth como su madre vieron en carne propia como cada cuadro era ofertado y comprado con cuantiosas cantidades de dinero que aumentaban inescrupulosamente gracias a quienes estaban interesados en obtenerlas, ofreciendo cifras obscenas de dinero, con tantos ceros como estrellas existían en el firmamento. Y Fourth podría creer que todo estaba pactado por el pelinegro, de no ser porque podía oír las reales conversaciones de los invitados realmente alabando cada cuadro de forma sincera.
—Dos millones— ofreció Gemini a su lado, alzando la voz y poniéndose de pie, decenas de sorprendidos murmullos resonaron en la sala, recién alzando Fourth sus ojos para ver el cuadro por el cual su ruso estaba ofertando con tanta convicción.
Era justamente la última pintura hecha por su madre, donde se podía apreciar en sus trazos a Fourth jugando alegremente con Sky, aquel mimado tigre blanco del que tanto le había hablado el chico.
Ningún otro asistente se atrevió siquiera a pensar en competir en ello contra Gemini, y no por falta de interés o dinero, sino por la asesina mirada que el pelinegro tenía, dispuesto a lo que fuese por llevarse a casa esa pintura...
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Claws of a tiger
RomanceDonde Fourth finge ser el sugar baby del jefe de la Bratva sin saber que terminaría enamorado. ¡ADAPTACIÓN! Esta historia no me pertenece, créditos a su creador@. Favor de avisar si hay errores #1 geminifourth 15-abr-2024